Por Julio César Clavijo Sierra
1. Introducción
Unicidad es un término teológico que hace referencia a Dios, significando que Él es absolutamente Uno, Sólo, Único e Indivisible. Indica que nadie es como Dios y que solo hay un Dios (Deuteronomio 6:4, Gálatas 3:20).
Desde el punto de vista de la Unicidad, el único Dios es Espíritu, y es Eterno, Perfecto, Infinito, Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente, Inefable, Incomprensible, Sabio, Santo, es el Creador de todas las cosas, y es el único digno de ser adorado y de recibir culto por parte del hombre. Cualquier adoración que no sea dirigida a Dios es considerada idolatría.
El término Unicidad es sinónimo de monoteísmo estricto, pero su uso ha tomado fuerza en los últimos años, debido a que los creyentes en la Unicidad de Dios han querido utilizar un término que marque la diferencia con todos aquellos que aún confesando que Dios es uno, todavía creen que Dios está compuesto de dos personas (binitarismo), o de tres personas divinas y distintas (trinitarismo). La doctrina de la Unicidad no concibe a Dios como una pluralidad de personas. Asimismo, el uso de este término impide que nos confundan con el unitarismo que declara que Jesús es un semidiós o una criatura, y por ende niega que Jesús es el Dios único (el Padre) que se manifestó en carne (como el Hijo) para venir a salvar. La Unicidad de Dios excluye la coexistencia de cualquier otro dios y cualquier otra posibilidad de coexistencia (i.e. personas divinas, semidioses, etc.), pero sí acepta que el único Dios se ha manifestado de diferentes formas (o modos) a la humanidad.
La doctrina de la Unicidad de Dios, como es confesada por los Pentecostales del Nombre de Jesús, puede ser declarada en las afirmaciones de que Dios es absolutamente uno, sin distinción de personas (Deuteronomio 6:4; Gálatas 3:20) y Jesucristo es la manifestación de Dios en carne (Juan 20:28; Colosenses 2:9, 1. Timoteo 3:16). En términos bíblicos, esta verdad es confesada de varias maneras, tales como el misterio de la piedad (1. Timoteo 3:16), el misterio de la propia voluntad de Dios (Efesios 1:3-14), Dios viniendo al mundo (Juan 1:9-10), Dios mismo viniendo y salvando (Isaías 35:3-4, Isaías 43:10-12, Mateo11:2-6 y Lucas 7:18-23), Dios con nosotros (Isaías 7:14, Mateo 1:21-22), el misterio escondido desde los siglos y edades (Efesios 3:8-12, Colosenses 1:28), el misterio de la fe (1. Timoteo 3:9), la manifestación de la Gloria de Jehová (Isaías 40:5, Apocalipsis 1:7), Dios en Cristo (2. Corintios 5:18-20, Colosenses 2:8-10), el Padre morando en el Hijo (Juan 14:8-14), El Padre participando de carne y sangre (Hebreos 2:14), El misterio de Dios el Padre y de Cristo (Colosenses 2:2-5), el misterio de Cristo (Efesios 3:1-4, Colosenses 1:25-26, Colosenses 4:2-41), Cristo es Dios sobre todo (Romanos 9:5), etc.
2. Jesús es el Único Dios
Todos los nombres y títulos de la Deidad, tales como Dios, Jehová, Señor, Padre, Verbo (o Palabra) y Espíritu Santo, se refieren a uno y al mismo Ser. Estos diferentes calificativos simplemente titulan o denotan manifestaciones, papeles, relaciones con la humanidad, modos de actividad, o aspectos de la revelación de Dios.
Todas estas designaciones de la Deidad aplican a Jesús, y en Él se manifiestan todos los aspectos de la personalidad divina. Jesús es Dios o Jehová manifestado en carne (Isaías 9:6; 40:9: Juan 8:58; 20:28; 2. Corintios 5:19; Colosenses 2:9; 1. Timoteo 3:16; Tito 2:13). Jesús es el Padre encarnado (Isaías 9:6; 63:16; Juan 10:30; 14:9-11; Apocalipsis 21:6-7). El Espíritu Santo es el Espíritu que se encarnó en Jesús y también es Jesús en forma Espiritual (Juan 14:16-18; Romanos 8:9-11; Filipenses 1:19; Colosenses 1:27).
La doctrina de la Unicidad reconoce que la Biblia revela a Dios como Padre debido a su relación paternal con la humanidad (Deuteronomio 32:6, Isaías 63:16), como Hijo por haberse manifestado en la carne humana (Lucas 1:35, Gálatas 4:4), y como Espíritu Santo por su naturaleza espiritual y santa (Génesis 1:2, Hechos 1:8). La Unicidad de Dios NO enseña que Dios no pueda ser el Padre al mismo tiempo en que Él es el Hijo o el Espíritu Santo. La Unicidad de Dios, enseña que el sólo Ser que es Dios, es tan poderoso y grande que como un solo Ser, Él se ha manifestado SIMULTÁNEAMENTE como Padre, Hijo, Espíritu Santo, el Todopoderoso, el Salvador, etc. Dios no sólo es Padre en la creación, pues ahora mismo es nuestro Padre y actúa como nuestro Padre, en razón de que hemos sido adoptados como hijos suyos por causa del nuevo nacimiento. Dios no sólo es Espíritu Santo en razón de que Él llena nuestras vidas en la regeneración, sino que Él siempre ha sido, es y será Espíritu y Santo, por eso Él es el Espíritu Santo. Dios sólo tomó la forma humana como Hijo, por causa de la redención, pues sólo un humano puro y perfecto podía representar a toda la humanidad (Isaías 53:4-6, Ezequiel 22:30).
La Doctrina de la Unicidad, también acepta que la Biblia revela a Dios de otras muchas formas, tales como el Admirable (Isaías 9:6), el Alfarero (Jeremías 18:6), el Altísimo (Génesis 14:18-22), el Bendito (Esdras 7:27), el Bueno (Nahum 1:7), el Castillo (Salmos 18:2), el Consejero (Isaías 9:6), el Consolador (Isaías 51:12), el Creador (Eclesiastés 12:1), el Escudo (Proverbios 2:7), el Eterno (Jeremías 10:10), el Fiel (1. Corintios 1:9), la Fortaleza (Habacub 3:19), el Fuerte de Jacob (Génesis 49:24), el Glorioso (Santiago 2:1), el Hacedor (Job 32:22), el Juez (Miqueas 5:1), el Justo (Lamentaciones 1:18,), el Libertador (Romanos 11:26), el Misericordioso (Nehemías 9:31), el Obispo de Nuestras Almas (1. Pedro 2:25), el Omnipotente (Ezequiel 1:24), el Pastor (Salmos 23:1), la Paz (Hebreos 13:20), el Perdonador (Salmos 86:5), el Perfecto (Mateo 5:48), el Piadoso (Jonás 4:1), el Poderoso (Judas 1:24), el Recto (Deuteronomio 32:4), el Redentor (Job 19:25), el Refugio (1. Samuel 2:2), el Rey (Sofonías 3:15), La Roca (Habacub 1:12), el Salvador (Isaías 43:3), el Sanador (Exodo 15:26), el Santo (Apocalipsis 15:4), el Señor (Josué 3:11), el Verdadero (1. Juan 5:20), etc.
3. Jesús es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
Por su relación paternal para con nosotros, el Único Dios es el Padre de toda la creación, Padre del único Hijo engendrado, y Padre de los creyentes nacidos de nuevo. (Vea Deuteronomio 32:6; Malaquías 2:10; Gálatas 4:6; Hebreos 1:5; 12:9). De la misma manera Dios es Padre por ser el Origen y Creador de todo cuanto existe (Isaías 64:8, Apocalipsis 4:11), y por ser nuestro Sustentador y Cuidador (1. Crónicas 29:10, Isaías 63:16, Santiago 1:17).
El título Hijo se refiere a la manifestación de Dios en carne como el ser humano perfecto (Efesios 4:13), el Cristo (Mateo 1:16), el Mesías (Juan 1:41) o el segundo Adán (1. Corintios 15:45-49). Dios sólo llegó a ser el Hijo al manifestarse en carne (Hebreos 2:14). El hombre Cristo fue concebido literalmente por el Espíritu de Dios y era por consiguiente el Hijo de Dios (Mateo 1:18-20; Lucas 1:35). El título Hijo a veces se enfoca solamente en la humanidad de Cristo, como por ejemplo en la cita 'por la muerte de su Hijo' (Romanos 5:10). A veces se relaciona simultáneamente con la Deidad y la humanidad, como por ejemplo en la cita 'Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo' (Mateo 26:64). El título Hijo nunca se usa aparte de la manifestación de Dios en carne, por tanto, nunca se refiere exclusivamente a la Deidad.
Los términos 'Dios Hijo' e 'Hijo Eterno' no son bíblicos; la Biblia habla en cambio del 'Hijo de Dios' y del 'único Hijo engendrado' (unigénito). El Hijo no fue engendrado eternamente por algún proceso incomprensible, continuado. Más bien, el Hijo fue engendrado por la obra milagrosa del Espíritu Santo en la matriz de María. El Hijo tuvo un principio, a saber, la encarnación (Lucas 1:35; Gálatas 4:4; Hebreos 1:5-6).
Dios fue manifestado en carne y por eso se pudo presentar simultáneamente como Dios y como hombre. Hay una distinción real entre Dios y el Hijo. No es una distinción entre dos personas divinas o entre dos dioses, pero sí es una distinción entre el Espíritu eterno de Dios y el ser humano auténtico en quien Dios se encarnó plenamente. Así Jesús es al mismo tiempo Dios y hombre, Padre e Hijo, Espíritu y carne. Por eso afirmamos que Jesús es el Dios único, Emanuel, Dios con nosotros (Mateo 1:23), es decir, el Dios único viniendo y salvando, Dios mismo puesto a favor de la humanidad (Mateo 1:21). El Dios único, se manifestó simultáneamente como Padre y como Hijo, pues Jesús enseñó: "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30), y por eso el que confiesa al Hijo tiene también al Padre (1. Juan 2:23). Él a veces habló o actuó desde su humanidad y a veces desde su Divinidad. Como Padre, Él habló desde su mismo conocimiento divino; como Hijo, Él habló desde su mismo conocimiento humano. Como un hombre, Él oró, se relacionó, y se sometió a Dios así como deben hacerlo todos los hombres. Al mismo tiempo, Dios habitó y se reveló en ese hombre con su inconmensurable carácter, naturaleza, poder y autoridad.
El Hijo es la manifestación en carne de la Deidad completa, no de una parte, no meramente la encarnación de una de tres personas divinas, ni la encarnación de un dios diferente al Padre, ni la encarnación de un semidiós, ni la encarnación de un ángel (i.e. arcángel Miguel). El Hijo tampoco es meramente un hombre común, sino la manifestación de Dios el Padre en Carne. El pasaje de Colosenses 2:9 es significativo. Este pasaje usa ciertas palabras que de manera lógica y redundante enfatizan esta posición: “todo”, “plenitud” y “Deidad”. Cuando el Antiguo Testamento habla del Mesías como Dios, lo hace dentro del contexto del monoteísmo absoluto. Igualmente, cuando el Nuevo Testamento habla de Jesús como Dios, lo hace de acuerdo con la definición que el Antiguo Testamento transmite acerca de Dios.
Jesús como Padre ha existido desde toda la eternidad (Isaías 9:6, Miqueas 5:2, Juan 1:1-2), pero como el Hijo tuvo un comienzo y nació como un niño (Isaías 9:6, Lucas 2:7). Jesús como Padre nunca cambia (Hebreos 13:8), pero como el Hijo creció mentalmente, físicamente, espiritualmente y socialmente (Lucas 2:52). Jesús como Padre echa fuera demonios (Mateo 12:28, Juan 14:10), pero como el Hijo fue tentado por el diablo (Lucas 4:2). Jesús como Padre es el Pan de Vida (Juan 6:35) y alimentó milagrosamente a multitudes (Marcos 6:38-44, 52), pero como el Hijo tuvo hambre (Mateo 4:2). Jesús como Padre es el agua viva (Juan 4:14), pero como el Hijo tuvo sed (Juan 19:28). Jesús como Padre da reposo (Mateo 11:28), pero como Hijo se cansó (Juan 14:63). Jesús como el Padre calmó la tempestad (Marcos 4:39-41), pero como el Hijo durmió durante esa tempestad (Marcos 4:38). Jesús como el Padre contesta las oraciones (Juan 14:14), pero como Hijo oró (Lucas 22:41). Jesús como Padre sana los enfermos (Mateo 8:16-17; Juan 14:10, 1. Pedro 2:24), pero como Hijo fue herido (Juan 19:1-3). Jesús como Padre levantó de entre los muertos a su propia humanidad que tomó para manifestarse en carne (Juan 2:19-21; 20:9), pero como Hijo Él murió (Marcos 15:37, Romanos 5:10). Jesús como Padre perdona el pecado (Marcos 2:5-7), pero como Hijo Él fue el sacrificio para quitar el pecado del mundo (Hebreos 10:10-12). Jesús como Padre sabe todas las cosas (Juan 21:17), pero como Hijo no sabe todas las cosas (Marcos 13:32). Jesús como Padre tiene todo el poder (Mateo 28:18; Colosenses 2:10), pero como Hijo no tiene todo el poder (Juan 5:30). Jesús como Padre es el Rey de reyes (Apocalipsis 19:16), pero como Hijo es el Siervo Sufrido (Filipenses 2:7-8), etc.
En cuanto a su divinidad Jesús es el buen pastor (Juan 10:11), pero por causa de su obra salvadora, Él es la puerta de las ovejas (Juan 10:7): Pastor y oveja a la vez. En cuanto a su divinidad Jesús es la raíz de David (Apocalipsis 5:5), pero al mismo tiempo, en cuanto a su humanidad es el linaje de David (Apocalipsis 22:16): Raíz y linaje simultáneamente. Además de las funciones bíblicas de Padre y de Hijo, Jesús asumió también varios oficios opuestos y complementarios simultáneamente. Por ejemplo, Él es el cordero sin mancha ofrecido como sacrificio por nuestros pecados (1. Pedro 1:19), pero a la vez es el Sacerdote que ofrece el sacrificio (Hebreos 4:14). Cordero y Sacerdote a la misma vez. Jesús es descrito como el Primero y el Último (Apocalipsis 1:17). Principio y Fin a la misma vez. Y también es descrito como el Cordero (Juan 1:29) y el León de la tribu de Judá que reinará con poder (Apocalipsis 5:5). Cordero y León al mismo tiempo. Ninguno de estos ejemplos es contradictorio, sino que demuestran que Jesús, el Dios único hizo todo sólo, para proveer salvación al hombre. Isaías 9:6 dice que Jesús es un niño que es nacido, pero que también es el Dios Fuerte. Ese solo texto del profeta Isaías llama a Jesús, Hijo; pero también Padre Eterno. No son términos contradictorios sino complementarios, revelando el propósito de Dios de manifestarse en carne. Reconocer que Jesús es a la vez el Padre y el Hijo, Dios y hombre, Espíritu Santo y carne, no es ninguna contradicción sino el entendimiento fiel del misterio de la piedad (1. Timoteo 3:16) o de la voluntad de Dios (Efesios 1:9-11), reconociendo que el sólo y único Dios fue manifestado en carne.
Lo que llega a parecer extraño o imposible si se aplica a un hombre común y corriente, llega a ser comprensible cuando se aplica a Jesús, quien al ser Dios manifestado en carne, es totalmente Dios y totalmente hombre. Cuando comprendemos que Jesús es simultáneamente el Padre y el Hijo, Dios y hombre, Espíritu y carne, alejamos cualquier turbación en el monoteísmo bíblico. Cuando leemos alguna declaración acerca de Jesús, debemos determinar si lo describe como Dios o como Hombre, o en otras palabras, como Padre o como Hijo. Las descripciones de Jesús como Padre o como Hijo, no deben llevarnos a pensar en dos dioses o en dos personas divinas, sino en el misterio de la piedad (1. Timoteo 3:16) o de la voluntad de Dios (Efesios 1:9), y es que Dios ha sido manifestado en carne.
Por consiguiente, los creyentes en la Unicidad de Dios nunca enseñan que Jesús como Hijo se haya engendrado a sí mismo, se haya enviado a sí mismo, se haya orado a sí mismo, se haya amado a sí mismo o se haya exaltado a sí mismo, pues entienden muy bien la diferencia entre el rol de Padre y el rol de Hijo. Tampoco creen que Jesús como Padre (como Dios) haya muerto, pues confiesan que Dios es eterno. Lo que sí creen, es que Jesús murió en su condición de Hijo (como hombre).
El título Espíritu Santo, se refiere a Dios como un ser espiritual y en actividad. Describe el carácter fundamental de la naturaleza de Dios. La palabra Santo hace referencia a sus atributos morales, mientras que la palabra Espíritu hace referencia a la naturaleza de Dios. El Título se usa particularmente para referirse a que Dios puede obrar entre los hombres porque Él es un Espíritu, así Él tiene la capacidad de ungir, de regenerar, llenar y santificar a la humanidad. (Vea Génesis 1:1-2; Hechos 1:5-8)
4. La Palabra (Verbo, Logos) de Dios
En Juan 1, el Verbo o la Palabra de Dios, es una referencia a la Palabra Eterna o al Plan Eterno (que Dios tuvo antes de crear todas las cosas), de revelarse o darse a conocer al hombre (Salmo 119:89, Mateo 24:35, 1. Pedro 1:23). La Palabra o Razón de Dios, estaba con Dios y pertenecía a Dios, de la misma manera en que la palabra o razón de un hombre pertenece a ese hombre.
La Palabra Eterna estaba relacionada con Dios, y la Palabra Eterna era Dios mismo, porque todo el plan eterno consistía en la revelación futura de Dios. Desde la Eternidad, Dios planificó su revelación a los hombres, viendo claramente en un tiempo futuro su propia manifestación en carne, y por eso el apóstol Juan dijo que la Palabra (Logos, Verbo) era Dios mismo.
El concepto de Palabra de Dios, expresa la comunicación de la mente y de los propósitos de Dios al hombre por medio de su auto-revelación. (Jeremías 7:1, Oseas 1:1, Joel 1:1, Miqueas 1:1, Sofonías 1:1). Por eso la Palabra es el Dios que se revela o se da a conocer al hombre, siendo la misma revelación de Dios, la autoexpresión de Dios, o Dios en su acción reveladora.
Dios reveló al hombre ese plan de manera progresiva. Así, el Antiguo Testamento es revelación divina, pero como preparación, como promesa, como profecía, como sombra y figura de lo que habría de venir (Hebreos 8:5); mientras que el Nuevo Testamento es la plenitud de la revelación divina, pues en él, Dios nos habla por medio de su Palabra (Verbo, Logos) hecha carne (Juan 1:14). En la plenitud del tiempo, Dios puso carne en su Palabra (Gálatas 4:4); Él se reveló en carne en la persona de Jesucristo. 'El verbo se hizo carne' (Juan 1:14). 'Dios se manifiesto en carne' (1. Timoteo 3:16). La Palabra eterna se reveló en el Hijo engendrado. Jesucristo es la Palabra Divina hecha carne, que resume todo lo que Dios deseaba decirnos. Jesucristo mismo confesó: “La palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:24).
En estos últimos días Dios decidió hablarnos por Cristo el Hijo (el Hombre perfecto) quien es el que da razón a la existencia del universo (Hebreos 1:2). Dios se pronunció a sí mismo por medio de la Palabra que sale de su boca, y por eso el capítulo 1 de Juan, nos enseña que la Palabra de Dios creó todo cuanto existe, y que la Palabra fue hecha carne y habitó entre nosotros como el hijo unigénito del Padre, el varón perfecto (Efesios 4:13).
5. Conclusión
Los tres papeles de Padre, Hijo, y Espíritu Santo son necesarios dentro del plan redentor de Dios para con la humanidad caída. Para salvarnos Dios proporcionó a un hombre puro que pudiera morir en nuestro lugar – el Hijo. Al engendrar al Hijo y al relacionarlo con la humanidad, Dios es el Padre. Y al obrar en nuestras vidas capacitándonos y transformándonos, Dios es el Espíritu Santo.
En resumen, los títulos Padre, Hijo y Espíritu Santo describen algunos papeles y actividades de Dios, pero no reflejan una trinidad en la naturaleza de Dios, o una doctrina de tres dioses. El PADRE se refiere a Dios en su relación paternal con la humanidad; El HIJO se refiere a Dios manifestado en carne; y el ESPÍRITU se refiere a Dios en actividad. Un hombre puede desempeñar tres papeles significativos. Por ejemplo se puede desempeñar como administrador, maestro y abogado, pero todavía sigue siendo una sóla persona. Además Dios no se reduce o se limita a tres papeles esenciales.
Un corolario de la doctrina de la Unicidad es que el nombre de Jesús que quiere decir Jehová-salvador, es el nombre supremo por el que Dios se ha revelado a la humanidad y es el nombre dado para salvación en el Nuevo Testamento. (Vea Mateo 1:21; Lucas 24:47; Hechos 4:12; 10:43; Filipenses 2:9-11; Colosenses 3:17). El Padre se reveló al mundo en el nombre de Jesús (Juan 5:43, 17:6), al Hijo nacido se le dio el nombre de Jesús (Mateo 1:21) y el Espíritu Santo entra en los creyentes en el nombre de Jesús (14:26). Por consiguiente, los apóstoles cumplieron correctamente la orden de Cristo (Mateo 28:19) al bautizar a los creyentes invocando el nombre de Jesús, y la iglesia debe hacer lo mismo hoy en día. (Vea Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:3-5; 22:16; Romanos 6:3-4; 1. Corintios 1:13; 6:11). Dado que Jesús es la encarnación de toda la plenitud de Dios, el nombre (singular) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo descrito por Mateo 28:19 es Jesús. (Vea Mateo 1:21; Lucas 24:47; Juan 5:43; 14:26).