Por Julio César Clavijo Sierra
Los últimos tiempos nos han demostrado como los defensores de la trinidad han expresado abiertamente su posición politeísta. Es inútil que sigan sosteniendo que la creencia de la trinidad corresponde a la fe bíblica, pues las confesiones que han salido de ellos mismos exponen todo lo contrario, indicando cuanto se han desviado del monoteísmo bíblico.
Los trinitarios han afirmado que el dogma de la trinidad debe enseñarse con base en las presuposiciones o tradiciones elaboradas durante el transcurso de la iglesia trinitaria (ya sea católica romana, ortodoxa griega o protestante), y que conforme a esas tradiciones (principalmente la de los Credos Ecuménicos como el de Nicea, Constantinopla o de Atanasio) se debe reinterpretar la Biblia. Por esta razón, han abrazado sin ningún reparo, las conjeturas politeístas que sobre Juan 1:1 hicieran algunos gramáticos trinitarios tales como A.T. Robertson (1863–1934) y Kenneth Wuest (1893–1962). Basados en la tradición trinitaria, aquellos hombres presumieron que la Palabra de Dios (Verbo o Logos) era una persona divina (solo la fantasía puede llevar a creer que la Palabra es una persona) y que la Palabra de Dios tenía verdaderamente un cuerpo y una cara, por lo cual dijeron ellos, que la Palabra de Dios estuvo desde toda la eternidad cara a cara con Dios y en una relación de persona a persona con Dios. Todo eso lo hicieron por ignorar el concepto bíblico de la Palabra de Dios (tal como lo veremos más adelante), y por su afán desesperado de buscar algún sustento bíblico para la herejía trinitaria. No obstante, esa idea de dos personas divinas cada una con su propia cara, estando cara a cara entre sí, o una al lado de la otra, en vez de ayudarles lo que ha hecho es exhibir en toda su magnitud el error politeísta en el que ellos se encuentran. No hay ninguna diferencia entre esas declaraciones trinitarias, con las de los politeístas griegos, que pensaban que en el monte Olimpo los dioses podían estar cara a cara entre sí, cada uno al lado de los otros, conversando entre ellos y amándose u odiándose mutuamente.
El escritor trinitario Luís Carlos Reyes ha sido víctima de ese engaño, y en un video publicado por YouTube, ha dicho: “Puede ver los libros de gramática de A.T. Robertson. Algún libro que estudié hace muchos años cuando estudié griego… la idea literal sale bien, dice cara a cara con Dios.”[1] Vemos que sin ningún temor por la verdad de un solo Dios, y sin ningún reparo, el sr. Reyes manifiesta su creencia en dos personalidades divinas cara a cara entre sí, e incluso afirma que el cara a cara debe entenderse no en sentido figurado, sino literalmente. La declaración del sr. Reyes es por tanto 100% politeísta.
Al advertir a un trinitario sobre el tremendo error de creer en un cara a cara entre unas supuestas personas divinas, él dijo: “La Trinidad que siempre he creído es que solo hay un Dios –no dos ni tres–, pero esa divinidad esa naturaleza es representada en tres personas distintas… los tres ocupan distinto espacio y los tres tienen personalidades distintas… en pasajes bíblicos Jesús se diferenciaba del Padre muchas veces: Mi Padre mayor es que yo… el Hijo no sabe cuando regresará, solo el Padre, etc… el que ocupen un espacio diferente y tengan una mente distinta, no quiere decir que sean dioses distintos. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son parte de un mismo Dios, pero dentro de ella (la Trinidad) ocurre lo llamado en teología la ruptura intrínseca, la cual establece la diferencia de personalidad, función, localización, percepción, conductibilidad y descripción… y te seguiría dando miles de argumentos a favor de este tema porque he leído muchos pero muchos libros sobre la trinidad desde varios puntos de vista y de diferentes religiones, y créeme que al hacer la exégesis sobre dios en general, la mayoría de eruditos llegan a esta conclusión”[2].
Si analizamos las declaraciones de aquel trinitario, podemos apreciar una exposición absolutamente politeísta. Aquel trinitario fue engañado por aquellos “eruditos”, de quienes recibió la idea antibíblica de que existen unas personas divinas que están separadas por una distancia, ocupando cada una un espacio diferente y estando cara a cara entre sí. Mientras que la Trinidad expone la idea politeísta de personas divinas cada una ocupando distinto espacio, la Biblia nos habla de un Dios Todopoderoso que lo llena todo. Mientras que la Trinidad habla de una segunda persona divina que no puede saberlo todo, la Biblia nos habla del Dios que todo lo sabe. Mientras que la Trinidad nos habla de tres mentes y tres voluntades, la Biblia enseña que Dios es un ser inteligente con una voluntad (Romanos 9:19) y habilidad de razonar (Isaías 1:18), y nos dice que Él posee una mente inteligente (Romanos 11:33-34), no tres. La Trinidad comete el error de no entender que la Biblia presenta a Jesús como el Padre y como el Hijo (Isaías 9:6, Mateo 1:23), porque Jesús es el Dios único que se manifestó en carne.
Otro ejemplo del error politeísta del cara a cara entre unas supuestas personas divinas, lo encontramos en un artículo del escritor trinitario Pablo Santomauro donde dice: “A. T. Robertson, el conocido experto en griego… señala que Pablo tiene en mente la relación cara a cara… De la misma manera, Juan describe la relación entre el Verbo y Dios (el Padre).”[3] Luego con su estilo insolente y socarrón, escribe: “Por último, digamos que una de las evidencias más fuertes contra la posición modalista la encontramos donde muchos menos la esperan, en los pasillos de la sede mundial de los Testigos de Jehová en Brooklyn, Nueva York. El peso de la evidencia gramatical es tan aplastante que los peores enemigos de la Trinidad de todos los tiempos, los Testigos de Jehová, reconocen que hay dos personas en Juan 1:1. A los efectos de negar la Deidad del Logos, los Testigos de Jehová lo reducen a “un dios” (”y la Palabra era un dios” – Juan 1:1c), pero nunca llegan al extremo infantil de la interpretación unicitaria.”[4] Es bastante interesante que este escritor trinitario advierta el parentesco que existe entre las herejías arriana y trinitaria, ambas fantaseando que la Palabra de Dios fue un acompañante de Dios, que estuvo cara a cara con Dios desde la eternidad.
EL SIGNIFICADO BÍBLICO DE LA PALABRA DE DIOS
Juan 1:1 no es un texto desligado del resto de la Escritura, por lo cual no puede cometerse el error de pretender hacer doctrina aislando ese texto de su respectivo contexto y pensando más allá de lo que está Escrito (1. Corintios 4:6). El apóstol Juan era un judío ilustrado en las Escrituras del Antiguo Testamento, por lo tanto estaba capacitado en el vocabulario del Antiguo Testamento, así como en el trasfondo judío de los conceptos que dichos términos transmitían y a lo que verdaderamente se referían.
Es muy interesante notar la estrecha relación existente entre Génesis 1 y Juan 1. Debido a esa correlación, ambos pasajes comienzan con la misma frase: “En el principio”. Génesis presenta la historia de la creación del mundo, pero Juan nos habla de la nueva creación en Cristo. Ambas creaciones, fueron producto de la Palabra poderosa y creativa de Dios, porque como lo dice el Salmo: “Por la Palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca… porque Él dijo y fue hecho, Él mandó, y existió” (Salmo 33:6,9). Génesis 1:2, nos dice que al principio todo estaba en tinieblas, y además estaba desordenado y vacío. Pero a partir del versículo 3, vemos a Dios hablando y diciendo: “Sea la luz, y fue la luz”. Todo el resto de Génesis 1, nos muestra a Dios pronunciando su Palabra para traer orden y para traer vida, siendo frecuente la frase: “dijo Dios”. Así, siempre que en Génesis leemos que Dios creó algo, se hace énfasis en que Él pronunció su Palabra para traerlo a la realidad (Génesis 1:3, 1:6, 1:9, 1:11, 1:14, 1:20, 1:24, 1:26). “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:2). “…en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste” (2. Pedro 3:5). Note como la Escritura usa fuertemente el lenguaje, para determinar claramente que la Palabra es el medio por el cual Dios comunica y ejecuta sus intenciones. Por tanto, es un error suponer que la Palabra que sale de la boca de Dios es una persona divina o que lo que dijo Dios sea una persona cara a cara con Dios, cayendo finalmente en un error politeísta.
Moisés nos dice que por medio de la Palabra de Dios, aquello que estaba oscuro, desordenado y vacío, tuvo luz, tuvo orden y tuvo vida, “y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1.31). Evocando la narración de Moisés, el apóstol Juan nos dice de la Palabra de Dios, que: “Todas las cosas por ella fueron hechas, y sin ella nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:3-5).
“A menos que una persona se comunique, ya sea oralmente o por medio de gestos o expresiones faciales, es imposible llegar a conocerla. Todo lo que queda detrás de la piel del rostro seguirá siendo un misterio. También Dios era un misterio hasta que decidió romper el silencio. Habló una vez y toda la creación surgió a la vida – los océanos, las ballenas, las coloridas aves, las orquídeas y los escarabajos. Y volvió a hablar, nos dice Juan, y esta vez fue para formar la nueva creación en Cristo.”[5] Si Dios no hubiera querido revelarse al hombre, Él aún sigue siendo Dios. No obstante, Él deseó revelarse a nosotros, y por eso la Biblia solo habla de Dios en su acción reveladora.
La declaración de Juan 1:1, de ninguna manera comprometió la Unicidad absoluta de Dios. (Véase Deuteronomio 6:4). Los hebreos sabían que Dios estaba solo y creó todo por sí mismo: Nadie está al lado de Él, nadie es como él, nadie es igual a Él y nadie le ayudó a crear el mundo (Ver Isaías 44:6, 8, 24; 45:5-6; 46:5, 9). Él es el único Creador y el único Salvador (Isaías 37:16; 43:11).
En el Antiguo Testamento, el concepto de Palabra de Dios expresa la comunicación de la mente y de los propósitos de Dios al hombre por medio de su auto-revelación. La formula clásica en la que el Antiguo Testamento expresa esta verdad, es: “Palabra de Jehová que vino a…” (Jeremías 7:1, Oseas 1:1, Joel 1:1, Miqueas 1:1, Sofonías 1:1), o “vino Palabra de Jehová a…” (1. Samuel 15:10, 1. Reyes 18:1, 1. Crónicas 17:3, Isaías 38:4, Jeremías 28:12, Ezequiel 1:3, Jonás 1:1, Hageo 1:1, Zacarías 1:1). Dios se expresó por medio de una voz audible (Génesis 8:15, 17:3, Éxodo 6:2, Josué 1:1), por visiones o sueños (Génesis 46:2, Ezequiel 1:1, Daniel 4:5) y por la Palabra Escrita (Deuteronomio 30:10, 2. Reyes 18:12, Jeremías 44:23, Daniel 9:10).
En el pensamiento judío, la Palabra de Dios no solo decía, sino que también hacía, de tal forma que la Palabra de Dios hace lo que Él quiere (Isaías 55:11, Salmo 107:20, Salmo 33:6-9).
“El Antiguo Testamento está lleno de esa idea general del poder de las palabras. Una vez que Isaac había pronunciado la bendición del primogénito sobre Jacob en vez de sobre Esaú, aunque se le había sacado con engaño, ya no se podía hacer nada para recuperar esa bendición (Génesis 27). La palabra había salido, y había empezado a actuar, y nada la podía detener… Aun las palabras humanas tienen una especie de actividad dinámica: ¡Cuánto más la Palabra de Dios!”[6]
Por tanto, la Palabra de Dios debe ser obedecida por todos, sean ángeles u hombres. “Bendecid á Jehová, vosotros sus ángeles, Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, Obedeciendo á la voz de su precepto” (Salmos 103:20). “Cuidaréis de hacer todo lo que yo os mando: no añadirás á ello, ni quitarás de ello” (Deuteronomio 12:32).
En el Antiguo Testamento, ‘dabar’ (e.d. palabra) referido a Dios, es Dios en su acción reveladora. Es Dios hablando, actuando o revelándose a sí mismo. “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca” (Salmo 33:6). “Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina” (Salmo 107:20). “Él envía su palabra a la tierra; velozmente corre su palabra” (Salmo 147:15). “¿No es Mi Palabra como fuego, dice Jehová, y como una maza que quebranta la piedra?” (Jeremías 23:29). “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11). “Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 12:25).
En el Nuevo Testamento, logos (o palabra) es frecuentemente sinónimo del mensaje cristiano, evangelio o las Buenas Nuevas de Salvación (Hechos 15:7). La Escritura habla del evangelio eterno (Apocalipsis 14:6), Porque la buena noticia, es también la buena Palabra que estuvo con Dios desde la eternidad y por eso la luz, la vida y la inmortalidad vinieron por el evangelio (2. Timoteo 1:9-10. Cf. Juan 1:3-5). Jesús predicó la Palabra (Marcos 2:2) y la tarea de la iglesia es predicar la Palabra (Hechos 14:25). El evangelio es la Palabra de Dios (Lucas 5:1, 11:28, Juan 10:35, Hechos 4:31, 6:7, 13:44, 1. Corintios 14:36, Hebreos 13:7), la Palabra del Señor (1. Tesalonicenses 4:15, 2. Tesalonicenses 3:1), la Palabra de Cristo (Colosenses 3:16), la Palabra de verdad (Juan 17:7, Efesios 1:13, Santiago 1:8), la Palabra de vida (Filipenses 2:16), la Palabra de justicia (Hebreos 5:13), la Palabra de reconciliación (2. Corintios 5:19), la Palabra de salvación (Hechos 13:26) y la Palabra de la cruz (1. Corintios 1:18). La palabra o logos de Dios, es algo que viene de Dios y algo que dice de Dios. No es un descubrimiento del hombre sino que es revelación de Dios. Es algo que el hombre no hubiera podido descubrir por sí mismo.
El logos juzga (Juan 12:48), purifica (Juan 15:3, 1. Timoteo 4:5), conduce a creer (Hechos 4:4) y es lo que produce el nuevo nacimiento (1. Pedro 1:23). Por lo cual la palabra debe ser oída (Mateo 13:20, Hechos 13:7, 44), debe ser recibida (Lucas 8:13, Santiago 1:21, Hechos 8:14, 11:1, 17:11), debe ser afianzada en nosotros (Lucas 8:13), debemos permanecer en la palabra (Juan 8:31) y debemos cumplir la palabra (Juan 8:51, 14:23, 1. Juan 2:5, Apocalipsis 3:8). La Palabra debe ser testificada (Hechos 8:25, Apocalipsis 1:2), debe ser servida (Hechos 6:4), debe ser anunciada (Hechos 15:36, 17:13, 2. Timoteo 4:2), debe ser hablada con denuedo (Hechos 4:29, Filipenses 1:14), debe ser enseñada (Hechos 18:11), debe ser llevada a la práctica (Santiago 1:22), puede ser causa de persecución y sufrimiento (1. Tesalonicenses 1:6, Apocalipsis 1:9), puede dejarse de creer (1. Pedro 2:8), puede ser arrebatada y ahogada (Mateo 13:22, cf Marcos 4:15), puede ser falsificada y adulterada (2. Corintios 2:17, 4:2) y puede ser invalidada (Marcos 7:13).
“Juan 1:1 es en realidad una fuerte declaración de la deidad de Jesús y de la prioridad de la encarnación y de la expiación en la mente de Dios. Desde el principio, Dios previó la necesidad de la expiación y planificó su encarnación. (Véase 1. Pedro 1:19-20; Apocalipsis 13:8.) En el principio, la Palabra de Dios (su mente, su razón, su pensamiento, su plan) estaba con Él… La connotación no es la de una persona sentada al lado de otra, sino la de la Palabra de Dios que le pertenece o está relacionada con él.
La Palabra de Dios no es una persona distinta, así como la palabra de un hombre no es una persona diferente a él. Por el contrario, la Palabra de Dios es la suma total de su mente, razón, pensamiento, plan, y expresión, que es Dios mismo; al igual que la mente de un hombre es el verdadero y mismo hombre.
En la plenitud de los tiempos y exactamente según el plan predeterminado por Dios, la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios promulgó su plan. Se pronunció a sí mismo. La Palabra Eterna se expresó en carne humana, y en el espacio y el tiempo. En síntesis, la Palabra de Dios, es Dios autodeclarado o Dios auto-revelado.”[7]
Por eso, la Palabra de Juan 1:1, es más que un simple razonamiento (reflexión, idea o concepto) de la mente de Dios, pues fue una completa verdad que quedó guardada en Dios desde los tiempos eternos, “pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” (Romanos 16:26).
EL SIGNIFICADO DE HIJO DE DIOS
La obra más importante de la vieja creación, fue la creación del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26), por lo cual Adán llegó a ser Hijo de Dios (Lucas 3:38). “El propósito de Dios era que Adán procreara abundantemente una descendencia de personas que adoraran a Dios y se constituyeran en hijos de Dios tal y como Adán lo era. Dios le dio a Adán la orden de multiplicarse y llenar la tierra (Génesis 1:28). Adán engendraría a muchos otros hijos de Dios, así que ellos tendrían la misma naturaleza que él tenía, razón por la cual harían la voluntad del Señor. El propósito de Dios era que la humanidad llenara la tierra de gloria. La vida de Dios estaría dentro del hombre y el hombre manifestaría la naturaleza de Dios en el mundo. Dios sería entonces ‘todo en todos’. Adán como hijo de Dios tenía como propósito gobernar a la humanidad bajo su dirección y actuar como rey bajo el poder de Dios (Génesis 1:28).”[8] Lastimosamente, esa antigua creación fue manchada por el pecado de Adán.
Romanos 5:14 nos enseña que Adán es figura del que habría de venir. “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la trasgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir”. Por eso la obra más importante de la nueva creación, es que la Palabra de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros como el Hijo de Dios (Juan 1:14), el hombre perfecto, o prototipo perfecto de la generación de hombres nuevos que sería conocida como los hijos de Dios (Efesios 4:13).
La Biblia define al ‘Hijo de Dios’ como al ser humano que nació de María (Lucas 1:35), como a Dios mismo con nosotros (Emanuel) manifestado como un hombre (Mateo 1:23), como el medio que Dios utilizó para hablarnos en estos postreros días (Hebreos 1:2), como el revelador (de los propósitos) del Padre (Juan 1:18) y como la Palabra hecha carne (Juan 1:14). No existe ningún Hijo eterno, pero Aquel que se manifestó en carne como un Hijo, es el único Dios eterno (Miqueas 5:2, Juan 1:15).
“Muchos otros versículos de la Escritura revelan que solo podemos usar correctamente el término ‘Hijo de Dios’ cuando incluye la humanidad de Jesús. Por ejemplo, el Hijo fue concebido por una mujer (Gálatas 4:4), el Hijo fue engendrado (Juan 3:16), el Hijo nació (Mateo 1:21-23; Lucas 1:35), el Hijo no sabía la hora de la segunda venida (Marcos 13:32), el Hijo no podía hacer nada por sí solo (Juan 5:19), el Hijo vino comiendo y bebiendo (Mateo 11:19), el Hijo sufrió (Mateo 17:12), una persona puede blasfemar contra el Hijo pero no contra el Espíritu y ser perdonado (Lucas 12:10), el Hijo fue crucificado (Juan 3:14; 12:30-34), y el Hijo murió (Mateo 27:40-54; Romanos 5:10). La muerte de Jesús es un buen ejemplo. Su Espíritu Divino no murió, sino su cuerpo humano. No podemos decir que Dios murió, y entonces no podemos decir que “Dios Hijo” murió. Más sí podemos decir que el Hijo de Dios murió porque Hijo se refiere a la humanidad.”[9]
De esta manera, Dios pudo crear por medio de su Palabra una verdadera generación de hijos de Dios: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre [el nombre de Jesús], les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13). El apóstol Pablo también se refiere a la nueva creación en Cristo cuando escribe: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2. Corintios 5:17). El Señor Jesucristo dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). En el libro a los Hebreos, se dice que Jesús, el Hijo de Dios, llevaría a muchos hijos a la gloria (Hebreos 2:10). Más aún, Jesús, la Palabra hecha carne, se refiere a los redimidos por su obra como hermanos e hijos suyos, ya que todos son la nueva creación de Dios por medio de su Palabra (Hebreos 2:11-13). Así, Jesús el Hijo de Dios, ha podido engendrar por la Palabra a otros muchos hijos de Dios (Santiago 1:18, 1. Pedro 1:23).
Dios sabía que Adán fallaría, por eso cuando Dios creó a Adán, lo hizo pensando en el plan que tenía en mente para un futuro Hijo de Dios, quien no sería ningún otro que el mismo Dios (y no otro) manifestado en carne (Isaías 33:22, 35:4, 40:3-5, 40:9-10, Miqueas 5:2, Hageo 2:6-7, Isaías 9:6-7, 2. Corintios 5:19, Colosenses 2:8-10, 1. Timoteo 3:16, etc.)
La verdad bíblica enseña que la Palabra es el precioso plan de Dios para con la humanidad, que se reveló desde la creación del mundo, y luego por boca de los profetas anunció que Dios mismo y no otro, sería manifestado en carne para venir a salvar. Sólo con la manifestación de Dios en carne, la Palabra tomó forma personal al mostrarse como el Hijo de Dios, el hombre perfecto, que ha podido engendrar por la Palabra una nueva generación de hijos de Dios.
Jesucristo (Dios manifestado en carne como un ser humano), es la revelación máxima de Dios a favor del hombre, y por eso es llamado la Palabra (Verbo) de Dios (Apocalipsis 19:13). En estos últimos días Dios decidió hablarnos por Cristo el Hijo (el Hombre perfecto) quien es el que da razón a la existencia del universo (Hebreos 1:2). El Hijo de Dios, es la conclusión del plan eterno que Dios planeó con relación al hombre, de satisfacer su deseo de que pudieran existir muchos hijos de Dios (Hebreos 2:10), y por eso los escritores neotestamentarios, inspirados por el Espíritu Santo, dejaron registro del cumplimiento de un montón de profecías veterotestamentarias que se cumplieron en el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne (Juan 1:14). En el Hijo de Dios, la Palabra pronunciada por Dios en el pasado encuentra ahora su cumplimiento (Mateo 5:17, Lucas 24:25-27).
El Hijo de Dios es Dios manifestado en carne (Isaías 9:6, Mateo 1:23), o la Palabra hecha carne (Juan 1:14). El Hijo de Dios, es la consumación del plan eterno de Dios a favor del hombre, pues sólo por el Hijo (por Jesucristo hombre) Dios podría salvarnos (Hebreos 2:14, 1. Timoteo 2:5). El Hijo de Dios, es la más grandiosa revelación de Dios al hombre, y por ser el Hijo la Palabra hecha carne, es por eso que en estos postreros días, Dios nos ha hablado por el Hijo (Hebreos 1:2), y el Hijo es quien nos ha explicado o nos ha dado a conocer al Padre (Juan 1:18). Dios se ha revelado por medio de la creación (Romanos 1:20, Salmo 33:6, 9), por medio de su Palabra hablada (Génesis 8:15, 46:2, Exodo 3:4), por medio de la Santa Escritura (Juan 5:39), pero el Hijo es la mejor exégesis o la mejor explicación del plan eterno que el Padre tuvo a favor de la humanidad. Cristo (el hombre ungido) siendo la Palabra hecha carne, es el mediador entre Dios y los hombres (1. Timoteo 2:5), revelando las intenciones de Dios para con el hombre, y dando significado a todas sus obras (creación).
DIFERENCIA ENTRE LA PALABRA DE DIOS (VERBO, LOGOS) E HIJO DE DIOS
La “teología” trinitaria, ha hecho un uso incorrecto de los términos bíblicos ‘logos’ e ‘Hijo de Dios’, presentándolos como sinónimos cuando en realidad no lo son. Toda confusión es alejada, cuando utilizamos los términos dentro de su respectivo contexto, y no de la manera errónea y arbitraria como los reinterpreta la “teología” trinitaria. La “teología” trinitaria toma aquella porción bíblica de Apocalipsis 19:13, que llama ‘logos’ al ‘Hijo de Dios’, y asume erróneamente que el ‘Hijo de Dios’ es eterno y que estaba desde el principio con Dios, como si el Hijo hubiera preexistido a la encarnación. El ‘logos de Dios’ (Palabra de Dios) es eterno (Salmo 119:89, Isaías 40:8, 1. Pedro 1:23, Mateo 24:35), porque es el pensamiento o el plan eterno de Dios a favor de la humanidad, que existía aún antes del acto de creación y que se fue revelando de manera progresiva a la humanidad. Mientras tanto, la Biblia define al ‘Hijo de Dios’ como al ser humano que nació de María (Lucas 1:35), como a Dios mismo con nosotros (Emanuel) manifestado como un hombre (Mateo 1:23), como el medio que Dios utilizó para hablarnos en estos postreros días (Hebreos 1:2), como el revelador (de los propósitos) del Padre (Juan 1:18) y como la Palabra hecha carne (Juan 1:14). No existe ningún Hijo eterno, pero Aquel que se manifestó en carne como un Hijo, es el único Dios eterno (Miqueas 5:2, Juan 1:15).
“El término HIJO nunca se usa aparte de la manifestación de Dios en carne, mientras que el término LOGOS sí se usa aparte de ese contexto. Es debido al paradigma trinitario de las tres personas, que ellos no han podido notar esto. El término literal HIJO, al igual que el término CRISTO, nunca se utilizan aparte de la manifestación de Dios como un hombre… Usted nunca va a poder encontrar al HIJO existiendo desde la eternidad pasada, sino únicamente desde que ocurre la manifestación de Dios en carne. Es por eso que nosotros (los pentecostales apostólicos del nombre de Jesús) no aceptamos la idea de un Hijo eterno de Dios… Nosotros debemos dejar los términos tal y como están y no igualar HIJO DE DIOS con LOGOS, como los trinitarios tan ávidamente intentan hacerlo”[10].
LA PREPOSICION GRIEGA PROS (πρòς)
Cuando comprendemos los significados bíblicos de la Palabra de Dios y del Hijo de Dios, nos guardamos de ser engañados por herejías como el trinitarismo y su pariente el arrianismo.
El gramático trinitario A.T. Robertson, pasando por alto el significado bíblico de la Palabra de Dios, especuló que la preposición griega pros (πρòς) que en Juan 1:1 ha sido traducida “con” en la frase: “la Palabra era con Dios”, significaría que la Palabra es una persona divina con una cara (o rostro), lo que le permitiría estar cara a cara con Dios. Como ya hemos visto, esa posición es politeísta, innecesaria y no tiene sustento bíblico. Si πρòς significa con, esto nunca jamás contradice la Unicidad de Dios, pues la asociación no tiene que darse necesariamente entre objetos personales, sino que también puede darse entre objetos impersonales, como en las frases: puso en cuestión la identidad de la mente con la conciencia, o sus convicciones siempre han permanecido con él. La idea transmitida por el apóstol Juan, es la de la Palabra de Dios o el plan de Dios para con la humanidad, que estuvo desde la eternidad con Dios. Aún más, la preposición πρòς en el caso acusativo como el de Juan 1:1, también significa “con relación a”, por lo cual también podría decirse que la Palabra pertenece o está relacionada con Dios.
El escritor trinitario Pablo Santomauro, quien ya nos tiene acostumbrados a su pobreza gramatical tanto del idioma español como del griego (del cual presume conocer), en un tono burlón ha escrito que "no existe un solo experto en el lenguaje griego que concuerde con la interpretación de Bernard o cualquier otro unicitario"[11] Esa infortunada declaración es destruida con la revisión de la preposición πρòς en cualquier diccionario griego-español, por ejemplo el de José M. Pabón y Eustaquio Echauri que para el acusativo presenta a pros significando "con relación a"; o el libro “Atenea Método de Griego” del profesor en griego Jaime Berenger que nos da la definición de "en relación a". Lo mismo hacen obras relacionadas con el Griego Koiné; por ejemplo Barclay M. Newman, en El Diccionario Conciso Griego-Inglés del Nuevo Testamento, incluye "perteneciendo a" y "con referencia a", como significados de pros en el acusativo. El léxico de Strong dice que "pros" en el acusativo puede significar: "respecto, que es el destino de la relación". Cualquier erudito en griego y cualquier otro ser humano que no haya sido previamente afectado por el dogma trinitario, jamás concluiría que la Palabra de Dios es una persona de Dios, como tristemente lo hizo A.T. Robertson llegando a una conclusión politeísta. “Robertson y otros, tienen que dar un salto al vacío, imaginando que en el prólogo, pros de algún modo está relacionado con personas reales y verdaderas, para poder concluir un cara a cara en asociación con Dios el Padre.”[12] Cuando hacen eso, se desvían por completo de la Santa Escritura y manifiestan que en verdad son politeístas.
Notas
[1] Luís Carlos Reyes, Video Unicidad Trinidad Juan 1:1.
[2] Declaraciones tomadas de un participante con sobrenombre “juanteologo” en los post o comentarios del video de Luís Carlos Reyes titulado: Unicidad Trinidad Juan1:1, publicado en YouTube.
[3] Pablo Santomauro. “La Preexistencia de Cristo en Juan 1:1 y la Extraña Interpretación Unicitaria”
[4] Ídem
[5] La Biblia Devocional de Estudio. Introducción al Santo Evangelio Según Juan. Pág. 913. © 1960. La Liga Bíblica.
[6] William Barclay. Comentario al Nuevo Testamento –Tomo 5- Evangelio Según Juan. Pág. 13-14. Biblioteca Electrónica Cristiana Buscadores de Dios. http://www.buscadoresdedios.files.wordpress.com/2008/02/5-juan-volumen-1.pdf
[7] David K. Bernard. Viendo la Unicidad de Jesucristo. Págs 36-37. © 1994. Word Aflame Press.
[8] Julio César Clavijo Sierra. Un dios Falso Llamado Trinidad. Págs. 192-193. 1a. Edición 2007. Megapágina Pentecostales del Nombre de Jesucristo. http://www.pentecostalesdelnombre.com/dios_trino.pdf
[9] David K. Bernard. “La Unicidad de Dios”. Págs. 100-101. ©1996. Word Aflame Press.
[10] Mike F. Blume. Artículo: “El Uso Incorrecto que Hace el Trinitarismo de los Términos: "Logos", "Hijo de Dios" y "Cristo". Megapágina Pentecostales del Nombre de Jesucristo.
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[11] Pablo Santomauro. “La Preexistencia de Cristo en Juan 1:1 y la Extraña Interpretación Unicitaria”
[12] James Anderson. Juan 1:1 Con Dios y Pros. ". Megapágina Pentecostales del Nombre de Jesucristo.
www.pentecostalesdelnombre.com/con_Dios.pdf
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