Por Alfonso M. Suárez
"Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Miqueas 5:2).
Saludos cordiales en el Admirable, Glorioso y Amoroso nombre de Jesús el Cristo, (Ha-Shem, Yeshu'a Ha Mashiaj), nuestro "… gran Dios y Salvador…" (Tito 2. 13).
Uno de nuestros estudiantes del Instituto Bíblico Apostólico del Nombre Virtual Hechos 2:38 – IBANv HECHOS 2.38, nos hízo una pregunta acerca de la distorsión que la retórica trinitaria ha enseñado por siglos acerca del texto bíblico inspirado de Miqueas 5.2, cuando ha proclamado erróneamente que el Hijo (separándolo del Padre y del misterio de la voluntad de Dios) es "eterno", interpretando erróneamente la frase que dice que "… sus salidas son desde la eternidad …"
Vamos a explicar este texto diciendo primero que, en Las Sagradas Escrituras no existen, ni jamás han existido, profetas “trinitarios” ni mensajes proféticos “trinitarios”.
Por lo tanto, 100% seguros, Miqueas, ni ningún profeta de Israel enseñaron la supuesta “existencia” de un Hijo de Dios “eterno” antes de que naciese en Belén.
El contexto de Miqueas 5.2, ha sido violado, distorsionado y manipulado por la propaganda trinitaria de los católicos romanos y de los evangélicos trinitarios, para tratar de “probar” que el Hijo ya existía literalmente en la eternidad al lado del Padre, y que por lo tanto era eterno (antes de venir a Belén), según la acomodación que ellos hacen de este pasaje, apoyándose en la definición que ellos mismos inventaron y acomodaron de las “…tres personas divinas y distintas, co-iguales y co-eternas…” (o la trinidad), que se anida en sus mentes, cada vez que leen y citan las Escrituras inspiradas, y no les permite entender la verdad de un Sólo Dios.
Miqueas en este capítulo 5 de su libro, no estaba mencionando a ninguna "persona" de una supuesta trinidad. Lo que mencionó fue los dos lugares de procedencia del Hijo de Dios o el Ungido de Dios (o Mesías): un lugar celestial y el otro terrenal.
El terrenal, o primer lugar, (siguiendo la lectura del texto), de acuerdo a la promesa hecha a Israel, quien más tarde sería conocido como el Cristo, mencionando por su nombre la ciudad en donde nacería y la posición que desempeñaría, la de Señorear o gobernar a Israel en el tiempo en que Israel fuera restaurado mundialmente y para siempre (tiempo conocido como el Reino de los mil años); pues, en su primera venida, no lo reconocieron: “… A lo suyo vino, __(a cumplir su propósito eterno)__, y los suyos,__(su propio pueblo)__ no le recibieron …” (Juan 1.12).
El segundo lugar, la eternidad, para demostrar que fue allí donde se originó todo lo relacionado con el propósito de Dios, que realizó consigo mismo en el Misterio de su voluntad, en cuanto a su propia imagen (o la imagen del Dios invisible), que en el tiempo del hombre sería conocida como el Señor Jesucristo (el mismo Dios de la eternidad, “… manifestado en carne…” 1ª Timoteo 3.16).
Por eso dice: “sus salidas son desde la eternidad”; es decir, toda la actividad creativa de Dios, después de haber realizado su plan Divino, cuando comenzó a crear (ángeles, universo, tierra, etc.) , es atribuida a Jesucristo, no como un “Hijo eterno”, ni una “segunda persona divina y distinta” junto a Dios, sino como el mismo Dios que creaba todo por sí y para sí mismo.
Como consecuencia, las Escrituras le atribuyen todo acto de creación al Señor Jesucristo:
“…Todas las cosas por él, _(Autor y causa)_, fueron hechas; y sin él, nada de lo que es hecho, fue hecho …” (Juan 1.3).
Es en se sentido que, "… sus salidas (incluyendo su origen) son desde el principio "…. desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad …", sin hacerlo un Hijo "eterno", expresión o enseñanza que no aparece en las Sagradas Escrituras, y como lo corrobora Pablo en Colosenses 1. 16:
"El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas …" (Colosenses 1.15-17).
"…Primogénito de toda creación …", porque desde la eternidad, Dios tuvo al Hijo en mente (teniendo en cuenta el contexto del misterio de la voluntad de Dios realizado en ese Solo o Único Dios que habitaba la eternidad). Así que "Primogénito de toda la Creación", no significa "… la primera criatura creada …", como lo distorsionan los "testigos de Russell", al usar también Apocalípsis 3.14: "… el principio de la creación de Dios …", sino que significa que él es el origen, la causa de todo, por la cual toda la creación fue posible. Ningún texto bíblico dice que el Hijo haya sido la "primera criatura" creada, lo cual ya es una añadidura, que se convierte en una "eiségesis".
Por último, lo que los "exégetas" y "teólogos" trinitarios, no escriben en sus libros ni enseñan en sus sitios en la Internet, es que el capítulo anterior (Miqueas Cap. 4), revela al mismo tiempo, que el que vendrá para establecer la restauración total y definitiva de Israel, reinando y juzgando a todas las naciones para ser el Señor de toda la tierra, será EL MISMO JEHOVAH DIOS, de su pueblo escogido.
En resumen, Miqueas cap. 4, revela que es el mismo Dios de la eternidad y de Israel, el que vendrá, salvará y restaurará a Israel para siempre, "… porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente …" (Isaías 52.6), y "… en sus dias será salvó Judá, e Israel habitará confiado: y este será su nombre con que le llamarán: JEHOVAH, JUSTICIA NUESTRA …", (Jeremías 23.6), y ¿quien no sabe que esto se cumplirá únicamente en Jesucristo?; por esto, Jehovah Dios del Antiguo Testamento, es el mismo Jesús del Nuevo Testamento.
Miqueas cap. 5, revela que la venida, reino y restauración de Israel, será resultado de la venida y manifestación de su Mesías prometido, o de la "…simiente …" prometida a Abraham, (Génesis 17. 7,8; Gálatas 3.16).
Esto nos enseña, Hnos y Hnas, que no debemos permitir por ningún motivo, que las Sagradas Escrituras se lean o se estudien, usando la reinterpretación y redefinición que han hecho los católicos romanos y los evangélicos trinitarios modernos, pues "… ninguna profecía de las Escrituras es de interpretación privada…", o particular (2a Pedro 1.20), y no debemos pensar más allá de lo que está Escrito (1. Corintios 4:6).