Por Thomas Win Drost

 

INTRODUCCIÓN

La primera pregunta que el apóstol Pablo les hacía a las personas que parecían ser religiosos era: “¿Recibisteis el Espíritu Santo desde que creísteis?” (Hechos 19:3). O sea que, para los discípulos de la Iglesia Primitiva era muy importante si las personas habían recibido el Espíritu Santo o no. Si para ellos era importante, ¿Por qué no habrá de ser importante para nosotros hoy?

La necesidad de recibir el Espíritu Santo, todavía sigue siendo importante hoy. Debemos enfatizar lo que los discípulos de la Iglesia Primitiva profetizaban y no darle importancia a lo que ellos no le daban importancia. Por esto dice Efesios 2:20, “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas; siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo”. Con ese afán, hemos preparado este material titulado “fueron todos llenos”. Estamos dando esta serie de enseñanzas sobre el bautismo del Espíritu Santo, que representan una acumulación de muchos años de ministerio. El propósito, no solo es el de presentar las bases bíblicas para esta experiencia pentecostal, sino para que sirva de estimulo para alguno que no lo haya recibido – ¡para que lo reciba!

I. “FUERON TODOS LLENOS…”

Una de las características que observamos acerca de la Iglesia Primitiva, es que ellos obviamente creían que todos debían y podían recibir el Espíritu Santo. Note la cantidad de veces que hallamos esa expresión en el Libro de los Hechos.

–  “Y fueron TODOS llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).

– “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y TODOS fueron llenos del Espíritu Santo. Y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. (Hechos 4:31).

– “Mientras aun hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre TODOS los que oían el discurso (Hechos 10:44).

– “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos [todos] el Espíritu Santo; y hablaban lenguas; y profetizaban. Eran por TODOS unos doce hombre” (Hechos 19:6).

La verdad es esta: que no hay lugar en el Libro de los Hechos donde diga que solo parte del grupo presente, o solo unos pocos o un porcentaje reducido, recibió el Espíritu Santo. Cada vez que se describe un derramamiento del Espíritu, dice que lo recibían TODOS. Sin duda, hubo ocasiones cuando no todos lo recibieron, pero Dios no permitió que tales momentos quedaran registrados en la Biblia, porque Él quiere que le creamos, para que TODOS los que lo necesitan, reciban el Espíritu Santo.

La Iglesia Pentecostal Unida Internacional, se distingue de entre otros grupos pentecostales, en que creemos firmemente que la recepción del Espíritu Santo es para todos. No es algo meramente opcional, sino que todos lo pueden recibir. Esa convicción, esa postura, ha provocado que seamos el grupo que más gente va recibiendo el Espíritu Santo. Cuando un pastor se contenta con que los hermanos en su iglesia solo se arrepientan y que se bauticen, está diciendo con eso que no cree que el Espíritu Santo sea tan importante. O, está diciendo que realmente no le importa si esos hermanos se pierden – al no tener el Espíritu Santo. Cuando todos, o la gran mayoría de los hermanos tienen el Espíritu Santo, esa será una iglesia de más poder y mayor bendición y avivamiento.

Hay que reconocer que la recepción del Espíritu Santo no es algo que se puede lograr por los medios humanos. Uno puede lograr que las personas se arrepientan y aun que se bauticen, pero solo Dios puede llenarlos con el Espíritu Santo. Por lo tanto, la recepción del Espíritu Santo se convierte en el verdadero sello de aprobación de Dios. El individuo tiene que tener fe, y eso solo se demuestra cuando recibe el Espíritu Santo.

La Biblia nos recalca la importancia de recibir el Espíritu Santo. ¿Por qué lo deben recibir TODOS?

Jesucristo dijo: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Esa no es meramente una regla o norma de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, ¡esas son las palabras del mismo Señor Jesucristo!: “no puede entrar”. También fue el Señor Jesucristo quien dejó bien claro que “todo el que cree” debe “hablar en lenguas”. Note lo que dijo en Marcos 16:17: “y estas señales seguirán a los que creen… hablaran nuevas lenguas”. Jesús está diciendo que está dentro de la capacidad de TODOS recibir el Espíritu Santo con la señal inicial de hablar en otras lenguas.

El apóstol Pablo hace eco de ese mismo pensamiento, cuando dijo: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9). Como iglesia, no debemos descansar con las almas hasta que (1) se arrepientan; (2) se bauticen en el nombre del Señor Jesucristo; (3) reciban el Espíritu Santo; y, (4) vivan una vida de santidad ante Dios. Todos debemos hacer un esfuerzo especial por ver que las almas estén recibiendo el Espíritu Santo día a día. Claro está, no solo en cierto día (como al que se le llama día de pentecostés), ni tampoco solo en convenciones, conferencias, congresos o eventos especiales, sino que esto deber ser parte de la vida normal de toda la Iglesia. Sin embargo, aun en la Iglesia Primitiva se observa que hubo momentos especiales de mayor derramamiento del poder de Dios.

¡De todas las organizaciones religiosas, la Iglesia Pentecostal Unida tiene a más personas recibiendo el Espíritu Santo que cualquier otra. Hemos rebasado el promedio de que más de 1000 personas estén recibiendo el Espíritu Santo todos los días en todo el mundo. Estoy convencido de que antes de la segunda venida de Jesús, veremos un promedio diario de más de 3000 personas recibiendo el Espíritu Santo alrededor del mundo. O sea, ¡un día de pentecostés todos los días! ¡Creemos lo que predicamos y predícanos lo que creemos! Ya hemos entrado a un nuevo milenio y estamos cerca de la segunda venida de Jesucristo, así que, debe haber una expectativa y una fe colectiva, de que primero vamos a ver muchísimos más recibiendo el bautismo del Espíritu Santo.

Dios está derramando su poder como nunca antes en la historia. Vivimos en un mundo ya con más de seis mil millones de habitantes. Existe una posibilidad, el potencial, de un derramamiento increíble en estos últimos días. Sin embargo, para llegar a eso, tiene que ir creciendo la fe colectiva de todos. ¡Lo podemos hacer! Y, ¡lo vamos a hacer!

He observado en cerca de cuatro décadas de estar predicando el evangelio y teniendo el privilegio de ver a miles recibiendo el Espíritu Santo, que cuando se enfatiza en la recepción del Espíritu Santo; y cuando se ve el poder de Dios siendo derramado, todo eso es acompañado de muchísimas bendiciones adicionales. También se observan toda clase de milagros y sanidades.

II. ¡RECIBID EL ESPÍRITU SANTO!

Juan 20:21-22 “Entonces Jesús les dijo otra vez; paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también os envío. Y habiendo dicho eso, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

¡Esa es una orden, No es algo opcional! No es algo que, si lo quieres recibir está bien y si no lo quieres recibir está igual de bien ¡No! Ese es un mandato del Señor Jesucristo: ¡Recibid el Espíritu Santo! No podemos tomar livianamente lo que dijo y ordenó Jesús.

A continuación colocaremos porciones de la Escritura, que señalan la necesidad de recibir el Espíritu Santo para la salvación.

– Jesús le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” (Juan 3:5-7). Las palabras de Jesús son tan claras que no dejan lugar a dudas. El problema es, que los que no quieren creer lo que Él dijo, intentan neutralizar esas palabras cambiando hasta el mismo significado idiomático de las palabras.

– Pablo también dijo, escribiendo a los romanos: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” Romanos 8:9. ¡Más claro no se puede decir! Aunque también es cierto que, “no hay tan ciego como el que no quiere ver”. Pero para aquellos que quieren recibir todo lo que Dios les ofrece, todo lo que Él ha puesto a nuestra disposición, para ellos es el Espíritu Santo.

– Cuando en Juan 20:21-22, Jesús les dio la orden de que recibieran el Espíritu Santo, notamos que ellos no lo recibieron en ese preciso momento. Jesús no les dijo que lo estaban recibiendo en ese momento, sino que al “soplar”, les dio a entender que ahora el Espíritu Santo está a disposición, pero les ordenó que lo recibieran. O sea que, no lo están recibieron en ese momento, sino que se los ofreció para una fecha futura, que llegó el Día de Pentecostés después de la resurrección.

– Jesús responsabiliza al individuo. Cuando el ordenó: “Recibid el Espíritu Santo”, estaba diciendo que tú no solo lo puedes recibir, sino que lo debes recibir – que de ti depende. Algunos dicen: “bueno, cuando el Señor me quiera llenar, Él lo hará”. No señor no depende de Él. Él ya puso el Espíritu Santo a disposición de todos. Tú y yo tenemos que creer hoy. ¡Es tu responsabilidad! ¿Ya recibiste el Espíritu Santo? Si no, obedece el mandato del Señor: “Recibid el Espíritu Santo.”

III. EL DÍA DE PENTECOSTÉS

Hechos 2:1 dice: “Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos…” ¡Hoy todavía estamos en el día de Pentecostés! Allí no se refiere solamente a un día de 24 horas, sino a la era, época, dispensación. En el griego, esta palabra día se refiere a más que el periodo de 24 horas – lo mismo que en el español. Empezó en ese momento, en ese día, pero HOY TODAVIA ESTAMOS en el día de Pentecostés. Por lo menos, es así en el plan de Dios. Ahora podemos esperar lo mismo que ocurrió en ese tiempo, no solo en un periodo particular de 24 horas, SINO TODO EL TIEMPO.

Como dice Gálatas 4:4: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo…”. O sea que, cuando se dieron las circunstancias, se cumplieron los requisitos y estuvo todo listo para que Dios enviara a su Hijo, así también, el Día de Pentecostés –cuando todo se había cumplido, cuando todo estaba listo y preparado, amaneció, empezó, comenzó, se dio inicio al Día de Pentecostés. ¡Hoy todavía estamos en el Día de Pentecostés!

Pero, ¿Qué hay de sensacional o de especial con el Día de Pentecostés?

– Este fue el natalicio de la Iglesia. Este fue un día esperado y preparado con anticipación por Dios y del que se habló desde el Antiguo Testamento. Aun durante su ministerio público, Jesucristo continuamente hablaba acerca de un futuro aún más sensacional, más grande y poderoso. Jesús dijo que ese momento llegaría cuando Él ya no estaría físicamente presente. Sería más grande, sería mejor, porque Él estaría DENTRO de nosotros, estaría por todo lado: “El Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros lo conocéis porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17). ¡Todavía estamos en ese mismo día!

– ¡Dios se movilizó ese día!: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados…” hubo bulla, conmoción, acción, eventos, alboroto. Hoy podemos esperar lo mismo. Nosotros somos pentecostales, trazamos nuestro origen a ese día, y por eso somos bulliciosos como ellos lo fueron. Qué interesante de que el “estruendo” vino desde los cielos; no porque Dios estaba diciendo que solo así es válido, sino que estaba validando “el estruendo”.

– “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Fue la primera vez que los seres humanos recibían el Espíritu Santo. O sea que, por primera vez Dios entraba a morar DENTRO de los hombres y se convertían en “pequeños cristos”. La palabra “cristiano” quiere decir “cristito” o “pequeño cristo”

– Fue el día en que Dios soltó su poder milagroso y lo puso a disposición de todo el que tiene fe, todo el que quiere creer. Jesús ya había dicho: “El que en mi cree, las obras que yo hago, él las hará también, y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).

– Un deseo de ganar almas. Hubo un sentir grande de evangelizar, de comunicar las buenas nuevas, de compartir con otros lo que Dios les había dado. Una pasión por las almas se apoderó de los discípulos de la Iglesia Primitiva, una pasión de comunicarles el evangelio a otros.

¡Y hoy todavía estamos en el Día de Pentecostés! Este Día, esta época, esta era, durará hasta la 2ª venida de Jesucristo. Y hoy Dios quiere continuar derramando sus bendiciones y su poder sobre todos. Porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.” (Hebreos 13:8). Su poder no cambia, sigue siendo igual.

– En ese día empezaron a recibir el Espíritu Santo y lo siguen recibiendo todos los que creen.

– En ese Día comenzaron a bautizar a la gente en el nombre de Jesucristo y todavía lo seguimos haciendo hoy.

– En ese Día Pedro declaro a Jesús como “Señor y Cristo” y Él sigue siendo ese único Señor y Dios hoy.

– Desde ese día empezó un gran caudal de milagros, sanidades, portentos, maravillas de Dios y todavía lo sigue haciendo hoy.

– En ese día hubo una representación internacional en el primer derramamiento del Espíritu Santo; y Dios sigue llenando a miles alrededor del mundo hoy. ¡Todavía estamos en el Día de Pentecostés!

¿Qué vas hacer tú? ¿Vas a estar quejándote de que no puedes hacer ciertas cosas hasta que no tengas otras? ¿Qué estás esperando? ¡Todavía estamos en el día de Pentecostés! El poder de Dios todavía está a disposición como en el pasado. ¡Agárrate de las promesas de Dios! Levanta tu rostro. Pórtate como un verdadero hijo de Dios. ¡Hagamos proezas para Dios! ¡Hagamos! Pero no tendremos ese poder, no tendremos ese ánimo y capacidad, sin el Espíritu Santo. Las proezas y los grandes logros para Dios no se obtienen con solo hacer uso de nuestro poder y nuestras capacidades humanas. Necesitamos el poder de Dios. Jesús dijo: “Sin mi NADA podéis hacer.” Siendo que, “el Señor es el Espíritu” entonces lo necesitamos a Él en nuestras vidas.

IV. LA PROMESA DEL PADRE

Antes de ascender, el Señor Jesucristo prometió lo siguiente: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49).

O sea que Dios (quien no puede mentir) lo ha prometido. Jesús quiere que sus discípulos se den cuenta, que ese asunto de recibir el Espíritu Santo, no era algo recién decidido o inventado, sino que es una promesa que ya estaba establecida por Dios mismo.
Jesús prometió: “Yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros”. Eso era algo solemne, era una promesa del Padre celestial. Una promesa que lleva la garantía de un corazón de Padre que está interesado en el bienestar de sus hijos. Y esa promesa era que: “seáis investidos con el poder de lo alto”. ¡Que tremendo! No se trata solo de un sello o garantía de salvación – aunque también lo es. Sino una investidura – una capacitación. Y esa investidura es “con poder de lo alto”. ¿Qué más queremos o necesitamos? Todavía no se han visto del todo, las capacidades de una persona que haga uso pleno de ese poder de lo alto.

También esta expresión es sinónima del “bautismo con el Espíritu Santo”. En Efesios 1:13 dice que “fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Y Efesios 4:30, dice: “Al Espíritu Santo con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”

Esa promesa sencillamente es la venida del Consolador (Alentador), al que se refirió Jesucristo en Juan 14:16-17: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora en vosotros, y estará en vosotros”.

Note que Jesús dijo que “el mundo no le puede recibir” – o sea que ¡usted todavía está en el mundo si no lo ha recibido! Para poder recibir ese Consolador, ese Espíritu Santo, la persona que tiene que renunciar al mundo, tiene que arrepentirse y efectuar un cambio de actitud.

“Y estará EN vosotros”. También Jesús dijo lo siguiente: “Pero cuando venga el consolador; a quien yo os enviare del Padre, el Espíritu de Verdad, el cual procede del Padre, él os dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26).

También Jesús dijo: “Pero yo os digo la verdad; os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros: más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio… pero cuando venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:7, 8, 13).

O sea que, LA PROMESA DEL PADRE es Dios prometiendo que ya no solo estaría CON nosotros sino en nosotros. El momento en que Dios entra a morar en una vida o un corazón, es el bautismo del Espíritu Santo, no antes. En ningún lugar del NUEVO TESTAMENTO, dice o nos da a entender que Dios entra en otro momento, o que entra ANTES de recibir el  Espíritu Santo.

Hoy en día se ha inventado toda clase de terminología que no solo no se halla en la Biblia, sino que ni siquiera concuerda con la Biblia. Por ejemplo, se habla comúnmente de “aceptar a Cristo” y que es en ese momento cuando el Señor entra al corazón. La Biblia dice: “pues Dios no da el espíritu por medida” (Juan 3:34). O sea que, Dios no nos da un poquito en cierto momento, y luego un montón u otro poquito en otro momento. No ¡O lo tiene o no lo tiene! Por lo tanto, siendo que “el Señor es el Espíritu,” entonces el único momento cuando alguien “recibe al Señor” es cuando recibe el Espíritu Santo.”

La Biblia se expresa de la siguiente manera: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros, en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38). O sea que, lo que le mandaban los predicadores de la Iglesia Primitiva a la gente, es que se arrepintieran, que se bautizaran y que recibieran el Espíritu Santo. Y si ellos no recibían el Espíritu Santo, no tenían a Jesucristo dentro de ellos. Amigo, hermano, ¡cuando Dios entra, se va a sentir y notar! Y se nota inmediatamente cuando la persona ha recibido el Espíritu Santo. Incluso, otros también lo pueden saber: “Porque les oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (Hechos 10:46).

Qué bueno que las promesas de Dios todavía están a disposición hoy, puesto que la Biblia dice que TODAS las promesas de Dios son un gran SÍ. Note lo que dice 2. Corintios 1:20: “Porque todas las promesas de Dios son en el Sí, y en él, Amén, por medio de vosotros, para la gloria de Dios.”

También es interesante notar que Jesús les manda que no deberían hacer nada sin tener la promesa. “Quedaos en la ciudad de Jerusalén HASTA que seáis investidos con el poder de lo alto”. Está diciendo con eso, que no están en capacidad de hacer nada hasta que no tengan el Espíritu Santo. Esto todavía sigue siendo cierto hoy. ¿Tienes la PROMESA DEL PADRE? ¿Ya recibiste el Espíritu Santo? Pues, todavía ese poder, esa bendición, esa promesa, está a disposición hoy.

V. LENGUAS PARA TODOS

Marcos 16:15-16, dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas.”

La recepción del Espíritu Santo es algo tremendo, pero ¿Cómo puede uno saber que lo tiene? Siendo que es invisible, ¿Cómo se sabe si alguien ha recibido el Espíritu Santo? En la Iglesia Primitiva, lo sabían porque las personas hablaban en lenguas. Por lo tanto, hablar en lenguas es la señal inicial de la recepción del Espíritu Santo.

Las lenguas, era la señal aceptada por la Iglesia Primitiva de que una persona había recibido el Espíritu Santo. Esto se desprende de la historia que hallamos en Hechos capitulo diez, cuando se convirtieron Cornelio y toda su casa. Los de la circuncisión (los judíos) que habían ido con Pedro a la casa de Cornelio (un gentil, un no-judío), lo hicieron con ciertas reservas, ciertas dudas. Hasta ese momento, la Iglesia Primitiva solo tenía miembros judíos. Incluso, ellos no creían que el evangelio podía ser también para los gentiles – a pesar de que Jesús lo había dejado claro varias veces durante su ministerio.

Cuando los judíos cristianos que estaban en Jope se dieron cuenta que Pedro iba a visitar a unos gentiles en Cesárea, decidieron acompañarlo, no queriendo que fuera a cometer algún error. Pero Dios les tenía una sorpresa, porque “mientras aun hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de las circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo” (Hechos 10:44-45).

Pero, ¿Cómo se convencieron de que los gentiles estaban recibiendo el Espíritu Santo? El texto sigue diciendo: “Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (Hechos 10:46). Si eso fue lo que convenció a los líderes de la Iglesia Primitiva. ¿Por qué no nos vamos a convencer hoy? ¿Por qué no vamos a reconocerlo como la señal inicial hoy?

Pero eso no es todo, porque el apóstol Pedro confirmó luego que esa era la señal aceptada por todos, cuando les explicó a los demás apóstoles en Jerusalén sobre lo ocurrido en Cesárea. Note lo que él dijo en su explicación: “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, también como sobre nosotros al principio” (Hechos 11:5). O sea que, si nosotros lo recibimos así, ¿Cómo podremos dudar de lo que ellos recibieron?

Años más tarde, cuando se suscitó un argumento sobre los gentiles y se convocó el concilio de Jerusalén, el apóstol Pedro de nuevo hace mención de lo ocurrido en Cesarea, diciendo: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros” (Hechos 15:8). Es MUY evidente, que nadie podía cuestionar la recepción del Espíritu Santo por parte de la gente de la casa de Cornelio., pues se dieron cuenta que habían hablado en lenguas, como ellos al principio – o sea, se referían al Día de Pentecostés. No se podía cuestionar, porque lo habían recibido de la misma manera y con la misma señal.

Es en Hechos, el libro de experiencias, donde vemos como hacían los apóstoles. Lo que les ocurrió a ellos al ser llenos del Espíritu Santo, es lo que Dios quiere para todos hoy, porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Pedro, al referirse al cumplimiento de la profecía de Joel (Hechos 2:16, 17), nos indicó que el hablar en lenguas en esa ocasión era algo especial, único o exclusivo, cuando habló de “derramar de su Espíritu”. Él lo vio como una manifestación natural de esa experiencia. “Y para vosotros es la promesa… para todos”.

Analizaremos el principio de primera mención. Hay una regla hermenéutica (el estudio de interpretación bíblica) que se llama, el principio de primera mención. Esto quiere decir, que cuando algo es mencionado por primera vez en la Biblia, entonces allí se establece el patrón acerca de su uso o interpretación en el resto de la Biblia. Lo ocurrido en el Día de Pentecostés, es el lugar de “primera mención” cuando se refiere a la llenura del bautismo del Espíritu Santo. Este no solo es un principio hermenéutico aceptado hoy, sino que obviamente también fue el criterio de la Iglesia Primitiva.

Las lenguas atraen. En Pentecostés, los discípulos no estaban hablando en leguas por causa de la multitud, sino que la multitud se reunió a causa de las lenguas. Hay quienes intentan minimizar el hecho de que hablaron en lenguas, diciendo que lo hacían para predicarle el evangelio a la gente que venía de diferentes partes del mundo. Pero, TODOS ERAN JUDÍOS que vivían en diferentes partes del mundo, y no tenía por qué se hablárseles en el idioma de los países donde vivían. Pero, hablaban en lenguas, porque es la señal QUE DIOS ha establecido.
1 Corintios 14:22, claramente nos dice que “las lenguas son por señal” y dice que son por señal, “no a los creyentes, sino a los incrédulos”, o sea que el que todavía no está convencido de que alguien ha recibido el Espíritu Santo, se debe convencer cuando lo oye que habla en lenguas.

El hablar en leguas quedo establecido como señal inicial de la recepción del Espíritu Santo en:

– Pentecostés (Hechos 2:4).

– La casa de Cornelio (Hechos 10:46).

– En Éfeso (Hechos 19:6).

– En Samaria. (Hechos 8:15).

– También en Samaria, es muy evidente que lo que asombró a Simón el mago fueron las lenguas (Hechos 8:18).

– Luego, el apóstol Pablo nos dice que, “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (I Corintios 14:18). Es obvio que él creía que estaba muy a favor del hablar en lenguas como señal inicial de la recepción del Espíritu Santo.

Incluso, desde el Antiguo Testamento, Dios ya estaba preparando el camino, ya estaba anticipando esto, cuando dejó establecido como parte de la profecía de lo que ocurriría en el futuro, que “en la ley está escrito: en otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo” (I Corintios 14:21; Isaías 28:11-12).

Sin embargo, considero que tenemos el ejemplo para esto en el hablar natural de un niño. ¿Cuánto tiempo tiene que hablar un niño antes de que los padres se emocionen y empiecen a decir que ya está hablando? No mucho. Lo mismo ocurre cuando alguien está “naciendo de nuevo”. Eventualmente su nuevo lenguaje se va a desarrollar, pero lo que interesa es que primero diga esas palabras, esas extrañas lenguas.

Las lenguas son una buena prueba de obediencia. Uno debe obedecer aunque no entienda o no lo crea racional, sino porque obedece el impulso del Espíritu de Dios. “porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).

En la Biblia, no tenemos ninguna explicación del por qué Dios ha decidido usar las lenguas como señal inicial de la recepción del Espíritu Santo. Primero, porque Dios no nos tiene que explicar nada – no nos debe explicaciones. Pero la Biblia sí nos da a entender, que es una demostración de que esa persona, por fin se ha sometido completamente a Dios.

Notemos lo que dice Santiago 3:3-5 “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero que se jacta de grandes cosas. He aquí, cuan grande bosque enciende un pequeño fuego”. Luego dice: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.” (Santiago 3:6-8). O sea que Dios demuestra que ya tiene el control total cuando puede terminar controlando la lengua de una persona que no se la puede controlar ella misma. Hablar en lenguas es “el freno” de Dios, es el “timón” de Dios.

Dios ya ha demostrado en otros momentos en la Biblia, que puede hacer que alguien hable algo diferente. Por ejemplo, tenemos la historia de la torre de babel, donde Dios le cambió el lenguaje a todos los habitantes de la tierra. Si lo hizo en aquel entonces, ¿Por qué no lo puede hacer hoy? (Génesis 11:7-9).

Incluso, Dios hasta hizo que hablara un animal –que normalmente no hablan–. Esto lo tenemos en la historia de la asna de Balaam, que habló. (Números 22:30). ¿No puede hacer Dios que humanos que ya hablan, hablen en lenguas? “Dios no hace acepción de personas”. Incluso, Dios ha usado el NO HABLAR como castigo en más de una ocasión en la Biblia. Por lo tanto, no seas como Zacarías que fue enmudecido por su incredulidad: “Y ahora quedaras mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán en su tiempo” (Lucas 1:20). También Dios castigó a Ezequiel con no hablar (dejándolo mudo) por no obedecerle a Dios (Ezequiel 3:26).

Los que creen hablan en lenguas, ¿Por qué? ¡Porque creen! ¿Le crees? Así se recibe ¿Ya lo tienes?

VI. LENGUAS COMO SEÑAL

La Biblia enseña claramente que todo creyente debe recibir el Espíritu Santo. Después de haber resucitado, Jesucristo les mandó a sus discípulos diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). ¡Esa es una orden!

Pero, ¿cómo puede saber uno si ha recibido el Espíritu Santo, siendo que es invisible? En hechos 2 hallamos una descripción gráfica de la recepción del Espíritu Santo en el día de Pentecostés – “cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daban que hablasen.” (Hechos 2:1-4).

Hablar en otras lenguas fue la primera evidencia de la recepción del Espíritu Santo. Era lo primero que hacían. Otras evidencias fueron vistas después, pero las lenguas era la prueba más inmediata.

Este fenómeno sin precedentes, causó que varias opiniones fueran expresadas por los que lo presenciaron – lo mismo ocurre hoy. Aquellos que habían oído y visto las acciones de los que habían sido llenos del Espíritu, “estaban atónitos… confusos… maravillados…perplejos…”, y otros se burlaban diciendo “están llenos de mosto”.

Pero el apóstol Pedro dijo: “Estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”. Los creyentes ni se daban cuenta de la crítica de la turba porque estaban rebosando de alegría con esa nueva experiencia pentecostal. Veamos la evidencia bíblica:

– En el día de Pentecostés hablaron en lenguas al recibir el Espíritu Santo. Allí se establecía el patrón, el modelo.

– Cornelio y los de su casa recibieron el Espíritu Santo aproximadamente 8 años después del día de Pentecostés (Hechos 10:44-48). Lo recibieron igual. Dice que “El Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso” los judíos estaban atónitos de que también los gentiles recibieron el Espíritu Santo. Pero ¿Cómo lo sabían? El versículo 46 lo explica: “Porque los oían que hablaban en lenguas y que magnificaban a Dios”. Ellos no esperaban que los gentiles recibieran el Espíritu Santo, pero al oírles hablar en lenguas no podían dudarlo, quedaron convencidos. Hablar en lenguas fue la señal inicial de la recepción del Espíritu allí, al igual que en el día de Pentecostés. Y luego Pedro dijo: “cayó el Espíritu Santo sobre ellos TAMBIEN, COMO en nosotros al principio” (Hechos 11:15). Eso pasa también hoy.

– Los discípulos en Éfeso hablaron en lenguas (Hechos 19:6). Hasta que Pabló hablo con ellos, ignoraban lo del Espíritu Santo – al igual que muchos hoy en día. Pero esa ignorancia no les impidió hablar en lenguas cuando recibieron el Espíritu Santo. Eso ocurrió 21 años después del día de Pentecostés. Lo recibieron al igual que todos los demás lo habían recibido y lo habrían de recibir.

– Los samaritanos recibieron el Espíritu Santo, pero las Escrituras no especifican si hablaron en lenguas o no (Hechos 8:17). Esto ha sido causa de que algunos lo señalen como un ejemplo donde no hablaron en lenguas. Pero al hacer un estudio minucioso, se da a entender. Tendría que haber alguna clase de señal, alguna manifestación que causara que Simón el mago, deseara tener ese poder. Note el versículo 18: “cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero.” Si no fueron lenguas, ¿Qué le llamo entonces la atención? La mera imposición de manos no era suficiente, algo más lo acompañaba – las lenguas. Tampoco podría ser una mera manifestación de gozo, porque antes que llegaran los apóstoles había gozo en la ciudad (versículo 8).

Además, cuando los apóstoles llegaron a Samaria se dieron cuenta que los samaritanos aun no habían recibido el Espíritu Santo (Versículos 15 y 16). ¿Cómo podían establecer eso? No era por falta de gozo, ni por falta de no haber vidas ya cambiadas, puesto que aun Simón había cambiado algo. Tampoco era por falta de milagros. Pero era por falta de la señal inicial (lenguas) que sabían que aun no lo tenían.

– Hay aquellos que dicen que si las lenguas acompañaron la recepción del Espíritu Santo en Samaria, lo debería decir. Pero eso no es cierto. Para los de la Iglesia Primitiva era sobre-entendido que recibir el Espíritu Santo era acompañado con hablar en lenguas. Por lo menos esto no se relató en el caso de Saulo. Según el relato de Hechos 9:17 Saulo recibió el Espíritu Santo cuando también recibió la vista. Sin embargo, allí no dice que habló en lenguas. Pero, de que habló en lenguas está claro por lo que dijo Pablo después en 1 Corintios 14:18 : “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros”.

Cualquiera que quiere recibir el Espíritu Santo hoy, lo experimentará de la misma manera. Porque “Jesucristo ES el mismo ayer, hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:6). Su evangelio no ha cambiado, ni la aplicación del evangelio. “Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29). Y Pedro dijo: “Porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos, y para TODOS los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:29). Y Jesús declaró: “Estas señales seguirán A LOS QUE CREEN… hablaran nuevas lenguas” (Marcos 16:17).

¿Crees? Si crees de verdad, de todo corazón y con toda sinceridad y honestidad, recibirás la experiencia lo mismo que los primeros discípulos. Sin la señal inicial de hablar en lenguas no puedes decir que tienes el Espíritu Santo. Donde no hay fuego, no hay humo, y el “humo” (señal) del Espíritu Santo son las lenguas.

¿Qué es una “señal inicial”? EJEMPLO: Supongamos que al ver un camión estacionado, vemos que el chofer entra para encender el motor. ¿Cuál es la evidencia inmediata (inicial) de que esta encendido? Pues el ruido mismo del motor. Así también con el bautismo del Espíritu. La señal convincente o inicial es hablar en lenguas – después habrán otras. Por cierto, no se ha encendido el motor solo para oír el ruido, pero sí es la primera evidencia. Así también, Dios no nos ha dado el Espíritu solo para hablar en lenguas, pero sí es la señal que Él ha establecido, por medio de la cual uno sabe si ha recibido o no el Espíritu Santo.

VII. GLOSOLALIA – LO QUE NO ES

1 Corintios 14:1-2: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis, porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende aunque por el Espíritu habla misterios.”

Fue Pedro al que en el Día de Pentecostés le tocó responder a la pregunta ¿Qué es esto? No explicó mucho acerca de la señal, porque estaba ocupado predicando a Cristo – a quien señala la señal. Pero sí hizo mención de algunas cosas.

Pedro empezó diciendo lo que no era: “Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”. (Hechos 2:15). Primero les contestó a los burladores. Por lo tanto, así como Pedro empieza explicando lo que no era, también haremos así ahora. Las lenguas no son.

– Habilidad Lingüística para predicar el evangelio, como algunos intentan decir. Hay que recordar que los discípulos empezaron a hablar en lenguas ANTES de que llegase la multitud. O sea, no hablaban PARA la multitud. No dice que “predicaban” o testificaban en lenguas. Eran alabanzas en lenguas. El único que predicó fue Pedro y lo hizo en el idioma conocido por todos. Fue entonces cuando preguntaron, ¿Qué haremos?

La Biblia nos muestra que las lenguas nunca fueron usadas para predicar. Pablo muestra que para eso no se usan (Lea 1 Corintios 14:13-19). Además, ¿Para qué necesitarían las lenguas los corintios, si todos hablaban el mismo idioma? La regla general es que “nadie le entiende”.

– Que era un milagro en los oídos, en vez de las lenguas. O sea, hay quienes dicen que no era que hablaban, sino que los oían hablando otros idiomas. Pero la Biblia es clara: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4, 6, 11). Eso es transferir el milagro de los que tenían el Espíritu Santo a los que no tenían. Pablo hablando de abusos (en 1 Corintios 14) no exhortó a los que “oyen”, sino a los que “hablan lenguas.”

– Que eran idiomas aprendidos rápidamente. Pero Pablo da a entender que no entendía lo que hablaba: “Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto” (1 Corintios 14:13-14). Además, ¿Para qué? ¿Cuál sería el propósito de eso?

– Hay quienes llegan al extremo de decir que, “es del diablo”. Pero la Biblia dice que: “Por sus frutos los conoceréis” (Juan 4:1-3). Si fuera algo del diablo ¿Cómo vamos a explicar el cambio de y en la vida de las personas que reciben el Espíritu Santo?

– Que sólo es emocionalismo: El hombre acepta emoción en cualquier otra cosa menos en la religión. Pero el ser humano es un ser emocional. La mejor emoción debe ser de parte de Dios.

– Que solo algunos hablan en lenguas y que otros reciben otros “dones”, pero Jesús dijo que era “para todo el que cree” (Marcos 16:18). Hay diferencia entre la señal y el don.

– Que solo era para la Iglesia Primitiva: Ni Jesús, ni otros dijeron que ya no se usarían las lenguas. Al contrario, es “para todos”. Así lo dijo Pedro en el día de Pentecostés. Jesús dijo que, “estas señales seguirán a los que creen…” (Marcos 16:18). Las lenguas fueron dadas a la iglesia universal.

– No han cesado. Algunos citan 1 Corintios 13:8 donde dice: “el amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabaran, y cesaran las lenguas, y la ciencia acabara”. Cesaran cuando venga “lo perfecto” (Versículo 10). Aquí más bien enseña la continuidad de las lenguas hasta la 2ª venida de Cristo. Como lo dice en 1 corintios 1:7: “de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”. Se necesita de las señales tanto para la confirmación de la Palabra oral como la Escrita. Las lenguas cayeron en desuso, cuando se exaltó el uso de métodos naturales.

LO QUE ES. Una comunicación sobrenatural con Dios. Pedro dijo que era el cumplimiento de la profecía de Joel; “Mas esto es lo dicho el profeta Joel; y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños” (Hechos 2:16-17).

VIII. GLOSOLALIA: DIFERENCIA ENTRE SEÑAL Y DON

1 Corintios 12:30 “¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?”

Las lenguas es un tema de gran discusión. Hay quienes dicen que no son para hoy, pero sin embargo, miles las están recibiendo. Otros dicen que no todos hablan en lenguas, solo algunos, pero ¿Por qué contentarse con una experiencia inferior a la que tenía la Iglesia Primitiva? Y Dios la ofrece a todos (Hechos 2:39). Somos testigos vivos de que TODOS pueden tener esta experiencia si quieren. Miles la están recibiendo.

Sin embargo, los que hoy intentan descartar el hablar en lenguas, citan ciertos pasajes en 1. Corintios para decir que las lenguas no se practican correctamente. Lo interesante del caso, es que frecuentemente los que usan este argumento, no han recibido el Espíritu Santo y por lo tanto no han hablado en lenguas. Ese es un argumento hipócrita.

Hay una gran diferencia entre la señal y el don. Hay una diferencia entre las lenguas como señal y como don. No obstante tienen mucho en común: son lenguas motivadas por el Espíritu y son un milagro. Su diferencia radica en su propósito y uso. La señal es para todos (Marcos 16:17), el don no (1 corintios 13:30). Aunque es lógico que antes de tener el don de lenguas, una persona tiene que haber recibido el don mayor, el don del Espíritu Santo.

La Biblia también habla acerca de la interpretación de lenguas. (1. Corintios 14:13, 28). “Por lo cual, el que habla en lenguas extraña, pida en oración poder interpretarla… y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios”. Sin embargo, notamos que esto no se exigió a los que recibieron el Espíritu en Hechos tales como Cornelio, los de Samaria, los de Éfeso. ¿Por qué? Porque en esas ocasiones, las lenguas no eran para ministrar o para edificación, sino para anunciar la recepción del Espíritu.

La Biblia también habla acerca de la cantidad de los que deben hablar en lenguas en una reunión: “si alguno habla en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete” (1. Corintios 14:27). Esto no se exigió en Pentecostés. En Pentecostés, 120 personas hablaron en lenguas a la vez. Dios los llenó y Dios no inspira algo que luego le contradice. La señal de lenguas sirve una vez para establecer el bautismo en el Espíritu Santo, pero el don de lenguas tiene su lugar en forma continua y permanente en la Iglesia. La señal es para todos, el don es para algunos.

No se debe exigir que una persona (como señal) hable de cierto modo, cierto tiempo, ni cierta cantidad de veces. Pero, cuando se trata de la operación del don de lenguas, entonces sí. Hay lenguas para alabanza, intercesión, y el don de lenguas (mensaje). Solo cuando es un “Mensaje en lenguas” es que necesitan ser interpretadas. Procuremos lo mejor. “procurad, pues, los dones mejores” (1. Corintios 12:31).

IX. EL SONIDO DEL ESPÍRITU

Jesús dijo en Juan 3:7-8: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de donde viene ni a donde va; así es, todo aquel que es nacido del espíritu.”

La conversación que tuvo el Señor Jesucristo con Nicodemo es muy interesante, puesto que le habla de cosas que no se mencionan en otra parte de la Biblia. Por ejemplo, este el único lugar en toda la Biblia donde menciona la expresión “nacer de nuevo”. Pero siendo ese el caso, no hay que andar buscando en algún otro lugar de la Biblia por la interpretación de lo que eso quiere decir o no, pues aquí mismo el Señor Jesús nos dice a qué se refiere cuando dijo: “El que no naciere de agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios” (Versículo 5).

Siendo que Nicodemo era un “principal” entre los fariseos, conocedor de las Escrituras y un hombre intelectual, Jesús le habla de cosas profundas, que al momento Nicodemo no las entendió. En especialidad, las palabras halladas en el versículo 8 lo dejaron perplejo, porque él mismo preguntó: ¿Cómo puede hacerse esto? (versículo 9). Nicodemo tendría que esperar hasta después del Día de Pentecostés para saber la respuesta del por qué Jesús estaba hablando acerca de un fenómeno o experiencia que no se había visto antes – el bautismo del Espíritu Santo.

Queda evidenciado que Jesucristo está hablando claramente del bautismo del Espíritu Santo, cuando dijo: “así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Hablando aquí con Nicodemo, Jesucristo presenta cual es la evidencia del nacimiento en el Espíritu: (1) un sonido y (2) algo que se siente.

Hay mucho que no sabemos del Espíritu, porque es una dimensión diferente. Eclesiastés 11:5 dice: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o como crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas”. La palabra “viento”, también puede traducirse “espíritu”, o sea que la Biblia nos señala que hay ciertas cosas acerca del espíritu; acerca de mover el Espíritu de Dios, que no las podemos entender. Pero, SÍ HAY ciertas cosas que evidencian la presencia de ese Espíritu invisible.

Note como Jesucristo compara la manifestación del espíritu al viento. ¿Qué hay notable acerca del viento, que Jesús quiere que notemos? El viento no se ve; pero sí se oye y se siente, por lo cual uno sabe aún cuando hay una pequeña brisa. Además de que se oye y se siente, también el viento refresca. Aunque el viento es invisible, también se ven LOS EFECTOS del viento. Aunque uno esté encerrado en una casa, uno puede ver como el viento mueve los árboles y plantas. Así también, después que una persona recibe el Espíritu Santo, deben verse los efectos del mover, o de la presencia de Dios en esa vida – debe notarse una vida de santidad y que quiere agradar a Dios.

Jesús dijo: “Así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. No hay algo visible, pero sí se siente y hay algo que se debe oír.

¿Cuál es el sonido del espíritu? Bueno, vayamos a la Biblia para hallar la respuesta. En Hechos 10:48, cuando Pedro y los discípulos judíos llegaron a la casa de Cornelio (un romano), quedaron asombrados de que también ellos estaban recibiendo el Espíritu Santo. ¿Cómo lo sabían?  “Porque los oían que hablaban lenguas, y que magnificaban a Dios”. O sea que fue por algo que oyeron.

El sonido del Espíritu son lenguas – además de lo que siente el individuo. Esa es la evidencia de que allí esta soplando el Espíritu Santo. En los Hechos, siempre se oía cuando alguien nacía del Espíritu. No ves el Espíritu, pero sí lo oyes y lo sientes – lenguas.

Algunos dicen que la evidencia de que alguien ha recibido el Espíritu Santo es el fruto del Espíritu, por lo cual es muy importante que se observe que el fruto del Espíritu en todo creyente, no es la evidencia INICIAL. ¿Por qué? Porque el fruto se ve, y Jesús da a entender que esa evidencia inicial sería algo que no se vería: “No sabes de donde viene ni a donde va”.

Además, el fruto solo era usado para conocer la identidad y autenticar a los profetas, y no como evidencia del Espíritu. Cuando Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-16), él estaba hablando acerca de identificar a los profetas.

Aquello que se oye, aquello que Jesús quiso enseñarle a Nicodemo que serviría como evidencia de la presencia del Espíritu de Dios en alguien que estaba naciendo “del espíritu”, es el hablar en lenguas. Y esto fue lo que se observó en la vida de los discípulos de la Iglesia Primitiva.

¿No se ha oído el sonido del Espíritu en ti? ¡Entonces todavía no ha posado en tu vida el Espíritu de Dios! ¡Necesitas el sonido!

 

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