Por David K. Bernard.

Tomado del Libro Historia de la Doctrina Cristiana Vol 2. Págs. 96-108.

Uno de los hombres más asombrosos que produjo la Reforma, fue Miguel Servet. No solo su teología es única, sino que podría ser considerado tanto un espiritualista como un racionalista. Solo catorce años después del comienzo de la Reforma, aplicó un restauracionismo a fondo sobre la doctrina de Dios, negando el dogma tradicional de la Trinidad, mientras que defendía la plena Deidad y la plena humanidad de Jesucristo. Debido a su especial interés para los Pentecostales Unicitarios, vamos a hablar de él en cierto detalle.



Vida



Michael Servetus, es el nombre latino de Miguel Serveto y Conesa, alias Revés, un español que nació en 1511 (o posiblemente 1509) en una familia noble, y devota del catolicismo. A la edad de catorce años entró al servicio de Juan de Quintana, un fraile franciscano y doctor de la Universidad de París, que se convirtió en el confesor del emperador Carlos V. En su adolescencia, Servet pasó dos años estudiando derecho en la Universidad de Toulouse en Francia. Allí vio por primera vez la Biblia completa, y participó de un estudio en grupo de la Biblia junto con otros estudiantes. Las Escrituras, lo llevaron a una experiencia que transformó su vida.



En 1530, Miguel Servet acompañó a Quintana en un viaje a Italia, para la coronación de Carlos V en Bolonia. Luego, al parecer, viajó a Alemania con el partido imperial para la Dieta de Augsburgo, donde los principales protestantes presentarían sus puntos de vista al emperador. Poco después, Miguel Servet,  separado del servicio de Quintana, apareció en Basilea, Suiza, debatiendo con los líderes de la doctrina protestante. Él También pasó algún tiempo en otra ciudad a lo largo del río Rin, que era la ciudad alemana de Estrasburgo (actualmente Estrasburgo, Francia).



Servet estudio la Biblia en Toulouse, convencido de que la Iglesia Católica Romana estaba en grave error. Su viaje a Italia, lo expuso a analizar las ceremonias religiosas de aquella iglesia, lo mundano en los altos círculos de la misma y la adulación al Papa, lo que confirmó sus opiniones. Mientras que simpatizaba con las críticas de los protestantes hacia el catolicismo, llegó a la conclusión de que los protestantes estaban equivocados en algunos puntos importantes, particularmente en la trinidad, la predestinación individual y el bautismo de niños.



En 1531, a los veinte años, Servet publicó en  Estrasburgo, Los Errores de la Trinidad, en la que desafió a la doctrina tradicional de la trinidad. Es notable por su originalidad y erudición. Al año siguiente, publicó Dos Diálogos Sobre la Trinidad.



Obligado a huir para salvar su vida debido a sus puntos de vista poco “ortodoxos”, Miguel Servet fue a Francia, donde se dio a conocer bajo el nombre de Michel de Villanueve (por su ciudad natal). Allí se convirtió en un prominente médico, escritor y editor. Él fue compañero de trabajo del famoso anatomista Vesalio, y fue el primero que en occidente descubrió y registró la circulación pulmonar de la sangre (desde el pulmón derecho hacia el lado izquierdo del corazón). Comenzó una correspondencia extendida con Juan Calvino, el líder de la Reforma en Ginebra. Él envió a Calvino una copia manuscrita de su obra principal, La Restitución del Cristianismo, que publicó en secreto y de forma anónima a principios de 1553.



Como lo indica el título del libro, Servet quería no sólo una reforma, sino la restauración del cristianismo. Llegó a la conclusión de que la iglesia cayó en apostasía en el cuarto siglo, con la adopción de trinitarismo en el Concilio de Nicea, la fusión de la iglesia y el Estado bajo Constantino, y la consolidación del poder eclesiástico en el Papa. Al igual que los reformadores, consideró a la Iglesia Romana como el sistema del Anticristo, y enumeró sesenta señales del  reinado del Anticristo, entre las que se incluían la doctrina de la trinidad, el bautismo de niños, la misa y la transubstanciación. Además, consideró a los protestantes esencialmente como ramas del mismo sistema, quienes no podían representar con exactitud a la verdadera iglesia. Él creía que este sistema pronto caería, y la época actual se acabaría en el siglo XVI. Sintió que su función era la de anunciar la restauración del verdadero cristianismo, a pesar de que sentía que probablemente iba a morir en el intento.



Las autoridades de Francia arrestaron a Miguel Servet bajo la acusación de herejía, siendo alertados por uno de los amigos de Calvino en Ginebra, quien probablemente actuó a instancias de Calvino. Durante su arresto se las arregló para escapar, al parecer con la ayuda de amigos influyentes. El tribunal Católico lo condenó a morir y quemaron una efigie suya, junto con algunas copias de sus libros.



Miguel Servet se escondió durante varios meses, y finalmente decidió huir a Italia. En el camino, cometió el error fatal de pasar por Ginebra y permanecer allí por un tiempo. Estando un domingo en la Iglesia de Ginebra, fue reconocido y se le informó a Calvino, quien de inmediato lo arrestó y juzgó por herejía. Con la aprobación de Calvino, el consejo de la ciudad protestante de Ginebra, lo condenó a morir por dos razones: negar el bautismo de niños y negar la trinidad. El 27 de octubre de 1553, a la edad de cuarenta y dos años, fue quemado en la hoguera. En medio del humo de las llamas, gritó sus últimas palabras: "¡Oh Jesús, Hijo del Dios eterno, ten piedad de mí!" [4] Murió después de una hora y media de tortura.



Farel, un colega de Calvino, señaló que el cambio del orden de una palabra, el adjetivo "eterno" antes "de Dios", para decir “Hijo eterno de Dios”, le habría salvado. Por lo tanto, los moribundos gritos de Miguel Servet eran "un último gesto de desafío hacia aquellos hombres y una confesión a Dios" [5]

Grabado sobre la muerte de Michael Servetus


Doctrinas de Dios y de Cristo



En su primer libro, Servet comenzó su discusión acerca de la Divinidad, mediante la identificación de Jesucristo como un verdadero hombre. El Hijo no es una persona eterna, sino un hombre. El Hijo es un ser humano como nosotros en todos los aspectos, pero sin pecado, aunque tenía un cuerpo espiritual y un alma enviada desde el cielo. El Hijo de Dios vino a la existencia real en la Encarnación, pero podemos hablar de su preexistencia en la mente de Dios. Es en ese sentido, que en su último libro, Servet estuvo dispuesto a hablar de la generación de la Palabra o Hijo, antes de la creación.



Servet explicó que los títulos del Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, se refieren a un solo Dios en tres maneras de actuar en esencia, modos o manifestaciones. La Palabra es la autocomunicación de Dios – su autoexpresión, que se inició en la creación. La Palabra no es lo mismo que el Hijo, porque el Hijo se refiere a la Encarnación. El Espíritu Santo es Dios en actividad, en el ejercicio de su poder.



Sólo hay una hipóstasis de Dios, no tres. [6] (hipóstasis, es una palabra griega que originalmente significaba "sustancia o ser", pero los  trinitarios la usaban para significar "persona"). Miguel Servet estuvo dispuesto a utilizar la palabra latina para "personas", pero sólo en el sentido original de "manifestaciones" o "disposiciones" (para él, el equivalente de la palabra griega oikonomia).



Como consecuencia de su doctrina, Servet creía que Jesucristo no sólo es el Hijo de Dios, sino Dios también. Él es la revelación del Padre, la Deidad total, en carne:



[Cristo] "es realmente el Padre… Él mismo, es la imagen del Padre, no hay ninguna otra persona de Dios sino Cristo, no hay otra hipóstasis de Dios sino Él… Ellos [los trinitarios] dicen que solo una parte, yo digo que toda la naturaleza de Dios está en Él. En Él está toda la Deidad del Padre… Él es Dios y Señor del mundo… El Padre está en el Hijo" [7]



De Colosenses 1:19 y 2:9, Servet enseñó que "Toda la plenitud de Dios, de Dios Padre, junto con toda la plenitud de sus propiedades, cualesquiera que sea que Dios tenga, estas habitan plenamente en este hombre". [8]



Debido a algunas de las declaraciones posteriores de Miguel Servet, Calvino y otros lo acusan de ser un panteísta. Sin embargo, Roland Bainton, su biógrafo moderno más importante, llegó a la conclusión de que "Es más bien un emanacionista. Dios confiere el ser, la esencia, la particularidad en todo lo que es y Dios sostiene todas las cosas”. [9]



Doctrina de la Salvación



Servet enseñó la salvación por gracia mediante la fe. La gracia "nos hace libres del pecado, nos justifica libremente, derrama el Espíritu Santo sobre nosotros, otorga el reino de los cielos sobre nosotros". Estuvo en oposición a Lutero y a Calvino, quienes rechazaron enérgicamente "la servidumbre de la voluntad" y se asociaron con la doctrina de la predestinación individual (o elección incondicional). Él criticó la doctrina de Lutero de la justificación por fe, porque minimizaba el valor de las buenas obras y la supremacía del amor. Servet negó que cualquiera pudiera ser salvo por obras, pero se encontraba en un término medio entre el catolicismo y el luteranismo, ya que defendía la salvación por la fe, mas sin embargo prestaba la debida atención a la santificación y al amor. La verdad, dijo, es que recibimos la vida eterna por la gracia y la fe, y "la recompensa de la gloria es aumentada en obras de amor". Comenzamos con la fe y somos perfeccionados en el amor. [10]



Servet afirmó la necesidad de nacer de nuevo del agua y del Espíritu. Para Servet, al igual que para los católicos y luteranos, pero a diferencia de los reformados, el bautismo en agua es esencial para la regeneración. Sin embargo, él no creyó que los niños que morían sin ser bautizados estaban sin salvación. Pensaba que la edad de conciencia del pecado es de unos veinte años, y que el bautismo es sólo para aquellos que se arrepienten y creen. Este debe ser administrado por inmersión, y preferentemente a la edad de treinta años en imitación a Cristo.



Miguel Servet no prestó atención especial a la fórmula bautismal, pero creyó que el nombre completo de Dios estaba investido en Cristo. Explicó que Mateo 28:19 no enseña tres seres, sino uno:



"En el nombre del Padre, porque Él es el primero, verdadero y fuente original de todo don. En el nombre de JESUCRISTO, porque a través de Él tenemos la reconciliación de este don, “no hay otro nombre bajo el cielo, en el cual podamos ser salvos”. Y en el nombre del Espíritu Santo, porque todos los que son bautizados en el nombre, reciben el don del Espíritu Santo". [11]



Aquí identificó a Jesucristo, como el único nombre salvador según Hechos 4:12, y como Justino e Ireneo en el segundo siglo, citó el nombre en lugar del título de "Hijo". En una carta a Calvino, Servet se refiere a Juan 3:5 y Hechos 2:38, para establecer la necesidad del arrepentimiento y del bautismo, e instó a Calvino a ser bautizado y a recibir el Espíritu:



"Sostengo que la regeneración viene a través del bautismo… ¿No está escrito que hemos nacido de nuevo por el agua?… Como preludio al bautismo, Pedro requirió el arrepentimiento. Deje entonces que los niños se arrepientan, y usted arrepiéntase y venga al bautismo, después de que tenga verdadera fe en Jesucristo, a fin de que pueda recibir el don del Espíritu Santo prometido allí". [12]



Si bien, Miguel Servet enseñó la necesidad de recibir el Espíritu Santo, algunas de sus declaraciones indican una recepción automática del Espíritu Santo en el bautismo. En otros lugares, sin embargo, vincula con la fe el recibir el Espíritu. Él no describió una experiencia tangible y emocional de recibir el Espíritu.



Miguel Servet no identificó el hablar en lenguas como la evidencia inicial de recibir el Espíritu Santo, pero sí indicó que en la verdadera iglesia habría dones milagrosos del Espíritu. [13] En una referencia intrigante, Calvino indicó que Miguel Servet reclamaba hablar en lenguas, pero en el contexto de Calvino, probablemente esto quería decir que contaba con una habilidad ligüística naturalmente adquirida. [14]



Es interesante observar que al igual que Calvino, Servet rechazó la transubstanciación, pero enseñó que recibimos alimento espiritual a través de la Eucaristía.



Como una muestra de los puntos de vista de Servet, así como de su fuerte lenguaje, aquí hay un extracto de una carta que dirigió a Abel Poupin (un ministro de Ginebra), que fue leída en su juicio:



"Tu evangelio está sin el único Dios, sin la fe verdadera, sin las buenas obras. Porque el único dios que tú tienes es un Cerbero de tres cabezas [en la mitología griega, el perro con tres cabezas que guarda la entrada del Hades]; para la fe verdadera tú tienes un sueño fatal, y dices que las buenas obras son mostradas en vano. Para ti, la fe en Cristo es mera farsa que no efectúa nada, la humanidad para ti no es más que un mero tronco, y tu dios un monstruo de voluntad arbitraria. Tú no reconoces la regeneración celeste por el lavamiento con agua, sino que lo tratas como un cuento ocioso, y cierras el reino de los cielos contra la humanidad como una cosa de imaginación. ¡Ay de ti, ay, ay!". [15]



Simpatizantes



Al principio, Servet parecía estar cerca de convencer a muchas personas. En Estrasburgo, algunas personas "lo compararon a las estrellas." Los líderes no reformados, Martín Bucer y Wolfgang Capito, inicialmente fueron amigables, y "Capito pensó en favorecer sus puntos de vista". Ecolampadio, un líder Reformado de Basilea, escribió a Ulrico Zwinglio que algunos de los estrasburgueses habían aceptado los puntos de vista de Servet. Sebastián Franck, escribió a un amigo que "El español Servet, se sostiene en su posición de que no hay más que una persona de Dios. La Iglesia Romana sostiene que hay tres personas en una sola esencia. Estoy de acuerdo más bien con el español". [16] Miguel Servet alegó que Capito asintió a sus opiniones en privado y que Ecolampadio primero pareció aceptarlas, pero más tarde se retiró. [17]



James Ropes y Kirsopp Lake, de la Universidad de Harvard, resumen la situación de los principios del protestantismo de la siguiente manera:



"Hasta ahora no había sido muy clara cuál era la actitud que la nueva parte reformada de la cristiandad tomaría hacia el dogma trinitario tradicional. Este había sido realmente, como se puede decir, provisionalmente retenido en la Confesión de Augsburgo en 1530, pero los dirigentes del pensamiento protestante eran claramente vacilantes al respecto, en habida cuenta por la falta de apoyo bíblico claro… A Lutero no le gustaban los términos en que se afirmó la doctrina, y los dejó por fuera de sus catecismos; Calvino había desaprobado el Credo de Atanasio y hablado con desprecio incluso del de Nicea, habiendo tocado sólo ligeramente esta doctrina en su catecismo; Melanchton en su Loci Theologici en 1521, apenas había mencionado aquella doctrina, para decir que no era esencial para la salvación; mientras que Zwinglio y Farel, Bucer y Ecolampadio, estaban lejos de pronunciarse sobre esto". [18]



Más tarde, cuando Servet fue juzgado en Ginebra, algunas personas simpatizaban con su doctrina. Vergerio, un ministro de Italia, escribió:



"Es de lamentar que el bribón tiene partidarios entre los doctores y entre los que son solamente nominales para el Evangelio, pero que desean ser considerados como pilares. Yo digo lo que sé, no lo que sospecho. Lo he oído de ellos mismos, no de los demás, recientemente y no hace mucho tiempo… Un amigo me ha escrito desde Basilea, que Servet tiene partidarios allí". [19]



Pablo Gaddi de Cremona, escribió de manera similar a Calvino: "La herejía que más florece por toda parte, es la doctrina del soberbio y satánico Servet… Cuánto más debería usted estar en contra de ese espíritu diabólico, que es considerado por muchos como la más alta autoridad en materia de doctrina". [20]



Un número de personas prominentes se opusieron a la ejecución de Miguel Servet, tanto antes como después, algunos debido a la solidaridad con sus puntos de vista, otros por razones humanitarias y religiosas, y otros en oposición a Calvino. Los historiadores identifican a seguidores de Servet en Italia, Polonia, Lituania y Alemania. [21] Sin embargo, en la mayoría de los casos son llamados así, simplemente porque rechazaron el trinitarismo; al parecer, la mayoría no confirmaron la plena Deidad de Jesucristo, como lo hizo Servet.



Tres profesores de la Universidad de Basilea -Borrhaus (Cellarius), Curio y Castellio, fueron sospechosos de abrazar los puntos de vista de Servet [22] Bajo un seudónimo, un Italiano escribió una obra titulada Apología de Miguel Servet, en la que defendió sus enseñanzas. Algunos valdenses del norte de Italia, se convirtieron en anabaptistas, y algunos de ellos fueron favorables a las opiniones de Servet.



Mateo Gribaldi, un profesor de derecho en Padua y John Valentine Gentile, quien fue decapitado en Berna, abrazaron muchas de las opiniones de Miguel Servet, pero el primero giró hacia el triteísmo y el segundo hacia el subordinacionismo. Otro antitrinitario, Juan Campano, desarrolló una teología binitaria. En última instancia, la mayoría de los antitrinitarios de ese tiempo, se convirtieron en arrianos o unitarios. Ningún grupo permanente, siguió con las enseñanzas específicas de Miguel Servet.



Resumen y Conclusiones



La teología de Miguel Servet fue original y única. Sus escritos contienen inconsistencias, errores, ambigüedades y repeticiones, pero teniendo en cuenta que prácticamente inventó su teología desde cero a la edad de veinte años, los resultados siguen siendo sorprendentes. Él estuvo a la par de los reformadores más importantes en intelecto, erudición y espiritualidad, aunque su principal oponente, Juan Calvino, fue más sistemático, lúcido y más controlado en su temperamento al escribir. Servet contó con un esplendor extraordinario y con una fuerza de personalidad para estar "solo" contra la "ortodoxia" y desarrolló una teología bíblica mucho más avanzada que la de cualquiera de sus contemporáneos.



Sobre la doctrina de Dios, Miguel Servet fue esencialmente bíblico. A pesar de algunas ideas discutibles, expresiones defectuosas y el análisis dudoso de determinados puntos de vista históricos, las dos características necesarias para una auténtica teología de la Unicidad surgen claramente: (1) Hay un solo Dios, sin distinciones en su esencia. (2) Jesucristo es el Dios verdadero, el Padre, la plenitud de la Divinidad encarnada. Los Pentecostales Apostólicos de hoy, no son seguidores de Miguel Servet, pero los reformadores del siglo XVI, con mucho gusto los hubieran quemado vivos con él.



Sobre la doctrina de la salvación, Miguel Servet expuso teóricamente sobre la gracia, la fe, el arrepentimiento, la necesidad del bautismo en agua y la necesidad del Espíritu Santo, pero no está claro lo que él realmente experimentó. Su teología sobre el nombre y la identidad de Jesucristo, y su discusión sobre Mateo 28:19, nos llevan a esperar que él fue bautizado con la invocación del nombre de Jesucristo. Declaró una experiencia definida en el Espíritu Santo y valoró los dones milagrosos del Espíritu, por lo cual no sería sorprendente si hablaba en lenguas.



Expuso sus debilidades humanas por escarceos con la astrología, mentira bajo presión, comentarios insolentes y arrogancia. Parecía deleitarse al oponerse a todo el mundo y a las demás doctrinas, incluso con las personas más cercanas a sí mismo, y en ridiculizar a sus opositores. Sin embargo, al final murió humildemente y con valentía, con convicción y fe. Su martirio se erige como un elocuente llamamiento a la tolerancia religiosa y a la libertad de conciencia, y sobre todo como un testimonio de la fe en Jesucristo.



Cuando Servet puso en tela de juicio por primera vez a la doctrina de la Trinidad, la Reforma Protestante era muy joven, y había indicios de que los reformadores estaban algo incómodos con aquella doctrina. Parece que Dios estaba tratando de restaurar los patrones bíblicos en este ámbito de pensamiento, así como en los demás. Los reformadores se enfrentaron contra una decisión crucial: mantener la “ortodoxia” tradicional tanto como fuera posible o seguir con las implicaciones lógicas de sus propias prioridades en la Sola Escritura y la reconstrucción de la doctrina de Dios en la Biblia, en lugar de los credos. Por desgracia, optaron por seguir la tradición, no queriendo dar a los católicos más municiones contra ellos. De hecho, "Ecolampadio, en un conferencia en Zurich con Zwinglio y Henry Bullinger, Capito y Bucer, expresó su alarma por el efecto que Servet podría tener sobre sus relaciones con los cantones católicos" [23] En lugar de dar un paso más hacia la reforma o restauración, los reformadores rechazaron por completo a Servet y así consolidaron el poder del trinitarismo.

 

Monumento a Servet en la plaza del Ayuntamiento de Annemasse (Francia), villa situada a 4 km de Ginebra, al otro lado de la frontera franco-suiza. La inscripción bajo la escultura dice: "A Miguel Servet, apóstol de las libres creencias, nacido en Villanueva de Aragón el 20 de septiembre de 1511, quemado simbólicamente en Viena por la Inquisición Católica el 17 de junio de 1553 y quemado vivo en Ginebra el 27 de octubre de 1553 por instigación de Calvino"

Referencias

[4] Roland Bainton, Hereje Cazado, La Vida y Muerte de Miguel Serveto, 212; Schaff, Historia 8:785.
[5] Bainton, Hereje Cazado, 214.
[6] Michael Servetus, Sobre los Errores de la Trinidad, en los Dos Tratados de Serveto sobre la Trinidad, ed. James H. Ropes and Kirsopp Lake, trans. Earl Morse Wilbur (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1932), 168.
[7] Ibid., 173-74.
[8] Serveto, Dos Diaólogos Sobre la Trinidad, en los Dos Tratados, 196-97.
[9] Bainton, 131-33. George Huntston Williams coincide en que Serveto no fue panteísta. Ver la Reforma Radical, 323.
[10] Serveto, Diálogos, en Dos Tratados, 238-63.
[11] Serveto, Errores, en Dos Tratados, 44-45.
[12] Willis, 178-79.
[13] Serveto, Dialogos, en Dos Tratados, 235.
[14] Willis, 347; ver Bainton, Hereje Cazado, 187.
[15] Ibid., 359; ver Bainton, Hereje Cazado, 147.
[16] Bainton, Hereje Cazado, 60, citado por Sebastian Franck, Carta a John Campanus.
[17] Willis, 371.
[18] Cuerdas y Lago, eds., xvi-xvii.
[19] Bainton, Hereje Cazado, 205.
[20] Willis, 302-3.
[21] Williams, Reforma Radical, 617, 622, 647-50, 808.
[22] Schaff, Historia 8:789-90.
[23] Williams, Reforma Radical, 199.

 

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