Por Cohen Gary Reckart
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El origen de la frase "don" viene de las palabras "promesa del Padre" en Hechos 1:4, las cuales Jesús utilizó para identificar el bautismo del Espíritu Santo que vendría en el día de Pentecostés.
En la concepción virginal, el Espíritu Santo es referido como el "poder del Altísimo" (Lucas 1:35).
El Espíritu Santo descendió sobre Jesús, en su bautismo en el río Jordán en la forma de una paloma (Lucas 3:22).
Juan el Bautista predicó que el Mesías venidero, bautizaría con el Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11).
Se dice que Jesús fue lleno del Espíritu Santo en Lucas 4:1. Jesús también dijo que el Padre en él, era quien hacía la obra (Juan 14:10-11). Esto quiere decir que el Espíritu Santo es el Padre.
En Juan 7:38-39, el Espíritu Santo es asemejado a "ríos de agua viva" (dando a entender que se asemeja a una corriente de agua brotando de dentro de la tierra). Aquí el Espíritu Santo es referido como "el Espíritu." Así que, es apropiado referirse al Espíritu Santo como el Espíritu. Juan dijo, que cuando Jesús habló del Espíritu Santo, éste todavía no había sido dado. Así que vemos que "dado", está asociado con "don." Obviamente algo dado puede ser un don. El Espíritu iba a ser dado, por consiguiente cuando éste fue recibido, fue un don.
En Hechos 1:8 tenemos estas palabras: "recibiréis poder" después de que el Espíritu Santo venga sobre vosotros. Si el Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, entonces la persona que recibe la promesa del Padre, también recibirá una medida del poder de Dios.
En el día de Pentecostés cuando 120 y luego 3,000 fueron llenos con el Espíritu Santo, ellos siendo la Iglesia, fueron energizados con el poder de Dios. Esta experiencia personal es referida como ser "investido con poder de lo alto" (Lucas 24:49). La persona que recibe el Espíritu Santo, es investida con poder de lo alto.
¡Cualquier declaración de que el Espíritu Santo está ausente de la investidura, es falsa! A muchos se les dice que ellos reciben el Espíritu Santo en el mismo momento en que aceptan a Jesús como su Señor, pero se les ha mentido. A algunos se les dijo que recibieron el Espíritu Santo cuando fueron bautizados en agua y también se les mintió. La prueba de la investidura es el verdadero don del Padre, así como lo recibieron los 120 en Hechos 2.1-4. Si esto está ausente, la persona no ha recibido el Don del Espíritu Santo. Es importante que esto sea tenido en cuenta por los que no siguen la Biblia, sino que la contradicen afirmando que el "hablar en lenguas" está desfasado y que todo aquel que ahora habla en lenguas está lleno de demonios. Recuerde: hablar en lenguas es la obra del Espíritu Santo usando nuestro cuerpo y no somos nosotros mismos los que fabricamos estas lenguas.
¡Aquí hay un peligro! Todo el que habla contra el Espíritu Santo y ridiculiza o mofa la obra del Divino Espíritu, ha blasfemado contra Dios y nunca podrá ser salvo (Marcos 3:29). En caso de duda, es sabio permanecer en silencio sobre el Espíritu Santo y simplemente hacer esta oración: "Jesús, si el bautismo del Espíritu Santo es real, muéstrame; guíame al lugar donde pueda testificar y experimentar este Don Divino, entonces cuando lo pida, lléname".
Hechos 2:4, dice: "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen".
En Juan 14:26, Jesús llamó al Espíritu Santo el Consolador, que nos enseñará todas las cosas. Esta obra de enseñanza del Espíritu Santo, abre la puerta para que nosotros entendamos la Biblia, que es el libro del cual el Maestro nos enseñará. Los que han experimentado al Espíritu Santo enseñándoles, son llenos de emoción. Hay diferencia en la enseñanza del Espíritu Santo, con otras que sólo ponen su efecto e interpretación sobre las ideas humanas. Todo el que explica un verso a su propia manera no es honesto y aquellos que buscan la verdad no le seguirán. El Espíritu Santo nunca llevará a una persona a creer una mentira o a confundirnos para creer en una falsa interpretación hecha por el hombre.
Romanos 5:5, dice que el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. El propósito de este amor, es que otros puedan conocer el amor de Dios a través de nosotros. Nuestros actos de justicia y las buenas obras, son manifestaciones del amor de Dios obrando mediante nosotros. Si permitimos que Dios use nuestros hechos y obras, ganaremos una recompensa en el cielo. Esto no quiere decir que usted podrá ser salvo por los hechos y las buenas obras, sino que si usted tiene el verdadero Espíritu Santo, estas obras de Dios en y a través de nosotros, muestran su amor.
Romanos 14:17, enseña que hay justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, cuando tenemos esta bendición de la salvación.
Romanos 15:16, nos muestra que la santificación también es una obra del Espíritu Santo en los Gentiles, para que se desarrollen como un sacrificio y una ofrenda. Esto da a entender, que cuando los paganos (que no eran herederos de Abraham ni ciudadanos de Israel), entran en posesión de las promesas divinas, el Espíritu Santo mediante su santificación los hace aceptos a Dios, al igual que lo fueron todos los sacrificios y ofrendas que alguna vez estuvieron en el Templo. Sólo hasta que el sacrificio u ofrenda era santificado, llegaba a ser aceptable para Dios. De igual manera, un Gentil que no tenga el Espíritu Santo, no está santificado y no puede ofrecerse a sí mismo como un sacrificio vivo (vea Romanos 12:1).
1 Corintios 2:13, dice que el Espíritu Santo nos enseña a acomodar las cosas espirituales con cosas espirituales. El Espíritu, no nos enseña a acomodar las cosas carnales con las cosas espirituales, o las cosas espirituales con las cosas carnales. Hay un espíritu de perversión por toda la tierra, que intenta reemplazar las cosas espirituales con las cosas carnales, pero aún así niega que lo hace. Esta es la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:14- 18) que será expuesta en el tiempo del fin como lo que es.
1 Corintios 6:19, nos enseña que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios. Sólo el único Dios estaba en el Tabernáculo (y luego en el Templo). No era permitido que ningún otro dios estuviese allí. Por consiguiente, nuestro cuerpo no es un templo de Dios, hasta que Dios entra en él como el Espíritu Santo. Si nosotros no tenemos a Dios habitando en nosotros, nuestro cuerpo no es nada más que una choza vacía. Podrá estar adornada y limpia, y todos los demonios podrán haber sido expulsados, por lo cual nosotros podremos ser una choza lista para que Dios la haga un templo. La prueba de que somos un templo de Dios, se dará cuando recibamos el bautismo del Espíritu Santo. Así como había fuego de origen divino en el templo, de igual modo el Espíritu Santo está en la vida interior para limpiar y purgar algún residuo de pecado, maldad que pueda permanecer, alguna conciencia pecaminosa o algún mal hábito que necesite ser quitado de nuestra vida. El Espíritu Santo dentro de nosotros, nos purificará y nos mantendrá santos.
2 Timoteo 1:14, nos enseña que las buenas cosas son puestas dentro de nosotros por la obra del Espíritu Santo. Debemos guardarlas y no dejar que alguien las quite de nosotros. Debemos guardar estos tesoros espirituales hasta nuestra muerte o hasta que Jesús venga. Con frecuencia, estos son dones o talentos que debemos usar para bendecir a la iglesia, a la congregación y a las obras de Dios. Una vez que el Espíritu Santo nos dé estos dones, no debemos caer y llevarlos al mundo, tal como lo han hecho muchos cantantes y grupos musicales durante los últimos años.
El Espíritu Santo trae muchos dones del Espíritu para aquellos escogidos de Dios. Estos dones son: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, dones de sanidad, obrar milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos dones de lenguas, e interpretación de lenguas (1 Co. 12:7-11). El don original del Espíritu Santo es para salvación. Estos otros dones son para la edificación y bendición de la Iglesia o Cuerpo de Cristo.
Romanos 8:9 nos da claro entendimiento de la importancia del Espíritu Santo:
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él".
¿Cuán importante es el don del Espíritu Santo? Es tan importante que una persona no es salva sin éste. Sí, éste es un don. Pero esto no quiere decir que usted deba rechazarlo. Aquí están las palabras de Jesús sobre este asunto:
"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).
"Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5).
Una persona que no nace de nuevo no es salva.
Una persona que no es bautizada en agua según Hechos 2:38, no es nacida del agua.
Una persona que no haya recibido el don del Espíritu Santo, no es nacida del Espíritu.
¿Eso quiere decir que el don del Espíritu no es esencial? ¿Una persona es salva solo por creer y arrepentirse, o solo por ser bautizada en agua? ¡No! ¡Esto no es verdad!
Un don es algo que alguien transfiere voluntariamente a otro sin esperar compensación. En este caso, es Dios quien lo está dando, por lo que podemos concluir que todo don de Dios es dado para mostrar su favor especial. Ya he documentado que Jesús llamó al don del Espíritu Santo la "promesa del Padre". Debemos preguntarnos si Dios quiso que este don o promesa fuese para todos o solo para un grupo selecto. Ya que el nacer del Espíritu está dirigido para todos los que desean entrar en el Reino de Dios, entonces la promesa del Padre (o don del Espíritu Santo) está dada para todos, pero solamente a los que lo reciben se les permitirá entrar en el Reino. Esto quiere decir que el don del Espíritu Santo es esencial para la salvación y que una persona no nace de nuevo o es salva, hasta que haya tenido su propia experiencia del día de Pentecostés.
¿Si el Espíritu Santo es un don, entonces por qué es esencial recibirlo?
Hechos 5:32 nos dice: "Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen."
Aquí vemos que el don del Espíritu Santo, es dado cuando se cumplen ciertos requisitos. En estos está incluida la obediencia. La promesa del Espíritu Santo en Hechos 1:8, es reafirmada por el Apóstol Pedro y sigue al arrepentimiento y al bautismo en agua.
Algunos se preguntan cómo es posible que una persona pueda recibir el don del Espíritu Santo antes de ser bautizada en agua. Esto es posible, porque la persona ha creído y se ha arrepentido completamente. ¡Si ellos empiezan a pedir a Jesús el don del Espíritu Santo antes del bautismo en agua, la única cosa que Dios está buscando en este punto es la OBEDIENCIA! Si la persona tiene un corazón al cual Dios puede juzgar como obediente, es posible que reciba el Espíritu Santo antes del bautismo en agua. Dios sabe que la persona continuará con un corazón obediente e irá por fe hacia su bautismo en agua. He visto esto cientos de veces.
El Espíritu Santo, siendo transferido del mismo Dios a una persona, es un don.
El don del Espíritu Santo está prometido por la profecía de Joel 2:28-29:
"Y después de esto derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días".
Aquí está profetizada la promesa del Padre. Y el Espíritu dentro de uno, se convierte en el don profetizado. ¡Dios dijo que él derramaría de SU ESPÍRITU! Pedro dijo "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel" (Hechos 2:16).
¡El propósito de Dios es derramar de su Espíritu sobre TODA CARNE, por consiguiente el don del Espíritu Santo es para TODA CARNE!
Conclusión del asunto:
Si usted no ha recibido el don del Espíritu Santo, aún Dios no ha derramado su Espíritu sobre usted. Su cuerpo no es todavía un templo de Dios. ¿Por qué permitir que las ideas religiosas se interpongan entre usted y Dios? ¿Por qué las mentiras esparcidas por muchas personas y grupos, tienen que alejarlo de la promesa del Padre? ¿Por qué permitir que sus propios temores lo refrenen de su completa entrega al Espíritu de Dios? Cuando usted reciba el don del Espíritu Santo, experimentará paz y gozo. Usted será salvo, cuando Dios le dé testimonio dándole el Espíritu Santo.
"¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:11-13).