Por David K. Bernard

Tomado del Libro: "En el Nombre de Jesús"

En años recientes un grupo conocido como las Asambleas de Yahweh (AY) ha puesto un énfasis inusual en la pronunciación verbal del nombre de Dios. Las AY mantienen que el nombre verdadero de Dios es Yahweh y que la salvación viene específicamente en ese nombre. Los miembros de este grupo también afirman que el nombre del Hijo de Dios se debe pronunciar como Yashua. Cualquier otra forma, tal como Iesous (griego) o Jesús (español), es inaceptable. Dicen que el nombre de Jesús fue derivado de los nombres de los dioses griegos Zeus y Dionisio, porque las dos vocales de cada nombre son idénticas. Incluso uno de sus escritores ha alegado que el nombre de Jesús significa "el cerdo," porque Je supuestamente significa "él" y sus supuestamente significa "cerdo." Los eruditos concuerdan de manera general que la pronunciación hebrea original del nombre de Dios en el Antiguo Testamento era Yahweh o alguna similar; la pronunciación Jehová es ciertamente una construcción española más tardía. La mayoría de los eruditos también convienen que en los tiempos del Nuevo Testamento la pronunciación hebrea o aramea de Jesús, era Yeshua o Y'shua (no Yashua) y que este nombre es idéntico al nombre Joshua del Antiguo Testamento. Así, analicemos a la luz de las Escrituras la posición de las AY.



Primero, las AY no atribuyen la completa Divinidad a Jesucristo como lo hace la Biblia, pues hablan de Dios y de Jesús como si fueran dos personas separadas. Su opinión de Jesús es similar a la de los testigos de Jehová; ambos utilizan la designación E.C. (era común) en vez de A.D. (Anno Domini = el año del Señor), al parecer porque no desean reconocer a Jesús como el Señor supremo. Las AY exaltan a Yahweh como el nombre más alto de Dios, ignorando que el Nuevo Testamento provee para nosotros una mayor revelación de Dios y de su nombre. Yahweh del Antiguo Testamento se manifestó en carne para ser nuestro salvador en el Nuevo Testamento. El nombre conocido como Jesús incorpora la revelación de Dios contenida en los dos Testamentos, porque literalmente significa "Yahweh-Salvador" o "Yahweh es Salvación."



Aunque haya habido otros que han llevado el nombre Joshua, Yeshua, o Jesús, solamente Jesucristo de Nazaret personifica la verdad y el significado de ese nombre. Él es "Dios con nosotros" (Mateo 1:23), que vino "a salvar a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21), y "en él habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad" (Colosenses 2:9). Por lo tanto, el nombre de Jesús es el único nombre salvador, es el nombre más alto que ha conocido la humanidad, es el nombre en el cual toda rodilla se doblará, es el nombre que toda lengua confesará, y es el nombre en el cual debemos decir y hacer todas las cosas (Hechos 4:12; Efesios 1:20-21; Filipenses 2:9-11; Colosenses 3:17). Por esta razón, la iglesia temprana bautizó en el nombre de Jesús, no en el nombre de Yahweh (Hechos 2:38).



En segundo lugar, las AY unen incorrectamente la eficacia de la salvación – a las vibraciones de las ondas acústicas – en la pronunciación del nombre de Dios. Ignoran que el sentido del nombre radica en su significado. El nombre es eficaz debido a lo que representa y solamente cuando tenemos fe en lo que indica. Cuando invocamos con fe el nombre de Jesús, él responde a nuestro clamor y realiza su obra en nuestras vidas. Esto es lo que expresa la Biblia cuando dice que recibimos sanidad y salvación en el nombre de Jesús:



"y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre" (Hechos 3:16). "que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre" (Hechos 10:43). Las respuestas a las oraciones en la iglesia temprana no se dieron debido a cierta pronunciación del nombre, sino porque ellos invocaron el nombre con fe.



Los siete hijos de Esceva procuraron echar fuera a los demonios invocando el mismo nombre que Pablo utilizó con éxito. Sin embargo no pudieron echar fuera a los demonios, porque a diferencia de Pablo, no tenían una relación personal con Jesucristo (Hechos 19:13-17). Su problema no era de pronunciación sino de una fe deficiente.



Un estudio de la lengua y del discurso humanos demuestra que es un error unir la eficacia de la salvación a cierta pronunciación del nombre. Nadie pronuncia exactamente igual las mismas palabras; las impresiones de la voz son tan únicas como las huellas digitales. Incluso si aun pudiéramos estar seguros del deletreo original del nombre de Dios en el Antiguo Testamento, nadie podría saber la pronunciación exacta que los hebreos antiguos le dieron a cada una de las vocales y de las consonantes. Por otra parte, el hebreo antiguo tenía diversos dialectos, y en uno de ellos no existía en ciertos casos el sonido ch (Jueces 12:4-6).



¿Si la salvación depende de la pronunciación exacta, qué le sucede a la gente con impedimentos, acentos, o dialectos? ¿Qué le sucede a la gente cuyos idiomas no contienen ciertos sonidos? Por ejemplo, el griego no tiene el sonido ch, y el coreano no tiene el sonido final s.



Tercero, la posición de las AY requeriría que rechacemos el Nuevo Testamento que tenemos ahora, incluyendo todos los manuscritos y versiones conocidas. El Nuevo Testamento griego, incluyendo todos los manuscritos existentes en griego antiguo, utiliza el nombre Iesous. Las AY tienen que sostener que no fue escrito por los apóstoles o por la iglesia temprana, porque si ellos utilizaron Iesous de manera uniforme, entonces se contradiría la posición de las AY.



Algunos eruditos creen que Mateo fue escrito originalmente en hebreo o arameo, pero es imposible sostener que todo el Nuevo Testamento fue escrito en esos idiomas. El Evangelio de Lucas y el libro de Hechos fueron escritos por un gentil, Lucas, y fue dirigido a otro Gentil, Teofilo, y es improbable que cualquiera de ellos supiera hebreo o arameo. Pablo escribió sus cartas a las iglesias gentiles. Claramente, estos escritores utilizaron el griego. Por otra parte, un estudio del estilo, de la gramática, de los idiomas, y del vocabulario del Nuevo Testamento demuestra que el griego fue la lengua original. Para que la posición de las AY sea correcta, Jesús, los apóstoles, y la iglesia temprana habrían tenido que utilizar el Yashua del hebreo temprano y nunca utilizar cualquier otra variación, incluso al hablar o al escribir en el hebreo, arameo, o el griego de sus días. No tenemos un solo manuscrito o una versión antigua del Nuevo Testamento que lo haga así, y nadie ha registrado jamás la existencia de tal manuscrito. Ningún erudito ha expresado jamás la evidencia de que existió tal manuscrito.



Cuarto, la prerrogativa de las AY es fraudulenta. El diccionario de Webster demuestra claramente que el nombre español Jesús vino del Iesus latino, del Iesous griego, y del Yeshua hebreo. Alternadamente, Yeshua es una contracción del conocido Yehoshua del hebreo original. Esta forma larga ocurre en Números 13:16, y viene de Yah (una forma corta de Yahweh) y del hoshia (que significa "ayudar" con la connotación más última de "salvar").



Para ser consecuentes, las AY no deben utilizar la forma contraída Yashua, sino la forma original Yehoshua o quizás incluso Yahweh-hoshia. Por otra parte, la formación conocida en español como Jesús no se dio debido a algún motivo o significado siniestro; ocurrió según reglas y progresos estándares en hebreo, griego, latín y español. No es exacto decir que Jesús vino de la combinación de dos palabras separadas Je y sus, y que supuestamente significan "el cerdo," al igual David no viene de Da y de vid, con el significado de "vídeo del día". Por otra parte, ningún diccionario dice queje significa "él" o que sus significa "cerdo." La relación de las conexiones de Dionisios, de Zeus, y de Jesús es puramente coincidente. En el Griego original no hay conexión, porque los conexiones son respectivamente, – os, – eus y – ous. (El eu y el ou son diptongos, lo que significa que las vocales deben ser pronunciadas como una unidad y no ser miradas como sonidos o sílabas separados).



Quinto, como cuestión práctica, Dios mismo honra el uso del español Jesús. Cuando la gente clama con fe usando este nombre, ella recibe el Espíritu Santo, recibe respuestas a sus oraciones, recibe sanidades y es liberada de demonios. En conclusión, el nombre de Jesús se puede pronunciar de maneras distintas en los varios idiomas, dialectos y acentos. En todas sus formas, significa lo mismo: el Dios verdadero del Antiguo Testamento se hizo nuestro salvador en la persona histórica de Jesús de Nazaret. Cuando una persona utiliza el nombre con ese entendimiento, y con la fe en Jesús como Señor y Mesías, entonces sin importar la lengua que hable, su oración alcanzará el trono de Dios y su invocación del nombre de Dios será eficaz.

 

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