Por Julio César Clavijo Sierra

 

“Y El mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y MAESTROS, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12)

 

De este pasaje pueden destacarse los siguientes aspectos centrales.

 

1. Para el buen desarrollo de la iglesia, es necesario que exista una diversidad de dones.

“Porque de la manera que un en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta en la exhortación; el que reparte con liberalidad; el que preside con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. (Romanos 12:4-8)

 

2. Dado que todos los dones, por mas diversos entre sí que sean, proceden del mismo Espíritu, la diversidad no destruye la unidad, sino que la hace posible.

 

"¿Son todos apóstoles?¿son todos profetas?¿todos maestros?¿hacen todos milagros?¿tienen todos dones de sanidad?¿hablan todos lenguas?¿interpretan todos?" (1.Corintios 12:29:30)

 

3. Todo miembro de la iglesia recibe un don (o dones) del Espíritu. No hay miembros que carezcan de dones.

 

"pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho" (1.Corintios 12:7)

 

Todos los miembros de la Iglesia no poseemos los mismos dones, los mismos talentos. Todos no son llamados a hacer lo msimo. Sin embargo podemos decir que la mayoría de hijos de Dios tenemos más de un talento

 

“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad” (Mateo 25:14-15).

 

4. No hay un don que no tenga importancia

 

"Ni el ojo puede decir a la mano: no te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen menos débiles, son los mas necesarios" (1.Corintios 12:21-22).

 

5. Para que un determinado don o carisma sea genuinamente un don del Espíritu Santo se muestra al ejercitarlo como un servicio de amor incondicional a la edificación de la iglesia, su unidad, y el cumplimiento de su misión en el mundo

 

“Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo aquel que es la cabeza, esto es Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre si por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:15-16)

 

La Iglesia del tiempo presente, debe ser una iglesia que abunde en los dondes espirituales, pues así era la Iglesia primitiva. "El Nuevo Testamento informa que la Iglesia del primer siglo creía en el Bautismo en el Espíritu Santo o Bautismo de fuego (Hch. 1:5, 11:15-16), y que también practicaba la imposición de manos para impartir este bautismo del Espíritu Santo (Hechos 8:14-17, 19:1-6). También se puede leer que los dones del Espíritu en la Iglesia primitiva, incluyendo el hablar en lenguas, eran normales y conocidos. Los escritores cristianos del segundo siglo, utilizaron la palabra griega χάρισμα o carisma, "presente" o "regalo divino" para referirise a estos dones, es decir, la misma palabra que empleó el apóstol Pablo en sus nueve dones del Espíritu, que incluían el hablar en lenguas (1 Corintios 12)."

 

Cada miembro de la Iglesia tiene una obra específica que hacer. Cada uno tiene su lugar en el plan eterno del cielo. Cada uno debe trabajar para la salvación de las almas.

 

“…De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).

 

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