Por Víctor Vega

“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. (Génesis 6:8).



“Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino,  para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros,  y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña,  y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”. (Éxodo 33:13-23).



“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. (2. Pedro 3:18).



Introducción



Para poder hablar de este tema de crecer en gracia, es importante que destaquemos el estado actual de la iglesia en forma general. Así que nos damos cuenta de que en los últimos años y a nivel mundial, los hombres han tergiversado el mensaje del evangelio, llevándolo a niveles degradantes delante  de los ojos de Dios, por medio de los métodos y formas humanas. Sin embargo la iglesia apostólica no debe ser así. Ella debe seguir dependiendo de la gracia que solo Dios puede dar.



Usted puede ir a cursos sobre cómo hablar mejor, cómo pararse bien delante de la gente, e incluso de cómo hacer la mejor sonrisa para agradar al oyente. Hasta podemos agregar algún chistecito que haga reír, usando anécdotas o simplemente cuentos tomados de alguna revista, y logrará aprender a llamar la atención de mucha gente, y aun podrá llegar a tener cierta fama delante de ellos. Pero esa no sería la verdadera gracia en la que buscamos crecer. 



Noé Halló Gracia Ante los Ojos de Dios



Los ojos de Dios pasaron revista  sobre todos los moradores de la tierra, y vio que el mal estaba demasiado avanzado. La violencia y la inmoralidad estaban sin control. Parece ser que aunque la tecnología no estaba presente como lo está en estos tiempos, el pecado y la inmundicia tenían su avance propio. A Dios le molestó en gran manera todo lo que sus ojos estaban viendo, pero algo llamó  su atención y fue la vida de Noé. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. (Génesis 6:8). Si en este mismo momento los ojos del Señor pasaran revista sobre toda la humanidad, ¿nosotros podríamos hallar gracia ante sus ojos?



Crecer en gracia, es lo que naturalmente debe suceder en todo hombre y mujer de Dios, puesto que la gracia de Dios no viene por métodos humanos, ni por los muchos estudios o títulos universitarios, e incluso de Institutos Bíblicos. Cabe destacar que aunque todo esto es muy importante en la vida de un hijo de Dios, no obstante para crecer en gracia, o para hallar gracia delante los ojos de Dios, debemos aumentar en el conocimiento de su Palabra y aplicarla en nuestras vidas.



“Nuestros hechos hablan tan fuerte, que  no dejan oír lo que dicen nuestras palabras”. Es decir, nuestras actitudes demuestran el trato íntimo que tenemos con el Creador, el cómo le respetamos, y el temor que hay en nuestros corazones para con él. Cómo dijo el Señor Jesús, por nuestros frutos seremos conocidos (Lucas 6:43-45). No sólo por nuestras palabras, sino también por nuestras acciones.



Noé halló gracia ante los ojos de Dios. Así que en medio de los injustos y profanos, se puede vivir en integridad y en santidad. Dios le dio las órdenes a Noé  para su salvación y la de su familia. Debía cumplir con las medidas específicas, el tipo de materiales y la manera de su aplicación para construir el arca. Solo un varón de carácter integro pudo recibir esta inmensa bondad de parte de Dios. Hoy no es diferente; el mismo Dios de salvación nos ha dado mandamientos de los cuales no podemos pasar por alto ningún detalle. Por esto, debemos estar más y más cerca  de la gracia de Dios, para que esta nos inunde con su misericordia y poder.



La Gracia y la Buena Opinión Ante los ojos de Dios y de los Hombres 



“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. (Proverbios 3:1-6).



Los hombres modernos de hoy, buscan hallar gracia delante de los hombres y esa es su meta, para aumentar en bienes materiales y en el número de personas bajo su control. Pero ese no debe ser el fin de los pentecostales del Único Dios, el cual es Jesucristo. Podemos tener gracia delante de los hombres, pero los hombres no deben ser primero, pues primero debe ser Dios.



Para hallar gracia y buena opinión delante de Dios y de los hombres, la clave es guardar su Palabra en el corazón. Es allí donde Dios quiere mandar  (“Y tu corazón guarde mis mandamientos”).



Otra cosa muy importante, es no apartarse de la misericordia y la verdad. A pesar de que estemos en medio de un mundo tan injusto, la misericordia y la verdad no deben faltar en la vida de un hijo de Dios.



Dios está buscando hombres íntegros, que vivan lo que predican, y que sean llenos de su gracia y de su verdad. La gracia de Dios es la que liberta al cautivo y salva al perdido. Las ofertas y oportunidades de pecar vienen a diario sobre la vida de los hijos de Dios, pero solo una vida íntegra lo ayudará a soportar la tentación. La verdad siempre dirá lo que realmente es, pero la misericordia estará para ayudar a salir adelante.



El apóstol Pablo dijo a los corintios: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2. Corintios 5:18). El Señor nos reconcilio primero con él, para luego darnos el ministerio de la reconciliación. El mundo está desconectado de la gracia de Dios, y Él nos dio a nosotros esta labor como embajadores de Cristo. Es por eso que debemos crecer en gracia. No somos jueces, así que no podemos elegir a quien sí y a quien no compartiremos la gracia de Dios. Si de gracia recibimos, de gracia debemos dar (Mateo 10:8). 



Gracia, es don o regalo no merecido. No importa si el que está delante nuestro se lo merece o no, debemos dar, así como Cristo nos dio, ya que  ninguno de nosotros merecíamos nada, menos la salvación. Las  verdades de Dios se sirven con amor, la verdad de Dios se expresa con misericordia. Este estilo de vida práctica puede hallar gracia delante de Dios y de los hombres. Nosotros somos personas que tenemos las mismas dificultades que cualquier otra persona puede tener; sin embargo, hay un poder de parte de Dios que puede operar en nuestro interior, el cual fortalecerá nuestro carácter. Dejemos que Dios inunde con su amor nuestros corazones y nos llene de Él, para que su gracia y su unción se manifiesten en favor de la obra de Dios.



Moisés, un Ejemplo del Crecimiento en la Gracia de Dios 



Moisés nos da un buen ejemplo de cómo es crecer en gracia delante de Dios. Él mismo quiso comenzar su ministerio a su manera, y esto lo llevó a matar al egipcio sin lograr poner paz y reposo entre sus hermanos israelitas. 



Después de 40 años trabajando con las ovejas de Jetro su suegro, Dios le llamó para libertar al pueblo israelita de la opresión egipcia. Y esta vez ya no era con sus fuerzas, sino con las de Dios. Primero Dios lo humilla, para luego exaltarlo. Nuestro carácter debe ser moldeado a la forma de Dios; nuestra forma de andar, de administrar y de pensar, la debemos poner en la presencia de Dios. Él es Santo, y en su santidad podemos ir delante del faraón de este mundo para sacar al pueblo de Dios. (Su gracia es autoridad contra las fuerzas malignas). Mientras  más crecemos en Dios, su gracia se muestra más a favor nuestro. Su gracia es el reflejo de la comunión con sus hijos.



Moisés podía hablar con Dios de manera muy especial. “¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos,  yo y tu pueblo,  sino en que tú andes con nosotros?” (Éxodo 33:16). Aún más, le dijo: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”. Esta debe ser una de nuestras frases preferidas. Jesucristo debe estar en todos nuestros actos, y él nos mostrará su gloria, de tal manera que nuestros rostros se verán distintos, más sanos, más agradables, más aceptables como autoridad sobre las huestes contrarias a la obra de Dios. Moisés no es diferente a ninguno de nosotros, con respecto a lo que Dios quiere hacer en estos tiempos: usar nuestras vidas para salvar los que Él ya compró con su preciosa sangre en la cruz del calvario.



Así como Jesucristo con su gracia nos alcanzó a nosotros, dejemos que él nos llene de su gracia para alcanzar también a otros. Aunque hay engañadores, mentirosos y profanadores de la verdad, nosotros aun podemos crecer en su gracia y hacer su voluntad. Aunque el amor de muchos se enfriará por causa de la maldad, el amor de Dios en sus hijos no será así.



Creced en la Gracia y en el Conocimiento de Dios



El apóstol Pedro, comienza  el capítulo 3 de su segunda carta de esta manera. “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento” (2. Pedro 3:1).



Su preocupación tiene que ver a que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias. En todo el capitulo hay disertación de todo este asunto, más el consejo del apóstol está al final del capítulo. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. (2. Pedro 3:18). Crecer en gracia delante de Dios, es aumentar aceptación de Dios cada día que pasa. 



Termino recomendando las palabras dichas por el apóstol Santiago.



“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. (Santiago 4:6). 



La humildad es el elemento que adhiere la gracia de Dios en sus hijos. Como la gracia está bien vinculada con la humildad, es importante dar cierre al capítulo hablando de la humildad. Crecer en gracia es crecer en humildad. La humildad se adquiere a través de soportar injusticias y saber esperar en Dios. Cuando nos humillamos delante de Dios, su gracia se hace patente. Ahora, el humillarnos delante de Dios, implica también hacerlo delante de nuestras autoridades. El apóstol Pablo dijo a Timoteo: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. (2. Timoteo 2:1). Cuando obedecemos a nuestros pastores y lideres con corazón humilde, en todo lo que corresponda a la Palabra de Dios, crecemos en gracia delante de Dios.

 

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