Por Alfonso M. Suárez, Fredy Vásquez Barreda y Julio César Clavijo Sierra
Nota: El presente artículo es una compilación de varios mensajes enviados por los autores al foro Pentecostales Apostólicos del Nombre, http://www.pentecostales.notlong.com/
Bíblicamente hablando no hay un texto directo que apoye o desapruebe la donación de órganos tanto en vida como después del fallecimiento. La donación de órganos es una práctica muy nueva y esa debe ser la razón por la cual la Biblia no se refiere a ella directamente.
“A principios del siglo XX, Karl Landsteiner descubrió los grupos sanguíneos lo cual abrió una brecha inmensa de investigación en sistemas inmunológicos y es cuando se empieza a hablar de la individualidad de los marcadores que nos identifican; posteriormente, Alexis Carrel, el primer Premio Novel del siglo, descubrió las técnicas quirúrgicas para lograr la unión de arterias y venas, conocida como anastomosis: la unión entre las vísceras huecas. Se puede realizar anastomosis de intestinos, arterias, venas, conductos espermáticos, trompas de Falopio. Todos estos procedimientos en su origen tuvieron como objeto la realización de transplantes; fue a mediados de los años cincuenta del siglo pasado [el siglo XX], no hace mucho tiempo por cierto, cuando se realizó el primer transplante renoso exitoso entre dos individuos gemelos; en 1970 se dio inicio a los primeros transplantes sobre hígado y el Dr. Christian Barnard en Ciudad del Cabo fue uno de los iniciadores de transplantes de corazón” [1]
Por lo general, la donación de órganos está basada en el amor personal de un individuo hacia sus semejantes, y la Biblia dice que el amor no hace mal al prójimo (Romanos 13:10). El apóstol Pablo mencionó que por haber padecido de una enfermedad (probablemente en sus ojos), tuvo que pasar algún tiempo en Galacia, lo que hizo que durante su estadía predicara el evangelio. El amor fraternal que llegaron a tener los primeros convertidos por el apóstol, fue tal, que él reconoce que en ese tiempo, de haber sido posible, hasta se hubieran sacado los ojos para dárselos (Gálatas 4:13-15).
Aún así, para los cristianos, la donación de órganos es un asunto personal y no un mandamiento ordenado por Dios, de que si uno lo hace será bendito y de que si no lo hace será un pecador. Seguidamente, pasaremos a analizar algunas porciones bíblicas que han sido utilizadas a favor y en contra de la donación de órganos, a fin de demostrar que esos textos son mal usados dentro de dicha discusión.
Sobre los Textos Bíblicos Que Algunos Usan Para Oponerse a la Donación de Órganos
1. Tesalonicenses 5:23, dice que nuestro espíritu, alma y cuerpo, debe ser guardado entero sin represensión, pero dicho texto jamás está tocando el tema de la donación de órganos. Más bien, el texto es una exhortación a guardarse sin pecado y sin mancha en este mundo, para que estemos aprobados cuando Él venga por su pueblo. Los versículos anteriores lo confirman al decir: “Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal” (1. Tesalonicenses 5:21-22).
Algunos creyentes piensan que si se dona un órgano, el cuerpo glorioso que Dios nos dará al resucitar será un cuerpo incompleto, al que le faltará aquel órgano donado. Entonces les da temor de estar incompletos por toda la eternidad. Sin embargo la Biblia aclara que el cuerpo muerto de los creyentes, no es el mismo cuerpo glorioso resucitado que nos será otorgado. Para esto utiliza la comparación con una semilla que siendo sembrada, brota en una planta totalmente distinta a la semilla que se enterró. “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” (1. Corintios 15:35-38). El cuerpo glorificado que Dios nos dará, será semejante al cuerpo glorioso que tuvo nuestro Señor Jesucristo al resucitar (Filipenses 3:20-21).
Sobre los Textos Bíblicos Que Algunos Usan Para Apoyar la Donación de Órganos
Versículos como Génesis 2:20-23, en donde el Señor Dios creador, tomó una de las costillas de Adán para formar una compañera idónea para él, no deben tomarse como apoyo a la donación de órganos, porque hasta ese momento el cuerpo de Eva no existía, y precisamente la costilla de Adán fue tomada para formar el cuerpo de la mujer.
1. Timoteo 2:5-6, en donde se nos dice que el Señor Jesús se dio completamente en rescate por todos, tampoco debe tomarse para apoyar la donación de órganos humanos, ya que se refiere más bien al acto universal de redención que estaba profetizado en la Ley, los Salmos y los Profetas (Lucas 224:44).
Santiago 2:14-18, que habla sobre la importancia de hacer obras de justicia concordantes con nuestra fe, no es una referencia directa a la donación de órganos, sino que trata sobre los hermanos que han creído en Cristo, y a pesar de que ven las necesidades materiales de sus propios hermanos que padecen la falta del vestido y del sustento diario (y que no son perezosos), no abren su mano liberalmente y les dan lo necesario. Así que este versículo tampoco es un texto que deba ser utilizado para apoyar la donación de órganos humanos.
Santiago 4:17, no está promoviendo la donación de órganos (tal como algunos pretenden), sino que imparte un significado de lo que es el pecado. El pecado está en aquel que sabiendo hacer lo bueno no lo hace. Aquel texto, es una reflexión bíblica acerca de los que han creído y saben hacer lo bueno y agradable delante del señor como creyentes redimidos y lavados por la sangre de Cristo, pero que dejan de practicar las bondades de una persona salva.
Hay otro texto muy importante en este tema, que se encuentra en 1. Juan 3.16, y que dice: "En esto hemos conocido el amor, porque él puso su vida por nosotros: también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos". El texto se está refiriendo a la Iglesia y a los que la forman, a los hijos de Dios. Los versículos siguientes (versículos 17-20) comprueban que el contexto es una exhortación al amor de Dios que debe demostrarse por parte de todos los creyentes cuando veamos a nuestros hermanos en Cristo pasando necesidades materiales.
Así que los textos anteriores no podrían servirnos como base para sustentar o apoyar la costumbre de donar los órganos en vida o después de fallecer.
Un Conmovedor Caso de Donación de Órganos
En el año 2006, sucedió un caso en Frankfort, Indiana, Estados Unidos, en la iglesia de habla inglesa, donde administra el pastor Alfonso M. Suárez. Había un hermano joven que se encontraba muy enfermo de sus riñones hasta el punto de que necesitaba un trasplante. Necesitaba un donante y aunque su propio hermano en la carne estuvo dispuesto a donarlo y era saludable, después del test fue encontrado incompatible. El joven enfermo estaba muy triste, pero la iglesia seguía orando fervientemente por él, hasta que otro hermano joven de la iglesia, casado y con dos hijos, muy amigo del hermano enfermo, hizo algo que nadie se atrevería hacer. Pidió sus dos semanas de vacaciones pagas, se hizo el examen de sus riñones, salió compatible con el del hermano que lo necesitaba y se lo donó completamente gratis.
Hicieron las operaciones requeridas, el enfermo recibió el órgano dado, y el que lo donó se recuperó en tres semanas y volvió a su trabajo. Ahora tenemos a los dos hermanos fieles como siempre, asistiendo a la misma congregación local, y el que ganó toda la alabanza fue el señor Jesucristo y su evangelio, por la gran demostración de amor de aquel hermano, quien tomo dicha decisión aún exponiendo su propia vida y la esperanza de los suyos.
Seguro que si el hermano hubiera decidido donar su riñón a otra persona fuera de la iglesia, lo hubiera hecho también, pero el tratamiento de ese tipo de acciones sería el mismo: un asunto individual, no un mandamiento ordenado por Dios.
Seguro que el creyente que done un órgano, lo hará porque tiene un gran amor de Dios y un gran sentido de compasión y amor humano, lleno de nobleza y de un grande carácter, y un gesto de esa calidad debe ser alabado por todos.
El Uso de las Células Madre
Las células madre, que se encuentran principalmente en los tejidos embrionarios (como el cordón umbilical), en la medula ósea de personas adultas y en los dientes de leche, tienen la facultad o propiedad de transformarse en cualquier tejido del cuerpo según el órgano en que se coloquen, de tal forma que si es inyectado en el corazón se transformara en tejido cardiaco, si en la medula ósea en tejidos formadores de sangre, etc.
Esto sirve para tratar muchas enfermedades como el infarto al corazón, reemplazando las células muertas por vivas que tendrán las mismas funciones en el órgano receptor. Además tratar las leucemias y muchos otros tipos de enfermedades de la sangre, restableciendo finalmente al paciente de enfermedades que antes eran invalidantes.
La principal dificultad de estos tratamientos médicos, es que estas células a trasplantar deben ser compatibles con las células de la persona que las recibe. Esta dificultad da origen a los rechazos de tejidos y fallas en el tratamiento. Por ello, no hay mejores células madre que las de uno mismo, las cuales se pueden extraer de la propia placenta después de nacer. Esto garantiza un alto porcentaje del éxito en el trasplante si fuere necesario usarlo alguna vez.
Este procedimiento es similar a un trasplante de órgano, pero quizás mas sencillo, porque están en fase de solo células, y finalmente estas se trasformaran en el tipo de células del órgano receptor. Con el uso de este método, no se están creando diferentes órganos, ni alterando la naturaleza original de los mismos, ni modificando su biología ni las leyes de Dios con respecto a su funcionamiento, pues su funcionamiento será el mismo que cuando el órgano estuvo sano.
La extracción de las células madres con fines de combatir ciertas enfermedades, ayudar a sobrevivir al ser humano, extender la vida, restablecer y dar salud, sin pretender nunca deformar o matar a nadie, no está en contra de las leyes de Dios.
Sobre el Uso y el Abuso de las Transfusiones de Órganos y las Células Madre
Las donaciones de órganos y el uso de las células madre, por estar relacionadas con el cuerpo humano, incluyen aspectos bíblicos, espirituales, éticos y morales. Aunque hemos defendido el transplante de órganos y el uso de las células madre con propósitos benéficos, no ignoramos que dichas prácticas también pueden ser usadas con irrespeto a la sacralidad y dignidad de la raza humana, cuando se degrada el propósito y buen uso de los órganos según el propósito de Dios al permitir que se pudiera obtener la sanidad corporal usando el propio material humano. Algunas empresas de la salud, ven la donación de órganos puramente como un negocio. Términos como tráfico de órganos y mercado negro de órganos, han hecho su arribo en estos tiempos. Otras personas se dedican a vender su sangre, para adquirir algún dinero, o porque sencillamente no quieren trabajar.
Podríamos comparar todo esto, con un padre de familia que construye un gran lugar de almacenamiento de muchas cosas que podrían servirle a sus hijos. Cada uno de los hijos tendría la libertad de llegar a ese gran almacén para proveerse de lo que necesitase, haciendo buen uso de los bienes de su padre. Pero si por alguna razón, cierto hijo hace mal uso de los bienes provistos, tendrá que enfrentarse a las consecuencias del mal uso del derecho concedido, acarreándose la disciplina requerida para estos casos.
Lo mismo pasa con el cuerpo humano. Dios como Padre y Creador de todo, dotó al cuerpo humano de una belleza y perfección excepcional, equipándolo de órganos precisos y preciosos, grandes y pequeños, que forman un todo, un gran almacén, en donde algunas de sus criaturas, instruidas en el campo de la medicina, han descubierto que el mismo cuerpo con su material humano exclusivo, es un lugar inagotable de provisión propia, a donde pueden llegar para estudiarlo, compararlo, sacar muestras, desarrollar nuevas técnicas, etc., y proveer a la humanidad de la respuesta que necesitamos para el tratamiento y cura de muchas de nuestras enfermedades. Es por tanto su responsabilidad actuar con respeto a la leyes divinas. Si respetamos las leyes de Dios, la vida y no hay daño a otras personas, es nuestra opinión que el uso de estos métodos debe ejecutarse y desarrollarse a fin de servir a la humanidad.
Notas
[1] Benigno Licea González. Hacia una cultura de donación de órganos.
http://www.zetatijuana.com/html/EdcionesAnteriores/Edicion1709/Opinionez_HaciaUnaCultura.html