Por Cohen G. Reckart

 

"Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo." (Hechos 2: 38).

¿Por qué el diablo inspira a la mayoría de los trinitarios a odiar a este versículo de la Biblia? ¿Por qué son los llamados trinitarios que se promueven a sí mismos como la voz oficial de la mente de Dios, los que difunden la mentira de que la aplicación que los pentecostales apostólicos damos a este versículo, es falsa? ¿Qué tiene este texto que no le gusta al diablo y a la mayoría de los trinitarios?
 
Este versículo es odiado, porque no está de acuerdo con la doctrina católica de la trinidad. Lo que ocurre es simple: Los trinitarios creen que tienen el deber de reinterpretar a Hechos 2:38, alegando que no promueve la fe y que la gracia no se puede recibir a través de él, ya que no contiene la doctrina de la trinidad.
 
Todos los que aborrecen a Hechos 2:38, confiesan abiertamente que prefieren obedecer a Jesús en Mateo 28:19 con las palabras literales "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", pero no comprenden que el nombre singular contiene los títulos “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” y que la referencia es a un nombre ¿Cuál es el nombre salvador que se debe invocar sobre el perdido? Las palabras "Padre, Hijo y Espíritu Santo" no son nombres, son títulos. El estudiante de la Biblia que busca el bautismo en el único nombre que contiene estos tres títulos, descubrirá sólo el nombre de Jesucristo, tal como Pedro lo declaró en Hechos 2:38.
 
El nombre de Dios para el Nuevo Pacto, se encuentra en Hechos 2:38. El nombre de Dios para el Nuevo Pacto no es mencionado en Mateo 28:19. ¿Cuál es el verso que por la mera mención del nombre de Dios tiene el mayor valor? Se trata de Hechos 2:38. ¿Por qué? Porque Hechos 2:38 es el cumplimiento de Mateo 28:19 como lo registra la Biblia. La única forma de conciliar el nombre singular de Mateo 28:19 con Hechos 2:38, es aceptando el nombre de Jesucristo como el nombre singular del Nuevo Pacto de Dios, nombre que representa los títulos de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
 
La teoría trinitaria, reconoce que el nombre de Dios no se encuentra en Mateo 28:19, pero dice que ese texto es aceptable para pronunciar los tres títulos, en vez de obedecer la orden de bautizar invocando el nombre singular.
 
¿Están diciendo la verdad? No, no la están diciendo. Si Jesús dijo: "en el nombre de", esto no significa “en los títulos de”. No querer bautizar en el nombre de Dios, revelado en el Pacto del Nuevo Testamento, es bautizar de acuerdo con la teoría, la teología y la filosofía hechas por las tradiciones del hombre. Jesús no otorgó la libertad de que esto fuera cambiado por ningún hombre, Papa, concilio, iglesia, organización, instituto bíblico o universidad. Si ellos no quieren ser enemigos de Dios por medio de su creencia trinitaria de que hay tres personas divinas, sería sabio que procedieran a ser bautizados en el nombre singular de Dios, revelado para la Iglesia del Nuevo Testamento. Sería prudente que buscaran a un pastor de una Iglesia Pentecostal Apostólica que los bautice de acuerdo con Hechos 2:38.
 
El Antiguo Testamento Convierte al Mikveh en el Origen de las Aguas del Bautismo:
 
Por su propia naturaleza, el ritual bautismal de purificación (mikveh), convertía a la fe judía en el Antiguo Pacto y en este se invocaba el nombre singular de Dios. En el Nuevo Pacto, el nombre de Dios es el nombre que se utiliza en el agua del bautismo, ya que la virtud de este pacto, viene a una persona cuando esta es bautizada. Entonces, ¿cuál es el nombre de Dios en el Nuevo Testamento? Es Jesucristo (¡Messiah!) Hechos 2:38 contiene el nombre de Dios para el Nuevo Pacto. El demonio odia este versículo de la Biblia. Los trinitarios lo odian porque desenmascara todos sus siglos de falsa doctrina acerca de Mateo 28:19, que ha enseñado a invocar los títulos cuando bautizan, pero no el nombre singular de Dios.
 
En el Nuevo Testamento, el bautismo es un tipo de la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús. ¿Por qué habría necesidad de invocar los títulos de otras dos personas de una supuesta trinidad que no murieron, ni fueron sepultadas y no resucitaron de la muerte? Obviamente, Romanos 6 nos indica que somos bautizados en la muerte de solo Cristo (Sólo Jesús). Todos por la fe, debemos ser identificados en la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús en el bautismo en agua.
 
El diablo y la mayoría de los trinitarios odian a Hechos 2:38 con tanta pasión, que odian a todos los pentecostales apostólicos porque bautizamos invocando solamente el nombre de Jesucristo ¿No es esto realmente odio e intolerancia contra los cristianos que creemos en Jesús como nuestro Salvador personal? Estos grupos religiosos propagan ese odio, porque los que somos bautizados en el nombre de Jesucristo no somos miembros de sus grupos u organizaciones. Según algunos grupos trinitarios como los bautistas, metodistas, luteranos, carismáticos, Asamblea de Dios, Iglesia de Dios e Iglesia Cuadrangular, una persona puede ser salva sin el bautismo. Sin embargo, según la mayoría de los predicadores de esos mismos grupos, una persona bautizada en el nombre de Jesucristo no es salva y va al infierno ¡Qué contradictora es esa posición!
 
Hechos 2:38 contiene palabras enriquecidas de fe. Contiene la fe fundamental que conduce a la gracia de Dios. Este verso enseña que la salvación es por Cristo solamente, por la sola fe, y por la sola gracia. Este es un poderoso versículo de la Escritura, en contra de la labor destructiva del diablo. Hechos 2:38 destruye al pecado y al diablo, trayendo la remisión de los pecados y la resurrección a una nueva vida donde la obra del diablo se detiene. Viniendo a la obediencia del Nuevo Pacto al invocar el nombre de Dios en el agua del bautismo, nuestros pecados son perdonados por la sangre de Jesús, librándonos de la futura ira de Dios contra nosotros. Este solo versículo, nos muestra el camino de resolución de la misericordia divina. De estar condenados a estar sin condena. Nosotros pasamos de merecer la pena de muerte, a una vida en el Espíritu, por nuestra resurrección en el agua.
 
Hechos 2:38 contiene estos segmentos, cada uno de los cuales son poderosos ante Dios:
 
1.) Arrepentimiento;
2.) El bautismo en agua en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados;
3.) La promesa del bautismo del Espíritu Santo para todos los que por fe obedecen los anteriores pasos 1 y 2.
 
El arrepentimiento consiste en renunciar a la vida de pecado para estar en sintonía con Dios. Es un acto de fe personal hacia el único Dios, a quien hasta el momento siempre se había rechazado. Cuando una persona se vuelve a Dios, iniciará automáticamente lo que llamamos una oración de arrepentimiento.
 
La persona deseará que el Señor Jesús le perdone sus pecados. Derramará su corazón ante Dios por medio de la confesión. A menudo sentirá profundo remordimiento y tristeza por haber estado lejos de Dios; y por ser consciente del daño, la miseria y el dolor que el pecado le ha causado. Su deseo será limpiar su conciencia y corazón de la culpabilidad del pecado, por la que se rendirá a los pies de Jesús en el altar, experimentando no sólo la cálida presencia de Dios, sino sintiendo además el poder de la gracia de Dios y su amor. Esto hace que el alma se rinda en un estado de oración donde se comienza a orar y adorar a Dios. El arrepentimiento se convierte en un profundo culto reverente.
 
Entonces, ¿por qué se odia a Hechos 2:38 sabiendo lo que hace por un pecador?
 
El arrepentimiento siempre viene por la fe. Este no es una obra del hombre. Es un acto de fe que por medio del arrepentimiento, Hechos 2:38 inicie la operación de Dios. Dios realiza su propia obra a través de nuestro arrepentimiento. Si no fuera así, el arrepentimiento como un mandato de Dios presente en toda la Biblia, no sería nada. El arrepentimiento trae la gracia del amor y del perdón. Una persona que verdaderamente se arrepiente por la fe, experimenta este amor y perdón. Después de haberse arrepentido, se levantará sintiéndose refrescado, limpio y santo. Por medio de su gracia, Dios realiza una labor de perfeccionamiento llamado santificación. Hechos 2:38 nos muestra cómo ser santificados por Dios a través de su gracia.
 
El bautismo en agua en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados, es un hermoso evento. El bautismo en agua no es la obra del hombre. Nosotros, los pentecostales apostólicos, sabemos que los bautistas, metodistas, luteranos, carismáticos, Asamblea de Dios, Iglesia Cuadrangular y otros, afirman que se trata de una obra del hombre, pero ellos están difundiendo una falsa doctrina. El mikveh del Antiguo Testamento, o conversión por el agua del bautismo, establece la base para el bautismo en agua del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, los gentiles conversos llegaron a la mikveh, o aguas de la separación de un mundo gentil a una nación judía, colocando su fe en Dios. De acuerdo con Hechos 2:38, todo bautismo que no sea por fe, no es un bautismo válido. Los pentecostales apostólicos demandamos el fruto de la fe en el arrepentimiento, antes de que una persona sea admitida en las aguas de la resurrección. Tenemos una muy fuerte convicción de que si una persona no ha muerto a la carne, no está calificada para ser sepultada en las aguas bautismales de la santificación.
 
¿Qué es lo que en las aguas del bautismo trae santificación? ¡Es la sangre de Jesús!
 
Aquellos que acusan a los pentecostales apostólicos de ser una secta, nunca hacen hincapié en el hecho de que nosotros creemos que la sangre de Jesús lava nuestros pecados cuando somos bautizados. Nos odian con tanta pasión, que realmente mienten sobre nosotros. Cada vez que los escuche, le dirán que nosotros creemos que el agua lava y quita el pecado. ¡Eso es falso! Es falso desde que los bautistas iniciaron esa mentira en el año de 1914 en Los Ángeles (California), y es falso cada vez que se repite. Creemos que solamente la sangre de Jesús quita el pecado y trae remisión (perdón divino). Tomamos estrictamente las palabras "para el perdón de pecados", en el sentido de que en el bautismo la sangre de Jesús lava nuestros pecados. Así pues, mientras somos bautizados en la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, su sangre lava nuestros pecados. Esa es nuestra doctrina y eso es lo que los apostólicos predicamos. Nunca enseñamos que el agua tenga la virtud de quitar el pecado. Por tanto, si los trinitarios quieren decir la verdad, deben decir lo que predicamos, sin reinterpretar nuestra predicación para poder engañar a los demás con mentiras.
 
El bautismo en agua, trae la copa de comunión del Nuevo Pacto en las aguas de la santificación. Así la sangre de Jesús es recibida. Es así que el sacrificio del Calvario es recibido por la fe. Llegamos a las aguas por la fe. Venimos con la fe en la sangre de Jesús para el perdón de nuestros pecados. Pasamos por las aguas para estar bajo la autoridad del Nuevo Pacto en su sangre. Estamos allí en el agua habiendo demostrado el testimonio del fruto de arrepentimiento. La fe nos ha traído aquí. Creemos solamente en Jesús para nuestra salvación. No deseamos ser condenados y ¿Qué es lo que puede quitar la condena del pecado? NADA MÁS LA SANGRE DE JESÚS.
 
En el agua del bautismo, el pastor o ministro oficiante debe ser ordenado y debe tener autoridad para llevar a cabo el bautismo. Sólo porque un hombre afirme ser un predicador, un ministro, un evangelista o un maestro, él no tiene la autoridad para bautizar hasta que sea ordenado oficialmente. Incluso, los apóstoles no pudieron bautizar hasta después de HABER SIDO ORDENADOS. Esta es la práctica apostólica de los que siguen el orden del Nuevo Testamento. Ahora, hay muchos bautizando sin alguna autoridad. Ellos bautizan sin requerir a las personas fe, o frutos de arrepentimiento. Según Hechos 2:38, esos bautismos no son válidos. Una persona bautizada en esas condiciones nunca será un vencedor, ya que nunca recibió el perdón de sus pecados, ni el poder victorioso de las aguas de resurrección. Todos los bautismos en agua, deben alcanzar el objetivo de añadir a una persona en una congregación local bajo el cuidado de un pastor. Todo bautismo en agua, que no añada una persona a una iglesia local bajo el cuidado de un pastor, es un falso bautismo. En Hechos 2, los que fueron bautizados, se añadieron con mucho gusto a la Iglesia. Esa es la práctica apostólica… El bautismo en agua es un importante acto de fe y demanda toda la santidad del cielo cuando se administra.
 
Recibir el bautismo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios. No se trata de una “tercera persona” de Dios en el cielo ¡Dios es uno! Él se puede manifestar a sí mismo como Padre por ser el Creador, como Hijo por ser nuestro Redentor y como Espíritu Santo en nuestra regeneración, pero siempre es un solo Ser, que es un solo Espíritu, con una sola personalidad, ya que es un solo Dios. Después de la resurrección, el Espíritu es la forma como Jesús habita en nosotros como el Espíritu Santo. Jesús Dijo a los Apóstoles "No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros" (Juan 14:18). ¡Jesús es el Consolador!
 
La promesa del Espíritu Santo no comenzó con Pedro en Hechos 2:38. Ni siquiera comenzó con la predicación de Jesús. Todo empezó con Juan el Bautista cuando él predicó sobre el arrepentimiento y la preparación para la venida del Reino de Dios.
 
"Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mateo 3:11).
 
Cualquier persona puede ver que Juan habla del Espíritu Santo prometido, como una experiencia que Jesús llevaría a cabo. Pero esto no sucedió en los tres años y medio del ministerio de Jesús. Esto no se cumplió sino hasta el día de Pentecostés de Hechos 2. Por lo tanto, el Espíritu Santo con el hablar en otras lenguas, como lenguas de fuego asentándose sobre cada uno de ellos según Hechos 2, fue el cumplimiento de la profecía de Juan. ¿Quién ocasionó que el fuego apareciera sobre el aposento alto? ¿Quién ocasionó el sonido como de un viento recio? ¿Quién ocasionó que 120 miembros de la Iglesia del Nuevo Testamento fueran bautizados con el Espíritu de Dios? ¿Quién ocasionó que estos 120 hablaran en lenguas (algo que ellos no esperaban y que tampoco habían experimentado anteriormente)? ¡Fue Jesús! Jesús fue el que causó todo eso. ¿Por qué tantos odian al Espíritu Santo como habita hoy en la Iglesia? ¿Por qué odian lo que Jesús está haciendo en la Iglesia Pentecostal Apostólica de hoy? ¿Por qué se burlan del hablar en lenguas? ¿Por qué están de acuerdo con el diablo en contra de esta promesa de Hechos 2:38? Los pentecostales apostólicos no nos avergonzamos de hacer frente a todo el mundo y decirles que esto es REAL! Experimentar al Espíritu Santo es experimentar al Jesús resucitado.
 
El Espíritu Santo en nosotros, significa que nuestro cuerpo se ha convertido en un templo. El cuerpo de una persona que no se ha convertido en un templo del Espíritu de Dios, no es más que una choza. Ellos no pueden tener el Espíritu Santo de Dios en su antigua choza. Ellos necesitan a Dios, para que de sus cuerpos, Él construya un templo. ¿Cuándo sucede esto? Se produce en el bautismo en agua. Por medio de la fe, en el bautismo en agua sepultamos nuestro cuerpo de carne, a fin de ser levantados como una nueva creación en Cristo Jesús. Subimos del agua como un templo santificado. Ahora, en ese preciso momento, buscamos que Dios entre en nuestro templo y ocupe su lugar en nuestra alma. Invitamos a Dios a que entre. El Espíritu Santo dentro de nosotros significa que nuestro cuerpo es ahora un templo. Debemos mantener este templo santo, o Dios nos destruirá (1. Corintios 3:17). El templo santo comienza en nosotros con el bautismo en agua. Por lo tanto, es conveniente y adecuado para una persona, que seguido al bautismo en agua reciba el don del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas como el Espíritu de Dios le de que hable. Si una persona no lo recibe en el momento del bautismo en agua, hay algo de bloqueo, y esto puede ser la falta de fe o falta de una preparación correcta. Muchos son bautizados pero no adecuadamente preparados. Sin embargo, miles de personas han recibido el bautismo del Espíritu Santo al subir del agua.
 
Cuando una persona se ha arrepentido por la fe, ha sido bautizada en el nombre de Jesucristo por la fe y ha sido llena con el don del Espíritu Santo por la fe, es salva. Es salva por gracia a través de la fe. Los pentecostales apostólicos creemos en Jesús para la salvación por medio de la sola fe y la sola gracia. Hechos 2:38 es el plan de salvación. El diablo y los trinitarios no desean que el mundo sepa acerca de esta Escritura. Ellos asustan a las personas a fin de alejarlas de obtener la salvación bíblica, diciéndoles que el diablo manipuló a Hechos 2:38. ¡Aquí estoy desenmascarando ese fraude trinitario!
 
Si usted está buscando a Dios con todo su corazón, considere que los pentecostales apostólicos continuamos con la difusión del precioso plan de salvación del Nuevo Testamento como Pedro lo predicó en el día del Pentecostés. Si Hechos 2:38 fue lo suficientemente bueno para agregar a tres mil personas a la primera Iglesia de Jerusalén, ¡ES BASTANTE BUENO PARA AGREGARLO A USTED A LA MISMA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO! Si usted rechaza esta verdad, ciertamente se perderá, pues no será añadido a la Iglesia por el bautismo en agua.
 
Venga hoy al Señor Jesús y pídale que traiga a su vida la plenitud de este gran versículo de la Escritura (Hechos 2:38). Programe su "lavamiento del agua por la palabra" (Efesios 5:26). Nota: es la sangre de Jesús la que lava nuestros pecados cuando somos bautizados en agua (Apocalipsis 1:5) ¡No tarde! Usted no podrá ser salvo sin la fe en el Señor Jesucristo como se encuentra en Hechos 2:38.
 
La oración de los pecadores:
 
Señor Jesús, vengo a ti para ser salvo. Me arrepiento de mis pecados. Vengo a ti por la fe confesando que soy un pecador. Yo no soy digno de ser salvo. Ahora que me he vuelto de mi pecado mirando hacia ti, estoy dispuesto a seguirte. Estoy dispuesto a hacer lo que tú ordenaste. Te recibo ahora como mi único Salvador. Voy a buscar el bautismo en agua según Hechos 2:38 en una Iglesia Pentecostal Apostólica a la cual asistiré fielmente. Yo deseo que mi cuerpo se convierta en un templo. Luego, cuando tu me formes en lo que quieras de mí, ven a mi templo y se bienvenido mi Dios y Señor. Seré tu siervo y un miembro de la Iglesia Apostólica en la cual tú me estableces. Voy a poner mi alma bajo la autoridad y el liderazgo de un Pastor. Voy a hacer tu voluntad de aquí en adelante. Úsame Jesús, aquí estoy.

 

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