Por Douglas Tong
Si alguna vez se ha hecho esta o una pregunta similar, usted no está solo. Usted no tiene por qué estar preocupado de no entender el concepto de la trinidad, ya que nadie en el mundo lo entiende.
En primer lugar, permítame decirle que ni la palabra «trinidad» ni su concepto, son enseñados en la Biblia. La Trinidad es una invención del siglo III, hecha por los llamados "Padres de la Iglesia" quienes estuvieron sumidos en la filosofía griega (pagana). Cualquier estudioso trinitario, tratando de explicar la trinidad, siempre recurrirá a las declaraciones de esos hombres en lugar de apoyarse en la Biblia, pues dicho concepto no se conoce en la Escritura. La mejor respuesta a la que ellos pueden acudir cuando la cosa se les pone difícil, es: “nunca podremos entender la trinidad, porque es un misterio” (o alguna variación de la misma respuesta).
Tenemos que recordar que el cristianismo es firmemente monoteísta (un solo Dios), en contraposición con las religiones paganas que son politeístas (muchos dioses). No hay tal cosa como una pluralidad de personas en la Deidad. Se introduce una pluralidad cuando usamos la palabra 'personas'. Cualquiera que en su mente imagine tres personas diferentes que no pueden confundirse, pero que luego diga que estas son realmente uno, en realidad se está contradiciendo. Ellos dicen una cosa pero en realidad están pensando otra. Cualquiera que posea esa manera de pensar acerca de Dios, es politeísta, a pesar del pretexto por medio del cual dicen que Dios es uno, para tratar de acomodarse a la Biblia.
En Marcos 12:28-31 Jesús nos enseñó el mandamiento más importante. Él empieza con la cita de Deuteronomio 6:4 que dice "Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es." Esta declaración es conocida por los judíos como la Shemá. Cada judío era enseñado a memorizar la Shemá desde una edad muy temprana, y aun es practicado por muchos judíos de hoy. Esto nos muestra cuán importante es el monoteísmo para los judíos. El cristianismo tiene sus raíces en el judaísmo. Jesús mismo nació como un judío y hemos recibido el Antiguo Testamento de los judíos. El Antiguo Testamento es Escritura tanto como el Nuevo Testamento es Escritura. La Escritura nunca está en contradicción con la Escritura.
Es importante recalcar que la Shemá es una declaración de la Unicidad de Dios, ya que sólo es posible dar amor de todo nuestro corazón, de toda nuestra alma, de toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, a un solo Dios (Marcos 12:29-30). Humanamente es imposible darlo a tres o más (pues se amará a uno más que a los otros) y esto sólo conduce a confusión. Nuestro Dios no es autor de confusión y Él nunca cambia (Malaquías 3:6). Él todavía es uno solo, como lo ha sido siempre.
Permítame que lo lleve más lejos. La palabra Jehová (o Yahvé) se refiere al nombre del único Dios del Antiguo Testamento. Una profecía de Isaías 40:3 (citada en Mateo 3:3, Marcos 1:2, y Lucas 3:4) habla de Juan el Bautista como “la voz del que clama en el desierto”, cuya misión era la de preparar el camino de Jehová. Sabemos por la Escritura que Juan preparó el camino para Jesús. Esto nos dice que Jesús es el mismo Jehová – el único y verdadero Dios del Antiguo Testamento viniendo en carne.
Cuando vemos en la Biblia el título de «Hijo», por ejemplo: 'Hijo de Dios' o 'Hijo del Hombre', siempre se refiere a la encarnación (Dios en la carne) o humanidad de Jesucristo, pero nunca a una segunda persona eterna en la Deidad. Usted debe notar que la Biblia nunca nos enseña acerca de algún “Dios el Hijo”, ni de ningún “Hijo eterno de Dios”. Estos títulos no se encuentran en la Biblia. La Biblia sólo nos enseña acerca del «unigénito Hijo de Dios». Permítame explicarle la diferencia. 'Eterno' se refiere a la eternidad, mientras que 'engendrado' hace referencia a un tiempo específico. Fue en un punto específico de la historia, cuando Dios se manifestó en carne. Antes, Dios existió como Espíritu y siempre a continuado existiendo como Espíritu (Juan 4:24). Debemos tener cuidado con la terminología que no se encuentra en la Biblia y contradice a la Biblia. Dios nos advirtió que no debemos añadirle o restarle a su Palabra (Apocalipsis 22:18-19).
¿Qué pasa con los títulos de 'Padre', y 'Espíritu Santo'? Lo fundamental en la naturaleza moral de Dios es su santidad, por eso el título de 'Espíritu Santo'. Dios es el Padre de toda la creación y también es el Padre de los creyentes nacidos de nuevo, así como de la humanidad de Jesucristo, por eso el título de Padre. Los títulos de 'Padre', 'Hijo' y 'Espíritu Santo', hablan de las funciones del único Dios verdadero en su relación con el hombre. Estos títulos no hacen referencia a diferentes personas en la Deidad, pues esa pluralidad no existe. Colosenses 2:9 lo dice con mucha claridad: "Porque en Él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad, y estamos completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad."
Juan 1:1 dice: "En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios." y Juan 1:14 dice: "Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros…" Dios y su Palabra son uno, así como un hombre y su palabra son uno. No podemos separar a un hombre de su palabra para decir que son personas distintas. La Palabra de Dios es la expresión de Dios mismo. En el Antiguo Testamento, Dios habló a través de la boca de sus profetas, pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios se manifestó a sí mismo en carne, con el fin de darse a conocer a sí mismo, como nunca antes lo había hecho. Si queremos saber cómo es Dios, sólo tenemos que mirar a Jesús, por medio de las cosas que Él dijo e hizo. Jesús es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15). Jesús es completamente Dios y completamente hombre. Como hombre Él nació, lloró, durmió, oró y murió desangrado. Como Dios sanó, resucitó muertos, tuvo control sobre la naturaleza y perdonó el pecado.
La trinidad no es ningún misterio como algunos quieren hacernos creer. Aquel gran misterio que se menciona en la Biblia, se encuentra en 1. Timoteo 3:16: "Indiscutiblemente grande es el misterio de la Piedad: Dios fue manifestado en carne…" Tenga en cuenta que se nos dice que Dios, y no una persona divina, se manifestó en carne. Dios lo hizo a fin de poder sufrir, derramar sangre y morir por nosotros. ¿Por qué lo hizo? Este es el verdadero misterio divino que nunca podré comprender plenamente – la profundidad del amor de Dios hacia mí, un sucio pecador. Nunca podría comprender plenamente por qué Dios fue manifestado en carne, pero siempre estaré agradecido con Él, ya que Él lo hizo con el fin de pagar el precio de mis pecados. Él será siempre, el primer amor de mi vida.
Lo que he escrito, puede parecerle nuevo o extraño, pero permítame asegurarle que hay muchos cristianos en el mundo de hoy, que no comparten y nunca han aceptado el concepto de la trinidad. Tenemos que descartar esa invención del tercer siglo, junto con toda la confusión que ha creado, para volver a las raíces del primer siglo. La Iglesia primitiva no sabía ni enseñaba el concepto de la trinidad, que desde entonces ha evolucionado hasta adoptar su forma moderna a través de los siglos.
Permítanme terminar con estos pensamientos: – ¡El Creador se convirtió en criatura, pero nunca dejó de ser el Creador! — ¡El Dios de la eternidad se convirtió en un hombre sujeto al tiempo, pero nunca dejó de ser el Dios de la eternidad! — ¡El Sumo Sacerdote se convirtió en Cordero, pero nunca dejó de ser el Sumo Sacerdote! — ¡Él Dios Todopoderoso se convirtió en un hombre que no podía ser todopoderoso, pero nuca dejó de ser el Dios Todopoderoso! – ¡El Dios de la virgen María se convirtió en hijo de María, pero nunca dejó de ser el único Dios de María! — ¡El Buen Pastor se convirtió en Oveja, pero nunca dejó de ser el Buen Pastor! — ¡La Estrella Brillante de la Mañana se convirtió en el Lirio de los Valles, pero nunca dejó de ser la Estrella Brillante de la Mañana! — ¡La Raíz de David se convirtió en Descendiente de David, pero nunca dejó de ser la Raíz de David! — ¡Él Padre de toda la creación se convirtió en Hijo por causa de la redención, pero nunca dejó de ser el Padre de toda la creación! — ¡Nuestro Dios se convirtió en un hombre, pero nunca dejó de ser nuestro Dios!
El autor desea expresar su agradecimiento a todos los que le han bendecido, contribuyendo a su conocimiento y comprensión de la gloriosa revelación del Dios Todopoderoso en Cristo.