Por Julio César Clavijo Sierra
Capítulo 5 del libro: Historia de la Iglesia del Nombre de Jesús
5. LA IGLESIA DURANTE EL PERIODO DE LA REFORMA PROTESTANTE
Desde la caída de Constantinopla, 1453 d.C
Hasta el fin de la guerra de los treinta años, 1648 d.C.
La caída de Constantinopla en mano de los turcos, es la fecha que los historiadores marcan como el fin del periodo medieval. Durante este periodo, vino una gran crisis sobre la Iglesia Católica en la Europa Occidental, por lo que comenzó a perder el poder absoluto con el que había contado durante la Edad Media. Esto se debió a varios factores:
El clero católico y el Papado romano, alcanzaron un alto grado de corrupción y de abuso de poder, lo que causaba gran desilusión y cuestionamientos. La simonía (o compra de puestos en la iglesia romana) estaba muy extendida. Debido a su corrupción, la Iglesia Católica Romana estaba perdiendo el dominio de la vida intelectual de su pueblo.
Con el uso de la imprenta, por primera vez la Biblia y otros materiales escritos podían ser reproducidos en masa con tipos movibles y a un costo más bajo, lo que les daba la oportunidad a más personas de examinarlos (antes de la imprenta todas las copias se hacían a mano). Aún cuando se destruyeran algunos ejemplares, todas las copias no podían ser dañadas, por lo cual la gente común podía comparar las enseñanzas y la forma de vida de la Iglesia Católica con la Biblia. Los que podían leer las Escrituras se dieron cuenta de lo apartada que estaba la Iglesia Católica del ideal trazado por Dios.
También hubo un acrecentamiento del nacionalismo, por lo cual el patriotismo de los pueblos de Europa se empezó a manifestar con la disconformidad hacia el involucramiento del poder de Roma en sus asuntos políticos internos.
Asimismo surgió un movimiento conocido como el renacimiento, consistente en el despertar de la gente de Europa hacia un nuevo interés en la literatura, el arte y la ciencia. Durante toda la edad media, la Iglesia Católica Romana había enfocado toda la educación hacia su sistema religioso, pero con el renacimiento, vinieron otros intereses que trajeron los destellos hacia la ciencia moderna. Algunos humanistas (cuya filosofía estaba centrada en el hombre) demostraron que la Iglesia Católica había falsificado documentos antiguos con los que apoyaba sus reivindicaciones de poder político.
Otro factor que llenó de esperanza a los disidentes del catolicismo romano, fue el descubrimiento de América en 1492. En caso de ser perseguidos, existía la posibilidad de huir hacia América, a territorios que no fueran controlados por el Papado. Las regiones de América que no fueron controladas por España o Portugal, se convirtieron en un refugio para quienes eran oprimidos por su punto de vista religioso. Durante la reforma protestante, España se mantuvo sólidamente católica y aquella reforma nunca alcanzó en ella un impacto importante. Los españoles que se identificaron con la reforma, se vieron obligados a huir de España para proteger sus vidas. Las más terribles persecuciones de la inquisición tuvieron lugar allí antes y durante la reforma. Esto explica el por qué en la América Latina (controlada principalmente por España) la libertad de culto se obtuvo hasta algún tiempo después de la independencia de aquellos países.
En medio de este contexto histórico, encontramos a un monje alemán llamado Martín Lutero, que en el año de 1510 viajó a Roma esperando encontrar grandes ideales dentro de la Iglesia Católica Romana. En lugar de eso, encontró un sistema corrupto y cínico, dominado por la política secular, el placer mundano y el materialismo. Julio II, el Papa de esa época, utilizó el poder militar para ampliar su poder. Este Papa había acumulado una gran fortuna, ostentaba muchas joyas preciosas, y estaba rodeado de muchísimos lujos. Lutero también se enteró de que el anterior Papa, Alejandro VI, tuvo numerosas amantes e hijos ilegítimos. De esta manera, Lutero volvió totalmente desilusionado para Alemania, pero no abandonó el catolicismo romano.
En cierta ocasión, estudiando la Escritura, Lutero llegó a Romanos 1:17 donde encontró la expresión: “El justo por la fe vivirá”. Esto trajo una nueva luz sobre lo que él hasta ahora conocía acerca de la salvación, pues en el catolicismo había aprendido que las obras humanas justificaban delante de Dios, pero ahora comprendía que la salvación sólo es por gracia por medio de la fe en Jesucristo. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivo de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe. Concluyó que la enseñanza católica romana de las penitencias y las indulgencias, atentaban contra la fe en Jesucristo. Desde el punto de vista católico romano, las penitencias consisten en una serie de ejercicios con los que alguien procura la mortificación de sus pasiones y sentidos, y las indulgencias o perdones de pecado, llevan la idea de que una persona puede comprar con dinero el perdón de los pecados –pasados, presentes o futuros-.
Con el fin de levantar fondos para la reconstrucción de la basílica de San Pedro en Roma, el Papa León X, hizo una campaña especial para vender indulgencias. Empleó a varios vendedores para hacer ventas en diferentes países. Juan Tetzel fue el encargado de vender las indulgencias en Alemania. En su afán de vender, Tetzel predicaba que las indulgencias eran el regalo más precioso de Dios, pues perdonaban cualquier pecado cometido. Tetzel repetía frecuentemente las palabras “tan pronto como su dinero suena en el fondo de la caja, sale el alma atormentada del purgatorio”, para mover a las personas a dar dineros por sus seres queridos que habían fallecido. Enardecido por esta situación, en la mañana del 31 de octubre de 1517, Martín Lutero clavó en la puerta de la catedral de Wittenberg un pergamino que contenía 95 tesis o declaraciones, casi todas relacionadas con la venta de indulgencias, pero en su aplicación atacaba la autoridad del Papa y del sacerdocio católico romano. En aquellos días, los que querían declarar ciertas opiniones las ponían como tesis al público, e invitaban al público a discutirlas. Al cabo de dos meses estas tesis se habían traducido y difundido por toda Europa.
El Papa romano dispuso que Lutero compareciera ante una asamblea de oficiales y principales de la iglesia en Worms, Alemania, en 1521, y le ordenó que se retractara de sus declaraciones. Lutero se negó a retractarse, a no ser que se le demostrara por la Biblia que estaba equivocado. Así, el Papa denunció a Lutero. Sin embargo, el príncipe de Sajonia le protegió la vida. Mientras estuvo escondido en el castillo del príncipe, Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán. La mayoría de las personas de Alemania (norte y central), Dinamarca, Noruega y Suecia, acogieron sus enseñanzas. Ellos llegaron a conocerse como los luteranos. La doctrina luterana incluye la creencia de que la Biblia es la fuente de verdad y que la salvación viene a través de la fe en Cristo. (Ver Gálatas 3:11, Juan 3:16). Por otra parte, Lutero enseñó que todas las personas pueden orar directamente a Dios, sin necesidad de intermediarios sacerdotales. (Véase Lucas 11:1-4). Los luteranos se opusieron a las indulgencias, al purgatorio, a las obras de penitencia, al celibato y a la autoridad del Papa sobre la Biblia. Sin embargo, los luteranos no concedieron plena libertad religiosa a otros, y perseveraron en las doctrinas antibíblicas de la trinidad, la aspersión y el bautismo de niños. El movimiento que surgió desde Lutero, fue conocido como el protestantismo. El luteranismo es considerado una de las principales ramas del protestantismo temprano.
La segunda gran rama del protestantismo temprano, fue la reformada, que comenzó con Ulrico Zwinglio, en Zurich, Suiza, alrededor del año 1523. Zwinglio concluyó que muchas de las doctrinas de la Iglesia Católica Romana estaban en contradicción con las enseñanzas del Nuevo Testamento. A partir de 1519, Zwinglio atrajo a muchas personas por su forma de explicar las Sagradas Escrituras, capítulo por capítulo y libro por libro. En el año de 1522 apoyó a muchos de sus seguidores que decidieron comer carne durante el tiempo conocido como la cuaresma, en oposición al mandamiento católico de abstenerse de comer carne durante dicho periodo. Enfurecido por la conducta de Zwinglio, el papa Adriano VI le prohibió predicar y pidió al consejo de Zurich que le condenara como hereje. En enero de 1523, Zwinglio compareció ante el consejo para defenderse de dichas acusaciones. En este acto reivindicó la supremacía de las Sagradas Escrituras sobre los dogmas del catolicismo romano, atacó el culto a las imágenes, a las reliquias y a los santos, y se opuso al celibato. Después de su deliberación, el consejo se mostró de acuerdo con las tesis de Zwinglio y decidió independizarse del poder del catolicismo romano, sumándose a la reforma protestante. En el territorio bajo el control de estos reformados, se les negó la libertad religiosa a todos los demás. Todo esto hizo que estallara un conflicto político y finalmente también armado entre aquellos reformados y los católico romanos. Zwinglio decidió usar las armas para extender sus tesis, y finalmente el 11 de octubre de 1531 cayó en el campo de batalla. Muy pronto fue eclipsado en importancia por Juan Calvino en Ginebra, cuya teología fue bastante similar.
Anteriormente, en el año 1529, a instancias de Felipe de Hesse, Zwinglio y Lutero se reunieron, estando de acuerdo casi en todos los puntos doctrinales, excepto en lo que corresponde a la eucaristía, donde Lutero mantenía la posición de que en la Santa Cena coexisten las sustancias del pan y del vino con el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo, mientras que Zwinglio sostuvo que estos elementos solo eran un memorial del sacrificio que Cristo hizo una sola vez y para siempre. Como ninguno de los dos estuvo dispuesto a ceder en este asunto, decidieron trabajar separados.
Juan Calvino fue un abogado francés, que se convirtió al protestantismo en 1532. Poco después, la oposición católica de París lo expulsó de la ciudad en 1534, debido a sus puntos de vista protestantes. Se fue para Ginebra, Suiza, donde permaneció la mayor parte de su vida. Más tarde, se convirtió en el gobernante de esa ciudad, pero fue muy áspero y severo. Prohibió las diversiones mundanas y los lujos en Ginebra, obligó a la gente a asistir a su iglesia y castigó cualquier delito menor con gran severidad. Además, ordenó la ejecución de algunas personas que se oponían a sus puntos de vista. Calvino organizó iglesias locales con presbíteros. Dichas iglesias observaron la comunión o la Cena del Señor, como un memorial del sufrimiento y la muerte de Jesús. Calvino enseñó sobre la predestinación individual, es decir, que Dios ha decidido de antemano quién será salvó o quién se perderá y nadie puede cambiar esa situación. Su mayor servicio fue la traducción de la Biblia al francés, lo que contribuyó a elevar el nivel moral en Europa, y a fomentar el respeto por la Biblia. Sus enseñanzas fueron aceptadas en Suiza, Holanda, Escocia, y en partes de Francia, Inglaterra y Alemania.
La rama de los protestantes reformados, fue conocida en Suiza y Holanda como reformados, en Escocia como los presbiterianos, y en Inglaterra como los puritanos. En Francia, el rey y los nobles abrazaron el catolicismo y persiguieron duramente a unos protestantes reformados conocidos como hugonotes. En el Día de San Bartolomé del año 1572, miles de hugonotes fueron brutalmente masacrados, ante la inmensa satisfacción del Papa. El rey francés fue a misa a dar gracias solemnes por haber asesinado a tantos herejes, y el Papa Gregorio XIII fue a la iglesia de San Luís a dar gracias por la victoria. El Papa mandó a acuñar una moneda conmemorando el acontecimiento con la siguiente inscripción: “la masacre de los hugonotes”.
La tercera gran rama del protestantismo fueron los anglicanos. Enrique VIII de Inglaterra, quería divorciarse de su reina Catalina de Aragón, porque ella no le daba un hijo, y él deseaba tener un heredero al trono. Por otra parte, él quería casarse con Ana Bolena. Sin embargo, el Papa le negó su solicitud, pero en contra de eso, el rey Enrique obtuvo el divorcio por parte de la corte inglesa y se casó con Ana. El Papa respondió excomulgándolo. A raíz de esto, el Parlamento Inglés (1534) declaró a Enrique VIII como el jefe de la Iglesia de Inglaterra (Iglesia Anglicana). Como jefe de esa iglesia, él ordenó el cierre de todos los monasterios católicos y confiscó sus bienes. Además varios disidentes fueron torturados y algunos asesinados. Durante un tiempo, los reyes ingleses nombraron a todos los altos funcionarios de la Iglesia Anglicana. El anglicanismo sostiene que los credos apostólico y niceno son resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura. A diferencia de los luteranos y los reformados, el anglicanismo ofrece culto a las imágenes y a los santos, y la misa anglicana es prácticamente igual a la católica romana.
Alrededor de 1600, la reforma protestante alcanzó su máxima extensión. La Europa del Norte se había convertido en su mayoría protestante, en particular luterana. Inglaterra era anglicana. Europa central era una mezcla entre reformada y católica. El sur de Europa y la península Ibérica era católica romana.
Por este tiempo la Iglesia Católica Romana inició un movimiento llamado contra reforma. Los católicos y reformados, comenzaron una guerra en 1618, un siglo después de la iniciación de la reforma, y finalmente envolvió a casi todas las naciones europeas. En la historia es conocida como la guerra de los Treinta Años. Las rivalidades políticas tanto como religiosas estaban envueltas en ésta. La lucha siguió por casi una generación, y toda Europa sufrió en una forma inconcebible. Finalmente en 1648 la guerra terminó con la gran paz de Westfalia, que fijó los linderos de los estados católico romanos y protestantes de la manera que han continuado hasta el presente, así que el periodo de la reforma puede considerarse terminado en ese punto.
Dentro de la época que estamos examinando, existieron también algunas personas que fueron etiquetados por sus detractores como los anabaptistas. El término anabaptista proviene del idioma griego y significa rebautizar o bautizar de nuevo. Los anabaptistas se opusieron a la práctica católica del bautismo de niños, pues sostenían que el bautismo en agua sólo debe practicarse a personas que cuenten con la capacidad mental de creer en el evangelio según lo enseña Marcos 16:16, cosa que no pueden hacer los bebés o los niños pequeños. Ellos enseñaban que nadie podía ser miembro de la Iglesia simplemente porque su familia era cristiana, porque había nacido en un Estado catalogado como cristiano, o porque fue “bautizado” siendo un infante. En lugar de esto enseñaron que la decisión de convertirse en cristiano es un asunto y una experiencia individual. Los católicos y los protestantes creían que eran cristianos desde el nacimiento, pero no podían identificar una experiencia específica consciente que los identificara como tal. En cambio los anabaptistas hacían hincapié en la experiencia de conversión, que venía después de un verdadero arrepentimiento y entrega a Dios. Asimismo, ellos no contraían matrimonio fuera de su grupo comunitario y algunos practicaban el lavatorio de pies.
Los anabaptistas nunca llegaron a ser mayoría en algún país, pero estuvieron esparcidos por toda Europa. A diferencia del catolicismo romano, de la iglesia ortodoxa griega, o de los protestantes, ellos sostuvieron que era un error unir a la Iglesia con el Estado. Mientras que los protestantes estuvieron satisfechos de ajustarse al credo niceno y a otras creencias del antiguo catolicismo romano, los anabaptistas desearon la restauración de la doctrina, la práctica, el gobierno y el estilo de vida de la Iglesia Primitiva antes de que ocurriera la fusión del cristianismo con el Estado bajo el emperador Constantino. Ellos consideraron que esa unión de Iglesia y Estado fue la que trajo grandes males a la cristiandad.
Para los anabaptistas la Biblia era la única autoridad decisiva en cualquier disputa religiosa y promulgaban la búsqueda de Dios a través de la Biblia por la acción directa del Espíritu Santo. Para ellos no había distinción entre clérigos y laicos, pues consideraban que los que tenían el Espíritu Santo eran cristianos y todos un pueblo de reyes y sacerdotes. Contraria a la doctrina de la predestinación individual (o de la seguridad incondicional eterna) que sostuvieron Lutero, Zwinglio y Calvino; los anabaptistas predicaban el libre albedrío, o sea que cada ser humano es responsable o no de aceptar la salvación que Dios ha dejado para toda la humanidad. Consideraron que la doctrina de la predestinación individual (con su corolario de que la salvación no se pierde) era una doctrina del mal que animaba a la gente a vivir en pecado, pues si una persona cree que Dios la ha predestinado para la salvación pase lo que pase o haga lo que haga, tenderá a vivir en un estilo de vida pecaminoso.
La mayoría de los anabaptistas eran gente sencilla que rechazaba las doctrinas que la Biblia no afirmaba expresamente. Nunca hubo una comunidad homogénea que pudiera identificarse como los anabaptistas, por lo cual este nombre era atribuido a los diversos grupos que concedían importancia al bautismo de los creyentes y a la necesidad de un cambio radical según el modelo de la Iglesia que se encuentra en el libro de Los Hechos de los Apóstoles.
Los anabaptistas sostenían que los protestantes, tales como los luteranos, los reformados y los anglicanos, se habían quedado cortos en sus promesas de restauración hacia la fe que Dios demanda de los hombres. Por esta razón fueron perseguidos tanto por católicos como por protestantes. Algunos autores los catalogan como “protestantes radicales”, pero otras clasificaciones los diferencian de los católicos y de los protestantes.
En su comienzo, el gobierno protestante de Zurich arrestó a varios de los líderes anabaptistas de su región y amenazó con ahogarlos si insistían en rebautizar en su zona de influencia. La primera ejecución por “herejía” por parte de un gobierno protestante, fue la del anabaptista Félix Manz, que en 1527 fue ahogado por el gobierno de Zurich en el río Limmat. Pronto, otras ciudades reformadas de Suiza, como Basilea y Berna, adoptaron la misma política, por lo que muchos anabaptistas fueron asesinados y otros huyeron. La Dieta de Espira en 1529, fue una reunión de los príncipes católicos y luteranos de Alemania, donde se decretó que todos los anabaptistas debían ser condenados a muerte por medio de la espada, del fuego o de cualquier otro medio en el mismo momento en que fueran capturados, sin necesidad de que se les hiciera un juicio.
La intensa persecución contra los anabaptistas, creó un dilema sobre cómo debían responder ante los ataques de sus opositores. Debido a que el grupo de anabaptistas era heterogéneo, la mala acción de un grupo encabezado por Jan Matthys, que en 1534 se tomó el control de la ciudad alemana de Münster por medio de la fuerza, enlodó a los anabaptistas y algunos los consideraron como violentos, pero lo cierto es que la gran mayoría de los anabaptistas era pacifista. En 1535, los ejércitos católicos tomaron aquella ciudad y masacraron a sus habitantes. Este trágico suceso tuvo el efecto positivo de que muchos anabaptistas que habían emprendido un camino extremista retornaran a sus raíces teológicas y a un liderazgo moderado. Desafortunadamente los opositores utilizaron esta escena violenta como una forma para desacreditar a todo el movimiento.
Menno Simons, fue un sacerdote católico holandés que en el año de 1536 se convirtió en anabaptista y se llegó a ser el líder más destacado después del infortunio de Münster. Él estableció comunidades de anabaptistas desde Francia hasta Rusia. Sus seguidores llegaron a ser conocidos como los menonitas.
Menno Simons escribió acerca del hablar en lenguas como si fuera la evidencia esperada de haber recibido el Espíritu Santo, pues al mencionar la experiencia de la gente reunida en la casa de Cornelio en Hechos 10, escribió: “Tienes que ver, querido lector, que aquí se enseña claramente que Pedro mandó a bautizar solamente a los que habían recibido el Espíritu Santo hablando en lenguas y glorificando a Dios; solo a los que creyeron y no a los niños”. Aunque no podemos decir que el hablar en lenguas, o recibir el bautismo del Espíritu Santo era algo característico del movimiento anabaptista en su conjunto, sabemos que muchos anabaptistas hablaban en lenguas, pues muchos de ellos adoraban con mucha demostración. Como lo dice un texto de historia secular, algunos participaban de prácticas evangélicas “muy emocionadas y entusiasmadas”. En vista de su doctrina y culto, no era raro que el hablar en lenguas ocurriera entre los anabaptistas.
El hablar en lenguas ocurrió también entre el movimiento de la profecía del año 1500 en Inglaterra. Asimismo entre los comisardos (o profetas de cevenas) del sur de Francia entre los años 1600 a 1700, pues algunos observadores sostuvieron que aquellos campesinos incultos hablaban en francés puro y elegante y realizaban un culto entusiástico y demostrativo, y que había gente que era apoderada por el Espíritu. Los cuáqueros (estremecedores) fueron un grupo religioso de Inglaterra que se desarrolló alrededor del año 1600, y recibieron su nombre porque literalmente se estremecían bajo el poder del Espíritu Santo.
También sabemos que algunos anabaptistas bautizaban en el nombre de Jesús. Un anabaptista llamado Hubmaier, aunque era trinitario, escribió en su obra “Compendio de la Entera Vida Cristiana”, unas declaraciones que implican que la fórmula bautismal en el nombre de Jesús estaba en uso y era aceptable, al decir: “Es llevado a cabo en nombre de Dios, el Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, o en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Algunos de los ministros anabaptistas de Polonia enseñaron que el bautismo es necesario para la salvación y algunos insistieron en bautizar en el nombre de Jesucristo, al punto que contra ellos escribió Pedro Morzkowski, defendiendo la fórmula triple.
Del mismo modo sabemos que algunos anabaptistas creían en la Unicidad de Dios, pues el escritor trinitario Edgar Gibson, escribe en su obra “Los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia de Inglaterra”, que: “Documentos de la época muestran cómo muchos de los anabaptistas habían perdido toda fe en la doctrina de la Santísima Trinidad. Algunos fueron la reactivación de la herejía Sabeliana [la afirmación de la plena deidad de Jesucristo], y sostenían que no había más que una persona en la Deidad; otros estaban enseñando una forma de arrianismo, negando la Divinidad de la segunda persona, mientras que otros más sostuvieron que Cristo era un simple hombre”.
Otro importante hombre de aquella época de la reforma, fue el español Miguel Servet. Aunque él compartió muchas de las opiniones de los protestantes, llegó a la conclusión de que estaban equivocados en puntos trascendentales cuando difundían doctrinas como la trinidad, la predestinación individual y el bautismo de niños. En el año de 1531, cuando Servet tenía apenas veinte años, publicó en Estrasburgo el libro “Los Errores de la Trinidad” y al año siguiente publicó “Dos Diálogos Sobre la Trinidad”. En sus obras demostró que era partidario de la Unicidad de Dios. Algunos escritores modernos lo clasifican como unitario (que negaba la Divinidad de Jesús), pero él estaba convencido de que Jesús es Dios. El escribió: “No hay ninguna otra persona de Dios sino Cristo… la Deidad entera del Padre está en él”. En su libro Los Errores de la Trinidad, escribió:"admito estas tres cosas: en primer lugar, que este hombre es JESUCRISTO; en segundo lugar, que Él es el Hijo de Dios y en tercer lugar, que Él es Dios". Servet llegó al extremo de llamar a la doctrina de la trinidad un monstruo de tres cabezas. Estas publicaciones pusieron su vida en peligro y fue visto por parte de los católicos y de los protestantes, como un peligro que tenía que ser eliminado. De esta manera Servet tomó precauciones para protegerse. No obstante, debe aclararse que Miguel Servet tenía ciertos puntos de vista que no comparten los pentecostales del nombre de Jesús de la actualidad.
Los intereses de Servet abarcaron muchas ciencias tales como: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología y el estudio de la Biblia, matemáticas, anatomía y medicina. Parte de su fama posterior se debe a su trabajo sobre la circulación pulmonar descrita en su obra Restitución del Cristianismo. También se constituyó en un defensor del libre examen, al escribir: "Es un abuso condenar a muerte a aquellos que se equivocaron en sus interpretaciones de la Biblia".
Servet mantuvo una correspondencia extendida con Juan Calvino, y le envió una copia de su obra “la Restitución del Cristianismo”. En cierta ocasión entró a Ginebra, pero siendo reconocido por Calvino, de inmediato fue arrestado y condenado por herejía. El consejo protestante de Ginebra lo condenó a morir por dos razones: negar el bautismo infantil y negar la trinidad. El 27 de octubre de 1553, a la edad de 42 años, fue quemado vivo, con leña verde (lo que prolongó su agonía) en la colina de Champel.
Es difícil poder contar con la información del alcance que lograron los creyentes de la Unicidad de Dios en la época de la reforma, pues la situación era bastante difícil para los que se oponían al dogma de la trinidad por aquel tiempo. Por ejemplo, el escritor católico Eric Peter, escribió que: “La Europa Occidental se hizo inhabitable para los unitarios [*el escritor usa la palabra "unitario" para referirse a cualquiera que niega el dogma de la trinidad*]. La ejecución de Servet y la depuración del grupo italiano de Ginebra hicieron que las diversas regiones protestantes se cerraran a la propaganda de la herejía unitaria [*el escritor usa la expresión "herejía unitaria" para referirse a cualquiera que niega el dogma de la trinidad*]. Sus representantes, reducidos a la clandestinidad, tomaron grandes precauciones usando expresiones aparentemente inofensivas, enviando sus impresos a toda Europa y permaneciendo en secreta relación para ayudarse y socorrerse”.
Otro personaje relevante durante este periodo, fue el español Casiodoro de Reina. Perseguido por la inquisición, en 1557 decidió huir a Ginebra, pero lo que vio allí no fue de su agrado. Fue consternado al enterarse de la forma horrorosa en la que había sido asesinado Miguel Servet en el año de 1553 y del trato que allí se les daba a los disidentes. Aunque Casiodoro de Reina se identificó como trinitario, no podía aceptar que se ejecutase a alguien por sus creencias. Entró en contradicción con Juan Calvino y la rigidez imperante le hizo decir que "Ginebra se ha convertido en una nueva Roma", por lo que decidió marcharse a Fráncfort del Meno, en Alemania. Sostuvo, en contra de la opinión dominante, que a los anabaptistas se les debía considerar como hermanos.
En abril de 1562, la inquisición española quemó una imagen de Casiodoro de Reina en Sevilla España, y fue declarado heresiarca (jefe de herejes). En 1562, la Reina Isabel I de Inglaterra, le concedió el permiso de predicar a otros españoles que buscaron refugio en aquellas tierras. Allí empezó a traducir la Biblia al idioma español. El 28 de septiembre de 1569, publicó en Basilea, Suiza, su versión española de la Biblia. Dicha obra fue la primera Biblia cristiana completa impresa en idioma español. Su versión castellana de la Biblia, fue conocida como La Biblia del Oso, por aparecer un dibujo con este animal en su portada. Esta versión ha sido tan aceptada por el pueblo cristiano de habla castellana, que hasta hoy sigue siendo la favorita después de casi cuatro siglos. En 1602, Cipriano de Valera publicó una versión corregida de la versión de Reina, y por eso ahora se conoce con el nombre de la versión Reina-valera.
Comúnmente se dice que Lutero inauguró el derecho al libre examen y la libertad religiosa, pero nada está más lejos de la verdad. Él habló del libre examen como una razón para establecer sus puntos de vista, pero cuando se fortaleció, emprendió cruelmente contra los que no los compartían. Para no perder el apoyo de los alemanes de la nobleza, Lutero apoyó las masacres de campesionos que dejaron mas de cien mil muertos. Lutero escribió: "Contra los asesinos y ladrones campesinos, en esto mojo mi pluma en sangre… llamo a los príncipes a matar a los ofensivos campesinos como perros rabiosos, a apuñalarlos, a estrangularlos y destruirlos como mejor puedan y así recibirán los príncipes la promesa del cielo". Pero esa intolerancia tiránica no se limitó solo a Lutero pues todos los reformadores famosos la exhibieron. Desde Ulrico Zwinglio quien obligó a su antiguo amigo Baltasar Hubmeyer a que renunciara a su doctrina y a su firmeza de conciencia bajo tortura y amenaza de muerte, hasta Juan Calvino quien hizo quemar en la hoguera a Miguel Servet (su adversario teológico).
A pesar de la intolerancia religiosa de aquella época, los llamados cinco principios de la reforma protestante, sirvieron para abrir el camino hacia un evangelismo que poco a poco se iría librando de la persecución criminal. Estos fueron:
a) La Biblia y no la tradición eclesiástica, es el fundamento de la verdadera religión y la regla infalible para la fe y la conducta.
b) La religión debe ser racional e inteligente. La razón se somete a la revelación, pero a la vez rechaza las doctrinas y costumbres contrarias a la razón.
c) La religión debe ser personal. No se necesita un sistema de santos y sacerdotes como mediadores entre Dios y el hombre.
d) La religión debe ser espiritual, con más énfasis en la experiencia interna que sobre los ritos externos.
e) La organización y el gobierno eclesiástico deben ser nacionales en vez de universales, y la adoración debe celebrase en el idioma del pueblo.