Capítulo 4 del libro Una Historia que no Termina, Tomo II, La Consolidación de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Páginas 273-321. Primera edición © 2008 IPUC.
«La Historia es una realidad indispensable que el pueblo de Dios necesita conocer y analizar con absoluta seriedad, si pretende fortalecer su identidad y sentido de pertenencia. Consciente de ello, la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, ha estado desarrollando un proyecto de investigación con el fin de reconstruir su historia. Con el material recuperado se ha logrado formar un centro de documentación histórico, en el cual se conserva un archivo textual, magnetofónico y visual. Además de una fototeca y un museo».
Paralelo a la expansión y consolidación de la obra, en el trasfondo de la iglesia también se irían a producir grandes cambios administrativos, todo ello como resultado de una organización que iba en continuo crecimiento.
Por tal razón, dedicaremos este capítulo al análisis de los factores externos e internos que trajeron como consecuencia la autonomía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, entendiendo dicho evento no como un hecho aislado o coyuntural, sino como un proceso administrativo que se estaba gestionando desde hacía varios años.
Infortunadamente no existen documentos oficiales que correspondan a la etapa de la administración de los misioneros. Por alguna razón que no conocemos, las actas de esa época no aparecen en el archivo oficial de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Solamente se ha logrado rescatar un acta del Concilio Misionero y otra de la Junta Nacional, correspondientes a dicho momento histórico.
Así que, los documentos más antiguos que reposan en el archivo de la iglesia datan del año 1966, cuando ya la autonomía estaba en marcha. Sin embargo, basados en el testimonio de las personas que vivieron el proceso y teniendo en cuenta las posteriores actas y documentos que lo mencionan, haremos un análisis histórico de cada uno de los eventos que relacionados uno con otro dieron, como resultado la autonomía de la Iglesia Colombia. Dichos episodios fueron:
•La separación entre la Iglesia de Canadá y Estados Unidos
•La renuncia del misionero Larsen a la iglesia de los Estados Unidos
•La propuesta de la iglesia de los Estados Unidos (United Pentecostal Church)
•Los colombianos asumen el reto
•La renuncia de los misioneros Thompson y Morley
•Surge otra organización
La Separación Entre las Iglesia de Canadá y Estados Unidos
La separación entre la iglesia canadiense y estadounidense también se dio en un contexto histórico que ocupó varios años. Para tener una idea de cómo se dieron los acontecimientos sería interesante narrarlos desde el principio.
Recordemos que el hermano Larsen había sido enviado como misionero a Colombia por la [Fraternidad de Iglesias del Evangelio Completo que se había conformado desde 1931, pero que en 1939 se organizó formalmente como La Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo] con sede en Canadá. Esta tenía un fuerte énfasis en las misiones y bajo la orientación de Wynn T. Stairs, su director de misiones extranjeras, comenzó desde 1932 a incursionar en algunos países, entre ellos Colombia. Aún era la época en que muchas iglesias del Nombre de Jesús independientes, se estaban asociando para formar grupos más fuertes; y en ese contexto histórico fue enviado el hermano Aksel Verner Larsen en 1937. (Leer Apéndice de «Una Historia que no Termina» Tomo I, página 301).
Ya para 1945, cuando la obra en Colombia llevaba 8 años de haberse iniciado, se produjo el acuerdo entre las Asambleas Pentecostales de Jesucristo y la Iglesia Pentecostal Incorporada, dando nacimiento a la UPC (United Pentecostal Church), con sede en San Louis Missouri, Estados Unidos. [En el año de 1946 La Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo también se adhirió a la Iglesia Pentecostal Unida]. Con la unión de estas organizaciones, la iglesia colombiana quedó bajo la dirección de la nueva sede, como Distrito Misionero de la Iglesia Pentecostal Unida, y el esfuerzo misionero se aumentó considerablemente, ya que fueron enviados a Colombia varios misioneros, tanto del Canadá como también de los Estados Unidos; entre ellos William Drost, William Thompson y Lewis Morley.
Al respecto, Campo Elías Bernal, dice:
“Había ya una serie de proyectos, porque la iglesia de Estados Unidos y Canadá ya se conocían; entonces trabajaban juntas… Aquí en Colombia trabajaba el hermano Ball, con Estados Unidos; y el hermano Larsen, con el Canadá. Sin ser unidos, tenían una cooperación por la afinidad doctrinal. Y en el 45 se unieron…”[273]
Sobre la fusión de las dos organizaciones, Álvaro Tórres agrega:
“Llegaron a acuerdos, pero el acuerdo no era definitivo; era un acuerdo de prueba a ver qué tal salía; y tenía condiciones: 1) Las propiedades quedaban a nombre de cada iglesia. 2) Cada uno era autónomo en su país. 3) Tendrían una Junta Internacional, pero el director de misiones extranjeras sería siempre canadiense… En Canadá la pasión era el evangelismo. Ellos pidieron eso y se los dieron. El día que no funcionaran se retirarían con todo, sin peleas… el pacto fue ese”[274]
En uno de los documentos que se conservan en nuestro archivo figura una circular enviada en pleno fragor de la separación (diciembre 10 de 1964), por los hermanos Wickens y Beesley, Superintendente y Secretario respectivos de la Iglesia canadiense, en la que recuerdan el acuerdo que se había firmado entre las dos organizaciones en el año de 1946. Cuatro de las cláusulas decían:
a)Que excluimos las palabras “Evangelio Completo” de nuestra personería jurídica y añadimos “Unida” en su lugar, y hacemos los cambios en la personería que sean necesarios.
b)Que las propiedades actuales de la Iglesia Pentecostal Incorporada del Evangelio Completo, pasan a ser propiedad del Distrito Marítimo de la Iglesia Pentecostal Unida.
…
d)Que haya siempre un miembro de la Junta Misionera residiendo en Canadá.
…
f)En caso de que los hermanos canadienses o algunos miembros sientan su deseo de retirarse, podrán retirarse bajo dos terceras partes del voto mayoritario. También la personería jurídica de la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo, y las propiedades obtenidas pasarán a ser propiedad de los hermanos canadienses sin votación formal por parte de la Junta General o de la Asamblea General.[275]
Este documento fue firmado en St Stephen New Brunswick Canadá el 15 de mayo de 1946 a las 2:30 P.M. Las cláusulas fueron aprobadas por mayoría, arrojando una votación con el siguiente resultado: Sí: 35 votos y No: 2 votos. Fue aprobada.
Como se puede observar, aunque las dos organizaciones [es decir La Iglesia Pentecostal Unida y La Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo (del Distrito Marítimo del Canadá)] estaban unidas, había cláusulas que preveían una futura separación.
Fue así como en 1962 se presentaron dificultades de tipo administrativo en la relación de las dos iglesias y se iniciaron las negociaciones para la separación administrativa; aunque se afirmaba que seguirían funcionando como organizaciones hermanas y mantendrían la fraternidad espiritual.
Para ese entonces, la dirección de las misiones extranjeras de la UPC todavía estaba a cargo del hermano Wynn T. Stairs, quien dirigía dicho departamento desde que se había dado la fusión entre las dos organizaciones. Sin embargo, las políticas misioneras que estaba adelantando el hermano Stairs, especialmente en Colombia, no gozaban de la plena aceptación de la Junta General y se habían presentado discrepancias.
Para dar un ejemplo concreto, en la reunión que tuvo lugar en Palmira los primeros días de enero de 1962, entre los delegados del Norte y el Concilio Misionero, el tema candente fue el conflicto que se estaba suscitando entre las dos iglesias del norte. Alguien del Concilio Misionero preguntó qué pasaría con Colombia si se daba la separación.
El hermano Stairs dio a entender con su respuesta que Canadá se quedaría con Colombia, por ser ellos los pioneros. Por su parte, el hermano Morgan no respondió nada al respecto, pero sí presentó una serie de resoluciones que prácticamente aseguraban la hegemonía de la iglesia americana sobre la obra en Colombia. Además se notó un ambiente tenso entre los dirigentes máxime cuando mostraron puntos de vista diferentes en los debates. [276]
Citemos unas de las resoluciones que fueron presentadas por el hermano Morgan.
CONSIDERANDO que nos hemos encontrado con serias dificultades en otros lugares debido a la mala organización no autorizada por la Junta Ejecutiva de la Iglesia Pentecostal Unida y sin el conocimiento del Departamento de Misiones Extranjeras.
SE RESUELVE: Que los hermanos Stairs, Larsen, Thompson, Morley y la Hna. Morley, vayan a Bogotá y consulten con un abogado para investigar todas las vías disponibles a la Iglesia Pentecostal Unida para organizar mejor nuestro trabajo en Colombia.
SE RESUELVE ADEMÁS: Que no gobernará ninguna Junta para la supervisión del trabajo que sea formada de misioneros y ministros nacionales hasta que sea ratificada por la Junta Misionera y la Junta General.[277]
Al regreso a los Estados Unidos de los dos dirigentes, la Junta General envió un comunicado al hermano Larsen diciéndole que, en adelante, ellos como Junta General, intervendrían directamente en la obra misionera, ya que el hermano Stairs, Director de Misiones, estaba tomando decisiones sin consultarles y eso estaba ocasionando problemas.
Analicemos la carta que el Superintendente Morgan le envió al hermano Larsen:
Adjunto, usted encontrará una copia de una orden ejecutiva que regirá su trabajo en Colombia y en todas partes hasta que la situación sea referida a la Junta Ejecutiva General para su consideración. Lamentamos que tal acción haya sido necesaria, pero debido a la afirmación hecha por el Director de Misiones, que él no permitiría que la Junta Ejecutiva gobernara su actividad en la obra misionera y su cuestionamiento sobre la autoridad del Superintendente General para intervenir, la orden ejecutiva fue necesaria.
“El Director de Misiones está intentando disolver el acuerdo de unión que se hizo algunos años atrás y afirma que Colombia y Ecuador serán el campo misionero de su obra nacional revivida. Frente a su decisión la cual nunca ha sido discutida ni mencionada por él a la Junta Ejecutiva General ni a la Junta Misionera, no tengo otra alternativa. Esta orden ejecutiva regirá su actividad hasta nueva orden la cual saldrá de la próxima reunión que tenga la Junta”. [278]
Como el hermano Stairs era un dirigente de mucha influencia en el Canadá, los problemas comenzaron a repercutir especialmente en el Distrito Marítimo, que era el distrito conformado por las provincias marítimas. [279]
De manera que se convocó una reunión en abril de 1962 en Fredericton, capital de la provincia de New Brunswick, para considerar la posibilidad de que el Distrito Marítimo se desafiliara de la UPC, pero la proposición no se aprobó, y aunque dicho distrito siguió afiliado a la UPC, las tensiones continuaron, al punto de que a finales del mismo año, Stairs en reunión con la Junta General renunció a la Dirección de Misiones de la UPC con sede en San Luis pero siguió siendo el Director de Misiones del Distrito Marítimo del Canadá. [280]
Posteriormente se reunió la Junta General de la UPC con el Distrito Marítimo, el cual tenía listo un acuerdo para retirar su afiliación de la UPC, pero después de intensas discusiones acordaron que por conveniencia legal trabajarían unidos hasta el 1 de enero de 1965, anteponiendo como condiciones que se respetaría el acuerdo de 1946, que Canadá tendría su propio Director de Misiones Extranjeras y también su propia oficina misionera. [281] El Distrito Marítimo, era un ala fuerte de la iglesia canadiense que tenía su carta de dominio o personería jurídica particular, adscrita bajo el nombre de Iglesia Pentecostal Incorporada del Evangelio Completo. Ellos querían mantener su identidad jurídica pero al mismo tiempo mantener su fraternidad espiritual con la UPC. (Ver anexos).
Pero en la conferencia de la UPC de octubre de 1962, la Asamblea de Ministros, desconociendo el acuerdo inicial sobre la Dirección de Misiones Extranjeras, eligió a un estadounidense como nuevo Director de Misiones: al hermano Oscar Vouga. Esa elección rebasó la copa, y Wynn T. Stairs regresó a Canadá y comentó a los pastores la violación del acuerdo inicial y su intención de dar por terminado el convenio de unión, si la mayoría de ellos estaban de acuerdo.
De tal manera que el conflicto que hasta el momento se había circunscrito a las dos organizaciones tomó proporciones internacionales, pues de ahí en adelante Colombia se convirtió en la “manzana de la discordia”, ya que era reclamada por las dos sedes.
Como ya había un preacuerdo de separación, las discusiones se concentraron en Colombia, y el hermano Vouga implementó algunos cambios al interior de la administración colombiana, como fue la instauración en la asamblea de Barranquilla de 1963, de la primera constitución de la iglesia colombiana, y el nombramiento de la primera Junta Nacional, que de alguna manera se convirtieron en el primer paso hacia la autonomía.
Al respecto el hermano Zúñiga, en una carta que le envió al hermano Larsen después de la autonomía, le recordaba la manera en que la iglesia había quedado ligada a los Estados Unidos, sin dejarle alternativas a los hermanos canadienses.
“Todos nosotros los oficiales de la Junta Nacional derivamos nuestros cargos de autoridad de San Luis en virtud de la famosa constitución del 63, que nos fue impuesta a la brava en Barranquilla. Creo que desde ese tiempo ya se había iniciado un movimiento por parte de los hermanos canadienses para separarse de San Luis. Entonces ¿por qué se nos dejó imponer tal constitución que nos amarró a San Luis de esa forma?”[282]
Así que, la idea de la nacionalización se estaba gestando en el Norte, desde el año 1962, y los hermanos de Estados Unidos, con la Constitución que instauraron en Colombia, dieron un paso adelante con respecto a los canadienses, para la nacionalización de la iglesia colombiana.
Llegado el plazo en que Canadá se desafiliaría de Estados Unidos, se reunieron las delegaciones de ambas partes para tratar de dar solución al conflicto pero no se pudo llegar a un arreglo, y el 4 de noviembre de 1964 las dos organizaciones se separaron. Aunque un grupo de iglesias canadienses decidió continuar con la UPC.
Estados unidos le restó importancia al derecho de los canadienses sobre Colombia, aduciendo que las cláusulas no afirmaban nada al respecto. Además al principio ellos no estaban de acuerdo con la independencia de la obra en Colombia, como lo expresa la siguiente circular, emitida a todos los ministros ordenados de la UPC, en la que explican los pasos dados para la separación:
“El siguiente paso fue que una delegación de tres del Distrito Marítimo se reunió con la Junta General en San Antonio y formuló una solicitud para que la Iglesia Pentecostal Unida terminara su labor en Colombia, y permitiera que los colombianos trabajaran por su propia cuenta sin ningún tipo de control de los Estados Unidos o Canadá.
Esta petición se basó sobre una supuesta disposición en el acuerdo de fusión entre la Iglesia Pentecostal Unida y la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo, que estipuló que en caso de que los hermanos del Distrito Marítimo decidieran volver a su antiguo estado en alguna fecha futura, también retomarían la labor en Colombia comenzada algunos años antes.
Dado que se trata de un asunto de misiones extranjeras, nuestra Junta de Misiones Extranjeras la ha considerado en el temor de Dios, e hizo una recomendación a la Junta General que continuemos la labor en Colombia hasta el momento en que esté lo mejor preparada para seguir por su propia cuenta. Una copia de la recomendación de la Junta de Misiones Extranjeras se adjunta a fin de que ustedes comprendan nuestros sentimientos sobre este asunto. La Junta General votó a favor de aceptar la recomendación de la Junta de Misiones Extranjeras e informó a la delegación del Distrito Marítimo. Por otra parte, la Junta General no ve nada en el párrafo anterior en el acuerdo de fusión que nos obligue a devolver a Colombia o cualquier otro campo misionero a los hermanos del Distrito Marítimo, en caso de separación”. [283]
Según lo anterior, fueron los canadienses los primeros en proponer la autonomía de la obra en Colombia pero fueron impedidos por los hermanos de los Estados Unidos, que al principio no estaban de acuerdo.
Por su parte, los canadienses respondieron con la siguiente circular enviada también a todos los ministros de la UPC.
“El trabajo misionero en Colombia, S.A, fue iniciado por los Distritos Marítimos en 1932, más de 13 años antes de que se fusionara con la UPC, y Colombia se fusionó con nosotros. St. Louis, no sólo entró en acuerdo con los Marítimos en su fusión, sino que también garantizó al Distrito Marítimo el derecho a tener su propio director de misiones para la obra JUNTAMENTE CON el director de St Louis. Por lo tanto, nos parece que debería concederse un cierto reconocimiento en la supervisión del trabajo en Colombia, en caso de que los acuerdos signifiquen algo.
Por otra parte, lamentamos que la Junta General no vea nada en el acuerdo de fusión para que Colombia retorne otra vez con nosotros, como señala en la circular enviada a todos nuestros ministros del Distrito Marítimo.
Deberíamos llamar su atención sobre las palabras en el párrafo F, «las propiedades acumuladas y presentes pasarán a ser propiedad de los Hermanos Canadienses».
Les anticipamos el hecho de que la obra colombiana fue establecida, supervisada y sostenida por nosotros y unida a nosotros seguramente esto estaría cobijado por la palabra «presentes» y lo dejamos a su honor y principios cristianos para interpretar el resto de la cláusula.
«En esto el Presidente de la Junta de Misiones Extranjeras sabía de una delegación que iba a tratar de trabajar en pro de un acuerdo mutuo con respecto a la obra colombiana, y especialmente en vista del acuerdo de fusión, a nuestro juicio, la delegación debió tener por lo menos la cortesía de una audiencia ante la Junta de Misiones Extranjeras que presentó sus recomendaciones a la Junta General, la cual fue aprobada por la Junta General”. [284]
Canadá notificó a la sede de la UPC en San Luis, Missouri, su decisión de volver a trabajar por separado y su renuncia a la membrecía de dicha organización, recordándoles que el convenio inicial les autorizaba retirarse con lo que habían ingresado, y por lo tanto se retiraban de las misiones con las misiones en Colombia. La UPC consideró la terminación del convenio de unión como una actitud divisionista por parte de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo y también reclamó las misiones en Colombia.
Analicemos lo que el hermano Stairs le comunica al hermano Larsen con respecto a la decisión que se tomó:
“… nuestras negociaciones se han roto con la UPC en San Luis; así que los hermanos se reunieron en noviembre 4, y votaron en un 75% para regresar a nuestro estado de antes de mayo 15 de 1946.
Fue totalmente imposible hacer algún arreglo con ellos en San Antonio. De hecho ellos rechazaron reunirse con nuestro comité y escuchar nuestros ruegos por justicia y por lo que es correcto; sencillamente nos llamaron y nos anunciaron que ellos iban a mantener a Colombia y que nosotros en New Brunswick no podíamos hacer ni decir nada sobre este asunto; y que ellos lo manejarían y tomarían la iniciativa en todas las cosas. Bien, sencillamente no podíamos aceptar esta forma dictatorial y trato desigual. Ahora, tenemos que estar pendientes y ver donde caerán los pedazos”[285]
La Renuncia del Hermano Larsen a la Iglesia de los Estados Unidos
Las tensiones producidas entre estados Unidos y Canadá dejaban al hermano Larsen en una posición incómoda, pues él se enteró de las discusiones desde 1962. Como la obra en Colombia estaba a cargo suyo, continuamente tenía que recibir órdenes tanto del hermano Vouga, nuevo Director de Misiones de la UPC, como del hermano Stairs, Director de Misiones del Canadá. Por tal razón, el misionero procuró mantener dicha situación en reserva, con el fin de que el conflicto no afectara la obra en Colombia.
Por ejemplo, a comienzos de 1962 le ordenaron desde Estados Unidos la suspensión inmediata de la ceremonia de ordenación de algunos pastores, sin ninguna razón justificada. Esa decisión creó un clima de tensión, puesto que él la interpretó como indicio de que no gozaba de la plena confianza de la UPC para realizar dicha ceremonia. Así que la ordenación de siete ministros colombianos se pospuso hasta el mes de septiembre del mismo año, mientras por correspondencia se aclaraban las cosas.
Miremos algunos apartes de la carta que el hermano Larsen envía al Superintendente Morgan, donde expresa su descontento por dicha situación:
“Lo que me preocupa ahora es que no sé cómo actuar exactamente bajo lo que se llama «órdenes ejecutivas» Es la primera vez en 25 años de trabajo misionero que he sentido que no soy de confianza a las autoridades, hasta donde yo sé. La obra en Colombia ha crecido a un tamaño bastante considerable y necesitamos tomar decisiones constantemente acerca de muchas cosas…
Es sólo una vez al año que tenemos la capacidad de reunir a todos o a la mayoría de los obreros, y consecuentemente tenemos que hacer mucho para organizar y reorganizar en esas ocasiones. Este año un servicio de ordenación había sido planeado para la última noche de la convención. Naturalmente se tuvo que cancelar debido a sus órdenes. Fue un problema para mí saber cómo explicarles todo este asunto a esos dignos obreros. Explicarles por qué no podían ser ordenados todavía. Yo no quería decirles que ustedes habían prohibido avanzar un paso más en este asunto. Hay un fuerte espíritu Nacional a lo largo y ancho de estas partes del mundo y no sé si ellos podrían comprender.
En vista de la promesa que ustedes me han hecho, que no tomaría mucho tiempo antes de que ustedes pudieran arreglar esta situación acerca de todas estas cosas que han pasado, y para que no se desanimaran los hermanos esperando su ordenación, yo les dije que por ahí a mediados del año podríamos tratar de tener una especie de convención, sólo para obreros y que arreglaríamos una ordenación en esos días. Ahora estoy esperando para que la situación se aclare en nuestro país, pero ahora estamos en el mes de mayo. Y tal reunión como las que les he prometido tiene que ser anunciada con mucha anticipación. Algunos de ellos se mantienen preguntando cuándo y todavía yo no sé qué decirles porque yo no sé cuándo la situación aquí volverá a la normalidad…” [286]
A pesar de las dificultades, el hermano Larsen no era partidario de la separación entre Estados Unidos y Canadá; sobre todo porque temía que si las iglesias del Norte se separaban, Colombia se vería afectada. Por eso en la comunicación que mantuvo con los hermanos del Canadá les dijo que pensaran seriamente la decisión que iban a tomar; y refiriéndose a la obra en Colombia utilizó unas palabras muy sentidas que vale la pena recordar:
“Todo esto es como el divorcio en un matrimonio: los hijos son los que más sufren”[287]
Pero cuando las cosas se volvieron irreconciliables, él irremediablemente tuvo que asumir una posición, y obviamente se inclinó por la iglesia canadiense, puesto que era la misión que lo había enviado y sostenido al principio en Colombia; además pesaba la influencia del hermano Stairs, quien era su pastor y amigo.
Aunque el hermano Larsen había sido ratificado como misionero por la UPC desde 1963, ante la decisión tomada por los canadienses, él notificó a la UPC sobre su deseo de seguir trabajando con la iglesia que originalmente lo había enviado a Colombia; por lo cual presentó renuncia a la membrecía de la UPC, con sede en San Luis, y continuó en Colombia bajo la administración de Las Asambleas Pentecostales de Jesucristo. Los misioneros Thompson y Morley continuaron con la membrecía en la UPC de los Estados Unidos.
Cuando en 1966 el hermano Larsen renunció a la UPC de Estados Unidos, ellos asumieron que su renuncia lo dejaba también sin membrecía en la misión colombiana que él había fundado, la cual por razones del acuerdo de 1945 también se denominaba Iglesia Pentecostal Unida. Así que, consideraron que si no era miembro de la iglesia estadounidenses, tampoco lo era de la iglesia colombiana, y rápidamente viajaron a Colombia con la determinación de nombrar un nuevo suiperintendente, porque según ellos, la obra había quedado sin presidente.
Queda claro hasta aquí que las dificultades de las dos iglesias del Norte, afectaron de forma directa a la misión colombiana, que estaba en medio del conflicto y sobre la cual las dos iglesias norteamericanas reclamaban sus derechos.
Pero ahora analicemos algunos factores internos que también presionaron para que se diera la autonomía.
Diferencias Entre los Misioneros
El conflicto que se estaba dando en el Norte, comenzó a surtir sus efectos al interior del Concilio Misionero de la iglesia colombiana. Se presentaron algunas diferencias de parte de los misioneros Morley y Thompson contra el hermano Larsen. Recordemos que mientras el misionero Larsen había sido enviado por la iglesia canadiense, los misioneros Morley y Thompson habían sido enviados por la iglesia de los Estados Unidos en la década del cincuenta, después de la unión entre las dos organizaciones.
Al respecto, Campo E. Bernal, recuerda que:
“Había un pacto entre ellos cuando se unieron como iglesia: que un día, en el evento de que se abrieran, cada uno seguía con lo suyo, con lo que aportó al momento de unirse: El hermano Larsen quedaría con lo que él entró de parte de Canadá; el hermano Thompson con lo que es de parte de Estados Unidos; y Morley también. Entonces ellos en su pelea, porque pelearon; y eso es lo grave, que me molesta a mí que digan que la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia echó fuera a los misioneros; ¡eso no es verdad!… La Iglesia Pentecostal no se puede culpar de eso porque ellos hicieron sus cosas. Es que entre trescientos pastores que habíamos, nos quedamos con la boca abierta viéndolos pelear a ellos: El uno de que esto es mío, el otro esto es mío… Nosotros no podíamos opinar porque no sabíamos qué era lo que realmente ellos tenían entre manos; ni aún sabíamos de ese pacto que había que cada uno tenía lo suyo. Entonces ya después entendimos que cuando el hermano Larsen renunció, él renunciaba de la membrecía americana pero seguía dependiendo del Canadá. Nosotros entendimos que él era superintendente de la UPC internacional y entonces era un retiro definitivo” [288]
Por otra parte entre los misioneros Morely y Thompson también había rivalidades que algunos pastores colombianos conocían. Los colombianos al darse cuenta de esa situación enviaron un comunicado a la Junta General de la UPC, diciendo que manifestaban su «incomodidad con la actuación en su carácter como misionero del hermano Thompson y el hermano Morley» y desaprobando «las acciones indignas que han traído desconcierto y división de parte de ellos»[289]
Según la comunicación que enviaron algunos pastores colombianos ordenados, los misioneros se estaban dedicando a una vida de:
“…gala y de oficina, sentados ordenando que otros pobres obreros sin recursos económicos, y sin preparación intelectual y espiritual vayan a probar suerte a lugares distantes, expuestos a los ataques de funcionarios del gobierno, del clero, de la burla del pueblo y en la más cruel necesidad económica; obligándoles a que tengan éxito a pesar de todo y si no resultan los ponen fuera por no saber tener fe para sus necesidades, mientras que los peritos arquitectos que deben poner el fundamento viven una vida holgada, cómoda y recibiendo los honores de Obras que nunca con sus manos han tocado… Se ha creado un fuerte regionalismo y este ha tenido su origen en los misioneros. Los celos y ambiciones por puestos han sido cosas muy comunes entre ellos… En varias ocasiones se ha formado una política de complacencias y favoritismos para conceder licencias sin tomar en cuenta las exigencias que se deben tener en cuenta por la Palabra de Dios. Ambos han creado malos ánimos entre algunos pastores y hermanos hablando contra algunos pastores, y hablando misioneros contra misioneros. Se ha dicho públicamente que nosotros los ministros colombianos deseamos echar fuera a los misioneros cosa que es rumor sin fundamento. Y causó extrañeza el que el hermano Morley insinuara a algunos pastores en El Valle que se hiciera una carta con la firma de pastores colombianos para que echaran fuera del país al hermano Thompson”[290]
Aunque los firmantes de la carta advierten varias veces que no están inspirados por un espíritu «anti-misionero» o «nacionalismo» y que reconocen el trabajo de todos los misioneros, sin embargo de alguna manera esa comunicación fue interpretada como un «manifiesto» en el que sí se expresaba un espíritu de nacionalismo por parte de los líderes colombianos. Así que, se convocó a una reunión en Palmira con una delegación de la UPC de los Estados Unidos, donde los ministros colombianos fueron fuertemente exhortados acerca de dicha comunicación.
Al respecto del manifiesto de los pastores, el hermano Eliseo Duarte comenta:
“Nosotros preocupados por eso, se le planteó al hermano Larsen mediante una carta esa preocupación para que eso no fuera a trascender al pastorado y fuera a formarse una pugna por las regiones. El hermano Larsen transmitió eso a la sede, allí en San Louis Missouri, y a la próxima convención a Palmira llegó una gruesa delegación. Y entonces reunieron a todos los que habían expuesto su preocupación; yo me salvé porque esa fue la única convención a la que yo no pude asistir, porque estaba enfermo. Entonces yo me salvé de la reprimenda que les dieron a todos esos hermanos, por parte de los delegados de los Estados Unidos, por lo que se había manifestado”[291]
La Propuesta de la Iglesia de los Estados Unidos (United Pentecostal Church)
Ante la renuncia del hermano Larsen a la membrecía de la UPC, la Junta General de la UPC procedió a acelerar el proceso de la nacionalización de la iglesia colombiana, nombrando una comisión compuesta por dos pastores colombianos y un misionero, con el fin de reformar la constitución que se había establecido en 1963. Los dos pastores colombianos eran Campo E. Bernal y Domingo Zúñiga; y el misionero (que obviamente no era el hermano Larsen, puesto que él había renunciado a la UPC), fue el hermano Thompson, el cual fungió como presidente de la comisión. Ese nombramiento había tenido lugar en la conferencia anual de pastores y obreros que se celebró en la ciudad de Bucaramanga en junio de 1966.
Dicha comisión tuvo varias conversaciones para analizar la constitución el fututo de la iglesia en Colombia. Se sabe que se estudiaron por lo menos tres formas de constitución las cuales fueron presentadas a la dirigencia del Norte. [292]
Posteriormente la comisión envió una solicitud para reunirse con los hermano A. T. Morgan, Superintendente de la UPC, sede San Luis, Missouri, S. W. Chambers, Secretario General y Oscar Vouga, Director de Misiones Extranjeras. Esta reunión se efectuó en Bogotá, los días 2 y 3 de noviembre de 1966, juntamente con dos hermanos colombianos que fueron nombrados como consejeros para la comisión: Sergio Forero y Roberto Junkar.
Se sabe que la propuesta que traían los miembros de Estados Unidos de nacionalizar la iglesia fue discutida por los nacionales, pero al fin prevaleció la de los hermanos del Norte. Les presentaron el paquete de decisiones que ya se habían aprobado, entre las cuales se establecía que la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, a partir de ese momento sería nacionalizada y administrada por los mismos colombianos. Los misioneros quedarían como asesores consejeros.
Los colombianos que desconocían en detalle la situación que se estaba presentando en el Norte, les tomó por sorpresa la propuesta de los directivos y manifestaron que no estaban de acuerdo con la nacionalización, porque les parecía anti-bíblico establecer una iglesia nacional, así que en su defecto lo único viable era la autonomía de la iglesia.
Al respecto, Campo E. Bernal, comenta:
“Como ellos acordaron que la iglesia colombiana o quede ni para Estados Unidos ni para el Canadá, sino que quede una iglesia nacionalizada, entonces yo dije: no acepto. Yo le dije al hermano Zúñiga, nosotros no podemos llegar a aceptar eso, una iglesia nacionalizada, una iglesia colombiana, eso es anti-bíblico. La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia puede llegar a tener un presidente chino, japonés, español, etc., Puede tener un presidente de cualquier nacionalidad, siempre y cuando que se ajuste en sus principios de fe y comportamiento pentecostal. Pero eso de que sea nacionalizada, donde nosotros no podemos tener nada de extraños, sino que todos tenemos que ser colombianos: presidente colombiano, vicepresidente colombiano. Eso tenía como fin sacar de en medio a Larsen que era extranjero, y bajo eres nuevo sistema quedaría excluido de la administración. Ellos de frente no se atrevieron a decirlo, ellos no se atrevieron a decir: «es que no queremos al hermano Larsen».
Nosotros no sabíamos nada de eso y ya decidieron que nacionalizarlo: yo dije: «no acepto nacionalizarlo», entonces dijeron: «¿qué palabra usamos?» Bueno, si es que quieren que nosotros mismos gobernemos, está bien, no estamos en la capacidad de hacerlo, es la verdad, porque a nosotros no nos han dejado la oportunidad de prepararnos para esto y nos cogen de sorpresa. Entonces esta es la obra de Dios; Dios nos guiará, lo cierto es que aceptamos que sea autónoma pero, autónoma, también quiere decir algo grave, que ustedes no pueden interferir”. [293]
Finalmente el siguiente acuerdo fue aprobado y firmado por todos los presentes:
“Acuerdo propuesto a los Misioneros y Ministros colombianos, por Arthur T. Morgan, Superintendente General; Oscar Vouga, Director de Misiones Extranjeras; y S. W. Chambers, Secretario-Tesorero General de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional. San Luís Missouri. EE. UU.
No. 1. Estamos de acuerdo en que la obra de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, sea nacionalizada y que se adopte una Constitución por la Conferencia Colombiana que provea laautonomía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
No. 2. Todos los oficios de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, serán desempeñados por colombianos.
No. 3. Todos los misioneros bajo nombramiento de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, San Luis, Missouri, EE. UU., permanecerán en Colombia y servirán a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia en calidad de Consejeros. Los Misioneros no serán movidos de sus localidades presentes sin orden del Director de Misiones Extranjeras, San Luis, Missouri.
No. 4. Por cuanto el hermano A. Verner Larsen renunció de su membrecía de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, San Luis, Missouri, y en caso de que se acepte la anterior, la Iglesia Pentecostal Unida Internacional nombrará a un Ministro de Colombia hasta el tiempo de la reunión de la Conferencia y la elección de los Oficiales de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia”[294]
Así que los oficiales de la UPC (United Pentecostal Church), basados en la aceptación del acuerdo anterior, nombraron al hermano Domingo Zúñiga como Superintendente, y al hermano Campo E. Bernal como Superintendente Asistente de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Al respecto de la renuncia del hermano Larsen a la UPC y nombramiento del hermano Zúñiga, Jesús Cardozo dice en la entrevista:
“Cuando el hermano Larsen entregó su tarjeta a la UPC (United Pentecostal Church), quedó con Canadá. Entonces ahí fue donde vino que ellos nombraron a un colombiano. Vino el hermano Vouga y Chambers a Bogotá…, dijeron «Colombia está sin cabeza, sin superintendente», escogieron entre el hermano Campo y Domingo Zúñiga y la UPC nombró al hermano Domingo Zúñiga como Superintendente. Y el hermano Larsen se disgustó, porque escribió al hermano Zúñiga una carta que nos reveló que era muy tajante, porque para él era una traición, porque él (Zúñiga) había aceptado que la UPC lo nombrara como Presidente. Pero aquellos hermanos escogieron entre el hermano Campo y el hermano Zúñiga, y fue así como empezó la organización a cargo de los colombianos”.[295]
Cabe destacar que parte del documento que se firmó se publicó en el siguiente número del Heraldo de la Verdad con el fin de que el pueblo de Dios en Colombia se enterara de lo sucedido. En el artículo se informaba que:
“El hermano Zúñiga presidirá las convenciones en Palmira y Barranquilla, en todas las reuniones de la Junta Nacional y en la Conferencia de Pastores y Obreros. Además se solicita respetuosamente a todos los Obreros y creyentes de la IPUC que muestren todo respeto y completa cooperación con el hermano Domingo Zúñiga y el hermano Campo E. Bernal en sus oficios respectivos para que la obra del Señor no sea estorbada”. [296]
Al enterarse de dicha situación el misionero Larsen pasó toda una noche llorando, porque él consideraba que aún no era el momento oportuno para tal decisión, ya que en su concepto, la iglesia colombiana era solo una niña que necesitaba aun la dirección de una mano experta, y además se sentía como traicionado por los líderes colombianos, pero aceptó lo decidido sin replicar y pasó junto con los otros misioneros a ser consejero.
Las siguientes reuniones de la Junta Nacional fueron dirigidas por el hermano Domingo Zúñiga, pero hubo la necesidad de explicar al resto de los miembros de la Junta Nacional los pormenores de la reunión que se tuvo con los delegados del Norte. En dichas reuniones de la Junta Nacional siempre estuvieron asistiendo los misioneros Larsen y Thompson; el misionero Morley había salido del país por un corto tiempo.
Como el acuerdo de noviembre de 1966 no era reconocido por el gobierno para efectos legales, y necesariamente tenía que ser llevado a la asamblea, la conferencia de pastores y obreros del 67 fue definitiva, porque puso al tanto de todo el pastorado los pormenores del proceso de autonomía.
En dicha asamblea el hermano Thompson, como presidente de la comisión, dio un amplio informe sobre las deliberaciones que se habían tenido con respecto a la nueva constitución, pues era en definitiva la asamblea quien tenía la responsabilidad de aprobar o improbar la nueva constitución. Fue tan amplia la oportunidad de debatir que hasta los pastores con licencia local podrían presentar sugerencias y resoluciones.
La constitución fue discutida artículo por artículo y al final fueron aprobados todos: algunos por unanimidad y otros por mayoría.
Citamos cuatro de la Artículos más álgidos que fueron aprobados en dicha asamblea:
“ARTÍCULO II
NATURALEZA
LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA, es una organización autónoma, y mantendrá comunión activa con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro, y que profesan una fe igualmente preciosa que la nuestra. (I Cor. 1:2, 2 Pedro 1:1).
ARTÍCULO IV
MEMBRESÍA MINISTERIAL
La membrecía ministerial de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA, constituirá de los misioneros, bajo nombramiento a Colombia, de la United Pentecostal Church, sede Saint Louis, Mo. E.U.A. y United Pentecostal Church, sede Marysville, N. B. Canadá, y de todos los Ministros con certificado de Ordenación y Licencia Nacional, y obreros con Licencia Local.
ARTÍCULO V
VOTANTES
Las personas con derecho a votar, son los Misioneros, bajo nombramiento a Colombia de la United Pentecostal Church, sede Saint Louis, Mo, E.U.A., y la United Pentecostal Church, sede Marysville, N.B. Canadá, y todos los Ministros con Certificado de Ordenación y Licencia Nacional de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA.
ARTÍCULO VII
OFICIALES NACIONALES
Sección 3: Cualidades y Restricciones
a) Se exigen las siguientes cualidades para poder ocupar un Oficio en la Organización:
Ser colombiano”. [297]
Teniendo el aval de la asamblea de pastores y obreros de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, y habiendo ilustrado ampliamente al pastorado con respecto a lo que había sucedido y cómo se había dado el proceso de autonomía, la asamblea procedió a elegir la Junta Nacional quedando conformada por los siguientes hermanos:
Superintendente: Domingo Zúñiga Cortés.
Primer Asistente del Superintendente: Campo Elías Bernal.
Segundo Asistente del Superintendente: Jesús M. Cardozo.
Secretario: Manuel Ospina Muriel.
Tesorero: Mario Cadavid Gómez.
Supervisor de la Región Norte: Eliseo Duarte García.
Supervisor de la Región Oriental: Roberto Junkar.
Supervisor de la Región Occidental: Saúl Ramírez.
Presbítero de la Región Norte: Cristóbal Ospino.
Presbítero de la Región Oriental: Juan de Dios Rodríguez.
Presbítero de la Región Occidental: Noel Ospina Muriel.
Los Colombianos Asumen el Reto
A partir de ese momento, los líderes colombianos asumieron con seriedad el reto que se les planteaba y tomaron las riendas administrativas de la obra en Colombia.
Aunque la iglesia colombiana nunca pidió su autonomía administrativa, la cual se presentó como una sorpresa para los jóvenes líderes colombianos, que no se sentían preparados para asumir tal responsabilidad, y que además no la consideraban ni siquiera necesaria, teniendo aun entre ellos el concurso de misioneros tan experimentados. Sin embargo, los colombianos iniciaron sus labores administrativas fundamentados en lo que habían aprendido de los misioneros y asumieron el reto con carácter.
Como el hermano Larsen figuraba ante el gobierno como el presidente de la iglesia, el primer paso jurídico que se dio, consistió en que los socios de la sociedad civil Iglesia Evangélica Pentecostal Unida de Colombia, quienes eran los misioneros y sus respectivas esposas, autorizaron a través de un documento al hermano Larsen, para que firmara el traspaso de los bienes raíces de la sociedad civil, a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. [298]
El hermano Zúñiga como nuevo superintendente se dedicó a legalizar las propiedades de la iglesia, pues muchas de ellas figuraban a nombre de los misioneros, y para ello contó con la colaboración del hermano Larsen. El hermano Zúñiga estuvo por un tiempo sin congregación a su cargo para dedicarse exclusivamente a administrar los asuntos legales y jurídicos de la iglesia.
La Renuncia de los Misioneros Thompson y Morley
Los misioneros no estuvieron ciento por ciento de acuerdo con la autonomía de la iglesia en Colombia, y esa actitud de alguna manera estaba ligada a la forma como ellos concebían las misiones y su concepto de pioneros. Así que, la autonomía de la iglesia y la nueva función de consejeros que les asignaron, fue un golpe emocional que no todos asimilaron de la misma manera.
Eduardo Forero, dice:
“Yo aun recuerdo que los misioneros no todos estaban de acuerdo con eso… porque Thompson a mí me lo dijo después, ya siendo autónoma la iglesia, allá en Bogotá: que los colombianos no estaban aptos para dirigir la iglesia, que eso era como un error. -«fíjese»- dijo, -«por ejemplo, los bautistas tienen todavía misionero aquí»- [299]
Con respecto al hermano Larsen, Campo Elías comenta:
“El hermano Larsen nos hizo el reclamo: dijo, «ustedes me echaron» y yo le dije: «¿Por qué hermano Larsen? Si usted presentó su renuncia». Él renunció, pero el hermano no supo explicarnos; aún en la forma como él nos dijo en ese tiempo yo no lo pude entender. Renunció, pero ellos no nos comunicaron; ya como colombianos no nos comunicaron sus decisiones” [300]
De todos modos el hermano Larsen asumió esa actitud de sumisión, aunque no estuvo del todo de acuerdo con la autonomía. Era poco lo que él podía hacer al respecto, así que se mantuvo al margen y prestó toda su colaboración a la Junta Nacional.
Su actitud la vemos reflejada en algunas correspondencias que intercambiaba con el hermano Zúñiga, quien le había sucedido como superintendente de la iglesia. Se ve que había reciprocidad entre el hermano Larsen y la Junta Nacional, la cual le consultaba algunos problemas propios de la obra.
El Significado de Consejero
Uno de los acuerdos adquiridos en la reunión de noviembre de 1966, consistía en que los misioneros quedarían como consejeros, y aunque realmente no hubo una explicación del significado del concepto, se sobreentendía que “consejeros” significaba, que los misioneros atenderían las solicitudes de la Junta Nacional para aconsejarles y orientarles cuando ellos así lo estimaran conveniente.
En consecuencia, la Junta Nacional interpretó de esa manera lo que significaba ser consejero, porque en varias ocasiones ellos consultaron a los misioneros para pedir la debida orientación con respecto a situaciones administrativas de la obra y luego tomaban las respectivas decisiones.
En algunas actas, se nota que de parte de la Junta Nacional sí había una mentalidad clara en cuanto a la autonomía, y la función de consejero que deberían asumir los misioneros. Por ejemplo, en una de las reuniones de la Junta Nacional, se trató el caso de un pastor, pero por lo delicado del asunto no tomaron una decisión, sino que solicitaron el consejo de los misioneros. Dice en el acta que fueron “invitados los hermanos Morley y Larsen en calidad de consejeros, para oír su consejo”. [301]Los misioneros les aconsejaron, y la Junta Nacional teniendo en cuenta el consejo de los misioneros, tomó una decisión Así que el concepto de “consejeros” para la Junta Nacional estaba muy claro en ese momento.
En alguna ocasión, el hermano Larsen recibió una carta de la esposa de un pastor que había sido retirado del ministerio, acusando a la Junta Nacional de un posible mal proceder, y el hermano Larsen le respondió diciéndole que la solución a ese problema no estaba en sus manos y que se remitiera a la Junta Nacional. [302] Así que el misionero Larsen también tenía la misma interpretación sobre el concepto de consejero que manejaba la Junta Nacional y actuó en consecuencia.
Por su parte, el misionero Morley que había regresado al país, siguió en Palmira trabajando incómodamente, pues no tenía una interpretación igual a la que tenían los dirigentes colombianos sobre el concepto de “consejero”, y comenzó a tener dificultades con los dirigentes del Valle del Cauca.
La gota que llenó la copa, fue una decisión que tomaron los hermanos Saúl Ramírez y Noel Ospina, Supervisor y Presbítero respectivos de la región occidental, de trasladar al pastor dePasto – Nariño, a otro lugar. El pastor se negó a trasladarse aduciendo que el hermano Morley le había dado la orden de no salir de Pasto. En efecto, el misionero Morley se había enterado y a través de una carta le había dado una contraorden al obrero, diciéndole que no se trasladara; y le dio instrucciones de que les avisara a sus superiores que él no se iría de aquel lugar.
El hecho causó confusión, así que tres miembros de la Junta Nacional: Domingo Zúñiga, Saúl Ramírez y Noel Ospina, fueron a hablar con el hermano Morley para reconvenirle sobre lo que él había hecho, a lo cual el misionero replicó y dijo que “era el único caso en que había aconsejado, porque ese hermano levantó la obra, y consideraba una injusticia que se le quitara de Pasto” [303]
A eso se sumó otro comentario que el misionero estaba haciendo sobre algunos traslados que la Junta Nacional estaba organizando, los cuales el hermano Morley cuestionaba abiertamente. Así que el hermano Morley alegó que por constitución él era un consejero; sin embargo el hermano Zúñiga le recordó que la constitución no decía nada acerca de que los misioneros fueran consejeros; la función de consejeros había sido un acuerdo de caballeros que se había pactado cuando se estaba gestando la autonomía, y además, él estaba interfiriendo directamente en las decisiones de la Junta Nacional, lo cual era un mal proceder.
Como las cosas quedaron sin resolver, el asunto fue traído a reunión de la Junta Nacional, donde se explicó ampliamente los sucesos acaecidos, y la Junta Nacional comisionó al presidente, los dos vicepresidentes y al hermano Saúl Ramírez, para ir a hablar con el hermano Morley nuevamente. Se le comunicó vía telefónica pero el misionero no quiso recibir a la Junta Nacional.
Para ese tiempo también había regresado al país el hermano Thompson, y su venida al país despertó suspicacias. Los miembros de la Junta Nacional no habían sido avisados al respecto, y dentro del acuerdo que se había realizado con la UPC, figuraba que cualquier persona que la UPC enviara a Colombia, se le avisaría previamente a la Junta Nacional, y lo que se sabía, era que el hermano Thompson había sido nombrado como nuevo misionero para el Paraguay.
Por ello la Junta Nacional autorizó al hermano Zúñiga para que a nombre de la Junta Nacional emitiera un comunicado a la UPC solicitando una explicación sobre los términos en que había regresado el misionero Thompson a Colombia. [304]
Los directivos de Estados Unidos enviaron una respuesta a dicha solicitud del hermano a través del hermano Oscar Vouga, Director de Misiones, en las que informaban al hermano Domingo Zúñiga que el hermano S. W. Chambers, Superintendente General, estaba planeando asistir a la convención en Palmira a comienzos de 1969; y que allí se discutiría la situación de los hermanos Morley y Thompson como misioneros. Además el hermano Vouga, le recordó al hermano Zúñiga, que los misioneros habían ayudado a estructurar el trabajo en Colombia y que deberían ser tratados con más consideración, lo que da a entender que los misioneros se habían quejado ante la dirigencia del Norte sobre el mal trato recibido, según ellos, por parte de la Junta Nacional.
Veamos algunos apartes de dicha comunicación:
“Es mi opinión firme, que Dios ha honrado a estos misioneros, y que él continuará honrándolos mientras caminen con él y se conduzcan honorables ante Dios y los hombres.
En cuanto al regreso del hermano y la hermano Thompson a Colombia, la Junta Misionera no consideró necesario consultarles a los hermanos en Colombia sobre su regreso, pues estuvieron en Colombia por unos 20 años y seguramente deben tener libertad bajo Dios para obedecer su llamado. Siento mucho, si esto causó alguna ofensa, pero ésta no era la intención”. [305]
Posteriormente los directivos de los Estados Unidos, vinieron para la convención en Palmira, donde las conversaciones no tuvieron un avance significativo, porque dos meses después, el 29 de marzo de 1969, los misioneros Morley y Thompson renunciaron a la membrecía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Publicamos a continuación la carta de renuncia:
“Señor: Secretario Nacional
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia
Pereira, RISARALDA
Marzo, 29 de 1969
Estimado Hermano:
En su capacidad como Secretario Nacional de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, queremos pedirle que nos haga el favor de comunicar a los miembros de la Junta Nacional y a la Asamblea de Pastores y Obreros, el siguiente mensaje:
Cuando la Iglesia Pentecostal Unida, en Colombia, fue nacionalizada, en el mes de junio de 1967, nosotros, los misioneros, quedamos como miembros de la misma, y la constitución, que fue adoptada en aquel entonces, dejó a los misioneros nombrados como «Consejeros».
Nosotros, como toda la asamblea, entendimos, e interpretamos tal nombramiento como dando a los misioneros la autoridad y libertad de aconsejar a los Pastores y Obreros, como a los oficiales Nacionales, en cuanto de los problemas, etcétera, en la administración de la Iglesia.
Durante la convención en Palmira, en el mes de Enero del año presente, la Junta Nacional, en una reunión con nosotros, y en presencia de nuestros oficiales de la organización Internacional, a la cual pertenecemos, nos informó los siguientes puntos:
1. El misionero no tiene el derecho de aconsejar en los puntos relacionados con el gobierno de la Iglesia.
2. No pueden aconsejar a ningún Pastor u Obrero, en nada que toca a la obra.
3. La palabra «Consejero», como es citada en la constitución, quiere decir que el misionero solamente puede aconsejar a la Junta Nacional, cuando ellos pidan tal consejo, y nada más.
Debido a esta estrecha interpretación del puesto que el misionero puede ocupar en la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, y además el abiertamente expresado deseo de la Junta Nacional de no tener a los misioneros trabajando con ellos en la obra, nosotros, los misioneros de la U.P.C. Internacional, con sede en St. Louis, USA, habiendo sido llamados por Dios, para trabajar en la viña del Señor, y habiendo recibido nombramiento por nuestra propia Junta Misionera, sentimos la necesidad de separarnos de la obra nacional, para poder seguir con nuestro ministerio.
Por eso deseamos manifestar a la Junta Nacional, que a partir de la fecha del recibo de esta carta, nosotros retiramos nuestra membrecía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Sinceramente en Cristo,
William Thompson Lewis H. Morley
Mollie de ThompsonSallie de Morley
(Ver anexo. Documento N° 12).
Al respecto, Ramiro Herrera recuerda que toda la Junta Nacional se hallaba en Cali en ocasión de la muerte del hermano Saúl Ramírez, cuando el misionero Morley llegó con la carta de renuncia.
Ramiro Herrera, comenta:
“El pastor Saúl Ramírez como en dos ocasiones le comentó a la congregación que había el peligro de una división, y expresó que él prefería más bien morir antes que ver la iglesia dividida; y así sucedió, porque el día que el hermano Saúl murió, ese día, cuando entraron el cuerpo del hermano Saúl al salón, por la puerta del garaje del templo entró el hermano Morley con una carta que llevaba… Los directivos nacionales se habían reunido por motivos del fallecimiento del hermano Saúl… Posteriormente me di cuenta que iba a hablar con los oficiales de la iglesia para entregarles la renuncia. En efecto, creo que lo hizo ese día. Entregó la carta en la que expresaban el deseo de renunciar a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia”. [306]
Según Jesús M. Cardozo, actual dirigente de la Iglesia Pentecostés Unida Internacional:
“Ellos dos, el hermano Thompson y Morley, renunciaron a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, porque sintieron algunas presiones porque algunos no los querían a ellos, porque eran del lado americano. Inclusive que un grupo de ministros fueron los que mandaron acusación a la sede contra los Morley y Thompson diciendo, con cosas y acusaciones, y se llamó el manifiesto de los ministros. No me dijeron a mí que firmara, yo no participé de eso, pero algunos ministros sí…
Los Morley se sintieron muy presionados, entonces comenzaron a sentir que los estaban empujando todos ellos, y por eso al final se retiraron. Un día en Palmira, yo estando ahí, viviendo yo ahí al lado, él (Morley) dijo: -«hermano, yo lamentablemente tengo que llamarlo y decirle que nosotros nos vamos a salir»- Yo le dije: -«¿Pero cómo hermano, si esta es su casa, la casa misionera?»- y él respondió: -«no hermano, ya nosotros tenemos que salir»-; entonces ya él vino, y comenzó su trabajo”. [307]
Posteriormente la Junta Nacional se reunió para considerar la actitud de los misioneros, y en esa reunión se leyó una carta de nueve pastores en los Llanos, que también presentaban su renuncia a raíz de la decisión de los misioneros. Inmediatamente se nombró una comisión conformada por los dos vicepresidentes, el supervisor y el presbítero de la región oriental para ir a hablar con los firmantes y explicarles la situación.
Con respecto a la aceptación de la renuncia de los misioneros, la Junta Nacional, no la aceptó ipso facto, sino que pospuso la respuesta hasta que se realizara la asamblea de pastores en junio, para que fuera la asamblea quien tuviera la última palabra. Pero sí se determinó que se enviaría copia de la carta a la dirección de los Estados Unidos. [308]
Ya en el marco de la asamblea general celebrada en Bogotá en junio de 1969, se leyó la carta de renuncia de los misioneros y se dio un amplio informe sobre las dificultades que se habían presentado con ellos. Se presentaron una gran cantidad de documentos y se dio oportunidad para que los misioneros hablaran a la asamblea y expresaran su versión de los acontecimientos.
Con respecto a esa asamblea, Ezequiel Otálvaro, recuerda que:
“Los misioneros que teníamos aquí, presentaron su renuncia a la membrecía de la IPUC (Iglesia Pentecostal Unida de Colombia), eso lo hicieron en Bogotá en una asamblea. Nos dijeron que ellos irían a evangelizar en Colombia, nuevos territorios y que ya la iglesia colombiana como autónoma seguía su rumbo, y que ellos se iban a evangelizar nuevos territorios colombianos, a abrir obras”.[309]
La renuncia fue votada por balota secreta y aceptada por mayoría. Pero no se descartó un eventual arreglo con los misioneros, que la Asamblea dejó en manos de la Junta Nacional. [310]
Surge Otra Organización
En el mes de diciembre de 1969 se pudo concertar una reunión con la dirección de la UPC, porque se sabía que los misioneros que renunciaron estaban recibiendo apoyo directo de la iglesia de los Estados Unidos para formar otra organización, lo que trajo confusión, pues eso contradecía lo que ellos mismos habían propuesto.
Una comisión conformada por cinco miembros de la Junta Nacional se reunión con la delegación de la Junta General de la UPC (también UPCI – United Pentecostal Church International) para tratar sobre la situación de los misioneros en Colombia.
En el primer día de reunión, los delegados de la iglesia americana presentaron una propuesta en la que hablaban de que las “dos organizaciones” trabajarían en cooperación y en mutua comunión.
Publicamos la propuesta presentado por la delegación de la UPCI:
“ACUERDO ALCANZADO ENTRE LA DELEGACIÓN DE LA JUNTA GENERAL DE LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA INTERNACIONAL, Y LA JUNTA NACIONAL DE LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA, EL 18 DE DICIEMBRE DE 1969, EN CALI, VALLE DEL CAUCA, COLOMBIA.
Por cuanto los misioneros de la Iglesia pentecostal Unida Internacional ya no son miembros de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, en virtud de su renuncia, y por cuanto dicha renuncia ha sido aceptada por la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, por eso nosotros, en el temor de Dios, entramos con el siguiente acuerdo:
1. Reconocemos que la Unidad del Cuerpo de Cristo es más espiritual que organizacional.
2. Reconocemos, tanto el derecho de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, como el de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, para hacer la obra misionera en Colombia en la base del amor y el respeto mutuos. Por tanto, se reconocen los derechos de los misioneros de obedecer el llamamiento de Dios, cumpliendo su parte en la Gran Comisión.
3. Ambas partes acuerdan no tratar de alentar a los ministros a pasarse de un grupo a otro.
4. Ambas partes acuerdan no aceptar en su comunión, ministros que hayan sido excomulgados por causa de pecado por cualquiera de los dos.
5. Ambas partes acuerdan no tratar de hacer obra misionera y comenzar una iglesia en ninguna población de 10.000 habitantes o menos, donde ya existe una iglesia establecida a cualquiera de los dos grupos.
6. Ambas partes acuerdan no recibir en su comunión a ningún ministro del otro grupo hasta que dicho ministro haya renunciado formalmente.
(Ver anexo. Documento N° 13).
A los líderes nacionales les extrañó que los hermanos del Norte dieran por sentado que hubiera dos organizaciones en Colombia, cuando ellos mismos habían propuesto la nacionalización de la obra, y en Colombia siempre había existido una sola organización.
Así que la Junta Nacional no quiso firmar dicho acuerdo, por considerarlo inconveniente para la unidad de la iglesia en Colombia. Pero sí emitió una declaración a los delegados de la UPCI en el que la Junta Nacional expresaba su deseo de que los misioneros continuaran trabajando con la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. El comunicado decía lo siguiente:
DECLARACIÓN A LOS DELEGADOS DE LA JUNTA GENERAL DE LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA INTERNACIONAL
La Junta Nacional de la IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA, en sesión de la noche del 17 de diciembre de 1969, en la ciudad de Cali, Valle, Colombia, habiendo considerado cuidadosamente el acuerdo propuesto por la Delegación de la Junta General de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, ha llegado a la siguiente conclusión:
No es conveniente dicho acuerdo, porque propicia la separación de dos grupos de la misma fe con el beneplácito de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, lo cual no ha sido ni será nunca nuestro propósito. Por lo tanto, pedimos a los hermanos Delegados de la Junta General de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, en el Temor del Señor, considerar nuestro llamado a trabajar unidos para la Gloria de Dios y el bien de las almas.
Creemos que los puntos contenidos en la Política Misionera presentada por la Junta Nacional de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y aprobada por la Junta Mítica Misionera presentada por la Junta Nacional de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y aprobada por la Junta Misionera de la Iglesia Pentecostal Unida Inisionera de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional establece un amplio campo para el trabajo apostólico de los misioneros.
Por lo tanto, ratificamos nuestro deseo de seguir trabajando unidos. [311]
IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA
Firmado,
Manuel A. Ospina M.
Secretario General
(Ver anexo. Documento N° 14).
En el segundo día de reuniones entre las dos delegaciones, al ver que no se llegaba a ningún acuerdo, la Junta Nacional insistió a la delegación de la UPCI que los misioneros regresaran al seno de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, como estaban al principio, es decir, siendo miembros de la Junta Nacional.
Recordemos que la Asamblea General, había delegado a la Junta Nacional para hacer el arreglo que fuera necesario con tal de que los misioneros siguieran trabajando con la iglesia colombiana. Lo cual era factible, ya que por constitución, los misioneros figuraban como miembros de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y a futuro se podrían hacer los cambios necesarios en la constitución para articular dicha política misionera.
A esta propuesta, el hermano Campo Elías Bernal, presidente de la iglesia en ese tiempo, agregó las siguientes palabras: “La Junta Nacional está lista a ir a cualquier extremo con el fin de que no haya dos organizaciones de la misma fe” [312]
La Junta Nacional se retiró para que los hermanos delegados de la UPCI de Estados Unidos deliberaran con los misioneros sobre la nueva propuesta de los colombianos.
Después de una hora y cincuenta minutos de deliberación, los delegados de la UPCI de Estados Unidos, llamaron a los miembros de la Junta Nacional y les dijeron que no estaban de acuerdo con su nueva propuesta porque los misioneros ya no querían trabajar con la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, pues sentían que ya no tenían el respeto que ellos merecían.
Además el hermano Chambers, uno de los delegados del Norte, agregó las siguientes palabras:
“Como les decíamos ayer, tenemos más interés en probar la relación espiritual entre los misioneros y la Obra Nacional, que la relación organizacional, ya que la relación espiritual es la más importante. Tenemos que admitir que muchas cosas han pasado, que han causado un poco de separación y queremos hacer un esfuerzo para salvar este abismo. Hay una incompatibilidad entre la Junta Nacional y los misioneros, nosotros sentimos sinceramente que el acuerdo que hemos presentado es para sanar la herida, y queremos trabajar así por un tiempo y creemos que va a traer armonía entre los misioneros y la Junta Nacional”. [313]
El hermano Campo Elías le respondió:
“Las heridas sanan, no separados sino juntos”. [314]
El hermano Tenney, otro delegado del Norte, le respondió con las siguientes palabras:
“Amamos a los colombianos, no queremos traer la división, nuestros misioneros sienten que es la voluntad de Dios trabajar en Colombia y mientras ellos sientan que es la voluntad de Dios, la Iglesia Pentecostal Unida Internacional va a sostenerlos”. [315]
Queda entonces claro que fue imposible concertar algún acuerdo. Los misioneros retiraron definitivamente su membrecía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y comenzaron a trabajar bajo el auspicio de la UPCI de los Estados Unidos. De esa manera nació otra organización en Colombia, la Iglesia Pentecostés Unida Internacional.
Los misioneros Morley y Thompson por voluntad propia, quedaron desvinculados de la membrecía de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. De ahí en adelante comenzaron a trabajar por su cuenta abriendo lugares de predicación en los sitios donde más influencia tenían: el misionero Morley, en el Valle del Cauca; y el misionero Thompson, en Bogotá. Algunos obreros y creyentes los apoyaron, porque se sentían ligados afectivamente con ellos.
Por eso hubo necesidad de ir a algunos sectores del país a aclararles a los pastores cómo se había dado el proceso de autonomía, puesto que aún había confusión. En ese sentido, el mismo hermano Larsen se apersonó de la situación y fue a los Llanos Orientales junto con otros dirigentes, como el hermano Alcibíades González y Juan Rodríguez a hablar con los pastores.
Campo Elías recuerda:
“Dentro de la Iglesia Pentecostal Unida quedamos, unos menos unos más, 350 pastores. Entonces ellos comenzaron a hacer una política por debajo de cuerda y había unos pastores en los Llanos. Entonces se los ganaron a ellos: comenzaron a decir que había un grupo de pastores que estaban pidiendo que se abriera una organización con ellos, Yo fui y visité algunos y regresaron”. [316]
También en el Valle del Cauca, se presentaron dificultades que el hermano Ezequiel Otálvaro recuerda de la siguiente forma:
“…No se cumplió nada de lo que oímos en aquella asamblea: que iban a abrir nuevos campos y que iban a ser nuestros consejeros. Nosotros no vimos nada de eso, porque empezaron a llamar los pastores que se quisieran ir con ellos y nos explicaban que la doctrina era la misma, que trabajáramos con ellos, que tendríamos también las mismas garantías, las mismas ayudas, la misma supervisión, la misma dirección, excepto que se llamaría Pentecostés Unida Internacional.
Nos decían: «Nosotros fuimos los que trabajamos, edificamos templos, los sacamos a ustedes a la obra, y ahora la organización Iglesia Pentecostal Unida de Colombia nos ha hecho a un lado, por lo tanto nosotros no podemos dejar de ser testigos del Señor». [317]
Como se puede observar, la naturaleza misma del conflicto, hizo que los misioneros cada vez se distanciaran más de la IPUC al punto que cada organización tomó su rumbo diferente.
La relación entre las dos organizaciones ha sido muy tensa todo el tiempo, debido a las diferentes interpretaciones que tiene cada una con respecto a algunos aspectos de orden moral; porque en el doctrinal las dos organizaciones son afines. Sin embargo, ha habido acercamientos y conversaciones entre los líderes de ambas partes, pero nunca se ha llegado a acuerdos formales.
¿Fue Necesaria la Autonomía?
Volviendo al tema central que nos ocupa, podemos concluir que realmente la autonomía se dio dentro de un proceso de desarrollo administrativo. Aunque hubo agentes externos e internos que aceleraron el proceso, sin embargo no se le puede considerar como un caso aislado, sino como una transformación administrativa que normalmente se da en toda institución que por su propia dinámica de crecimiento va forjando su identidad.
Quizá, para algunos la autonomía de la iglesia fue un fenómeno prematuro y/o para otros, oportuno; ya sería tarea del lector juzgar lo prematuro u oportuno que fue dicho proceso, teniendo en cuenta todos los elementos de juicio que hemos expuesto a lo largo de este análisis. Pero, los siguientes años se encargarían de demostrar si fue positivo para la iglesia.
Si bien la autonomía al principio fue una idea traída de afuera, en una rápida búsqueda de soluciones al conflicto que se presentaban entre los canadienses y los estadounidenses por la posesión de la misión colombiana, sus efectos permitieron que la iglesia colombiana comenzara otra etapa. La etapa de la independencia, la del hijo que se va del hogar porque ya es mayor y se siente con la confianza de afrontar los retos de la vida en solitario. Con la ventaja, claro está, de que la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia no siguió caminando sola, sino guiada por el Maestro. Aquel en quien los misioneros le enseñaron a confiar, pues no se desconoce «La obra y el trabajo de amor que (los misioneros) mostraron hacia su Nombre, habiendo servido a los santos» (Paráfrasis Hebreos 6:10 – Reina Valera 1960).
Quizá el testimonio más fehaciente de que la autonomía fue un acierto, aunque algunos en su momento no lo entendieron, fue que la iglesia siguió su crecimiento en las siguientes décadas, las cuales trajeron nuevas experiencias para una iglesia joven que se desprendía de la mano de sus padres espirituales, mas no de la mano de Su Padre Celestial, el cual la llevaría a través de nuevos desafíos a la etapa de madurez, que será materia de análisis en el tercer tomo de la historia de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Referencias
[273] Campo Elías Bernal. Entrevista citada
[274] Álvaro Tórres. Entrevista citada
[275] Circular enviada por E. P. Wickens y R. A. Beesley a todos los Ministros de la UPC. Sussex, New Brunswick, Canadá, diciembre 10 de 1964. Traducido por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver anexo. Documento No. 8.
[276] Acta del Concilio Misionero. Palmira, enero 3 al 5 de 1962. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Ver anexo. Documento No. 1.
[277] Ibíd.
[278] Carta enviada por Arthur T. Morgan, Superintendente General de la UPC a A. Verner Larsen. St. Louis Missouri, enero 15 de 1962. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 2.
[279] Las provincias marítimas son una regióndel Canadá en la costa del océano Atlántico, conformadas por Nuevo Brunswick, Nueva Escocia, y la Isla del Príncipe Eduardo.
[280] Carta enviada por Arthur T. Morgan, Superintendente General de la UPC a A. Verner Larsen. St. Louis Missouri, mayo 25 de 1962. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 3.
[281] Carta enviada por Wynn T. Stairs al hermano Larsen, New Brunswick, Canadá, octubre 16 de 1962. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 3.
[282] Carta enviada por Domingo Zúñiga Cortés, a A. Verner Larsen, el 3 de junio de 1967. Armenia, Colombia. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 11.
[283] Circular enviada por Arthur T. Morgan, Superintendente General y S. W. Chambers, Secretario General de la UPC, a todos los ministros de la UPC, noviembre 11 de 1964. Traducida por Eduardo Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 6.
[284] Circular enviada por E. P. Wickens y R. A. Beesley, a todos los Ministros de la UPC. Op. Cit.
[285] Carta enviada por Wynn T. Stairs al hermano Larsen, noviembre 12 de 1964. St. Stephen, New Brunswick, Canadá. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 7.
[286] Carta enviada por A. Verner Larsen a Arthur Morgan, mayo 1 de 1962. Barranquilla, Colombia. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 4.
[287] Palabras de A. Verner Larsen en carta enviada a E. P. Wickens. Dirigente de la Iglesia en Canadá. Barranquilla, Colombia, 26 de octubre de 1964. Traducida por Álvaro Tórres Forero. Archivo personal de Aksel Verner Larsen, usado con permiso. Ver documento anexo. Documento No. 5.
[288] Campo Elías Bernal. Entrevista citada.
[289] Comunicado enviado por los Ministros ordenados de la IPUC a la Dirección General de la UPC. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Ver anexo. Documento No. 10.
[290] Ibíd.
[291] Eliseo Duarte. Entrevista citada.
[292] Acta No. 5 de la Asamblea General de la IPUC. Cali 27 al 30 de junio de 1967, p. 1-2. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[293] Campo Elías Bernal. Entrevista citada.
[294] En el Heraldo de la Verdad, No. 73, septiembre a diciembre de 1966, pp. 5-12.
[295] Jesús M. Cardozo. Entrevista citada.
[296] En el Heraldo de la Verdad, No. 73, Op. Cit., 5-12.
[297] Acta No. 5 de la Asamblea General de la IPUC. Cali 27 al 30 de junio de 1967, p. 1-2. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[298] Documento autenticado, con la firma de todos los misioneros. Cali, junio 30 de 1967. Notaría Cuarta.
[299] Palabras de Eduardo Forero, en entrevista realizada a Campo Elías Bernal. Medellín, febrero de 2001.
[300] Campo Elías Bernal. Entrevista citada.
[301] Acta No. 11 de la reunión de la Junta Nacional celebrada en Palmira, Valle del Cauca. 4 al 7 de enero de 1968, pp.3-4. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[302] Carta enviada por el hermano A. Verner Larsen a Esther Duque, Barranquilla, febrero 16 de 1968. Archivo personal de A. Verner Larsen, usado con permiso.
[303] Acta No. 13 de la reunión de la Junta Nacional celebrada en Pereira, noviembre 21 y 22 de 1968, p.1. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[304] Ibíd.
[305] Carta enviada por Oscar Vouga a Domingo Zúñiga. St. Louis, Missouri. USA, diciembre 13 de 1968. Ver anexo. Documento No. 9.
[306] Ramiro Herrera Riascos. Entrevista citada.
[307] Jesús M. Cardozo. Entrevista citada.
[308] Acta No. 17 de la reunión de la Junta Nacional celebrada en Pereira, abril 15 de 1969, p.1. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[309] Ezequiel Otálvaro. Entrevista citada.
[310] Acta No. 8 de la Asamblea General de la IPUC. Bogotá, 24 al 27 de junio de 1969, pp. 4-6. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[311] Acta No. 22 de la reunión de la Junta Nacional de la IPUC. Cali, Valle del Cauca, diciembre 16 al 18 de 1969, pp. 2-8. Archivo de Secretaría de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
[312] Ibíd.
[313] Ibíd.
[314] Ibíd.
[315] Ibíd.
[316] Campo Elías Bernal. Entrevista citada.
[317] Ezequiel Otálvaro. Entrevista citada.