Por Alvaro Hernán Muñoz Artículo tomado de la Revista el Heraldo de la Verdad – Enr. 2009 Publicación de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia
A lo largo del S. XX, la ciencia realizó descubrimientos espectaculares. Todos ellos confluyen ahora en un punto: la necesidad de recurrir a la idea de un diseño inteligente para explicar la creciente complejidad del universo. La Biblia adquiere vigencia, Génesis 1 recupera el sentido y la credibilidad científica.A principios del S. XX, era casi obligatorio, por razones de prestigio, que un científico negara la existencia de Dios. Sin embargo, a principios del S. XXI, es cada vez mayor el número de investigadores que reconocen la aparición de una nueva cosmovisión científica. Por supuesto, no vamos a negar que en su mayor parte, el estamento científico todavía se declara agnóstico y no abiertamente ateo.Hace unos años, creer en Dios requería un salto de fe; ahora, se necesitaría mucha más fe para no creer en Él, con tantas pruebas indubitables de su existencia. Para abordar el tema, pongo a consideración los siguientes aspectos complementarios: 1.
La ciencia y la teología tienen que conocer sus limites. El método científico se centra, por definición, en el estudio del universo material. Se estudia lo que de él se puede observar o deducir, a partir de las leyes que lo rigen. Por tanto, la existencia de Dios, lo sobrenatural, es un asunto que cae fuera de sus fronteras y debe ser dejado a la fe o a la teología. 2. La Biblia no es un libro científico. Con claridad el apóstol Pablo dice: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia…», 2. Timoteo 3:16. La Biblia expresa todo lo necesario para la salvación y, por ende, su material es selectivo hacia ese fin. En Juan 20:31 encontramos «éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre». Si la Biblia hubiera sido escrita como libro de ciencia para su época, hoy estaría totalmente desactualizado; o si, por especial revelación divina, estuviera escrita en términos científicos modernos, hubiera sido incomprensible para las generaciones pasadas, y quedaría rezagada para las futuras. Es innegable que el conocimiento científico avanza raudamente, con una maravillosa capacidad de autocorrección.
Eso genera que la verdad de hoy podrá ser la misma de mañana, o transmutarse en otra similar; o ser diferente o complementaria o aun opuesta, de modo que la confortable concordancia de hoy, se transformaría en la problemática discordancia del mañana. La Biblia no es un libro que lo dice todo acerca de todo. 3. Dios se revela a sí mismo en dos libros: libro de la naturaleza que es la revelación general (Salmos 19, Romanos 1:20, Hechos 14:17) y, el libro de las Escrituras, que es la revelación personal. Si estas dos revelaciones son verdaderas, ambas estarán de acuerdo. 4. Los misterios de la vida desafían cualquier explicación humana. Van más allá de la sabiduría y comprensión humana y sólo Dios los puede revelar:
«Y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla», Eclesiastés 8:17. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Romanos 11:33. «Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios», 1. Corintios 2:10. 5. Las Escrituras definen la creación, desde el capítulo 1 del primer libro de la Biblia: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra», Génesis 1:26. La Palabra establece una clara diferencia entre el hombre y el mundo animal. Los versículos 20-25 muestran que los mamíferos, aves y peces, definitivamente no fueron creados a imagen de Dios. Sólo el hombre tiene esa asombrosa distinción, y por un propósito grandioso.
Dios primero expresa su intención de crear seres humanos y después la lleva a cabo. «Y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó», (27). En el segundo capítulo, se revelan más detalles. «Entonces el Eterno Dios formó al hombre (Adán) del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente», (Génesis 2:7). La narración continúa con la creación de Eva. «Entonces el Eterno Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que el eterno Dios tomó del hombre, hizo la mujer y la trajo al hombre. Dijo Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada», (21-23). El siguiente relato muestra que el sexo fue creado por Dios: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (24). Otros libros de la Biblia, particularmente los Salmos, confirman lo que dice Génesis: «El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?, (Salmos 94:9). «Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras…
» Aquí le atribuye su existencia directamente a Dios, Salmos 139:14. Describe cómo su Creador vio su embrión y conocía todas sus partes, aún cuando estaba en el vientre de su madre (15-16). Jesús dijo: «Al principio de la Creación, varón y hembra los hizo Dios», (Marcos 10:6). Luego, en el relato paralelo de Mateo 19:4, pregunta: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo? Cuando Pablo confrontó la idolatría de los filósofos de Atenas, en el Areópago, les dijo: «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, es Señor del cielo y de la tierra… De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran la tierra…», Hechos 17:24,26). Todas las generaciones de seres humanos provienen de un solo hombre; y este, se llamó Adán. Pablo agrega: «Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán, alma viviente…», 1. Corintios 15:45. Asimismo entendía el orden en que fueron creados el primer hombre y la primera mujer. «Porque Adán fue formado primero, después Eva», 1. Timoteo 2:13. «El varón (Adán) no procede de la mujer, sino la mujer (Eva), del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón», 1. Corintios 11:8-9. Además, Pablo entendía que todos los descendientes de Adán habían nacido de mujer (12). 6.
El bioquímico Charles Thaxton, acuñó el término «diseño inteligente», para explicar la necesidad de que exista una inteligencia, detrás de la elaborada información contenida en el ADN. ¿Cuáles son los fundamentos de la revolución del diseño inteligente? Tiene cuatro aspectos principales: 6.1. La teoría de la información. La materia y la energía se unen en los seres vivos. Sin información un organismo no puede vivir. De hecho, cuando un ser viviente muere, todos los ingredientes bioquímicos se hallan todavía presentes en él; pese a ello, la información ya no se puede transmitir de manera efectiva a los billones de células del cuerpo. Por lo tanto, toda su compleja maquinaria biológica se paraliza. Recientemente, uno de los ateos más famosos del mundo, Sir Antony Flew, renunció a su ateísmo debido a las pruebas irrefutables de la molécula del ADN. Las investigaciones de los biólogos del ADN, han demostrado que definitivamente tiene que existir una inteligencia detrás de la complejidad que se requiere para producir vida. 6.2.
La complejidad irreductible. Darwin dijo: «si pudiera demostrarse que cualquier organismo complejo que ha existido, pudo haberse formado sin la necesidad de modificaciones numerosas, sucesivas y sutiles, mi teoría sería un completo fracaso». Por su parte, según el profesor de bioquímica Dr. Michael Behe, los sistemas complejos sólo pueden funcionar, si todos sus componentes actúan simultáneamente. Señala la imposibilidad de que un sistema interrelacionado o intrincado, pueda surgir por medio de modificaciones leves y sucesivas, como propuso Darwin. Por ejemplo, la coagulación de la sangre requiere del trabajo conjunto y correlativo de 20 proteínas para que tal proceso pueda funcionar. 6.3. El principio antrópico. Las pruebas científicas han revelado que nosotros, efectivamente ocupamos un lugar muy privilegiado en el universo, que fue diseñado especialmente para la vida, particularmente la vida humana. Este principio afirma que, todas las constantes de la física, proporcionan las condiciones precisas que se requieren para que un universo pueda sostener la vida.
El astrónomo Guillermo González dice: Hemos descubierto que nuestra ubicación en el universo, en nuestra galaxia y en nuestro sistema solar, al igual que el tamaño y la rotación de la tierra, la masa de la luna y del sol, etc., son un conjunto de muchísimos factores que colaboran admirablemente entre sí, para lograr de la tierra un planeta habitable». Contamos con un reloj de precisión de los planetas en órbita: «Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y de la tierra…», Jeremías 33:25. «Porque así dijo Jehová que creó los cielos; él es el Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó…», Isaías 45:18. 6.4. La inferencia del diseño.
La idea básica es que al mirar las características de los sistemas naturales, uno puede discernir que un agente inteligente intervino en el establecimiento de estos sistemas. Podemos inferir que la materia, la energía y los procesos naturales, no son suficientes para explicar como llegó a tener la célula la organización tan ordenada que presenta. 7. El ADN, molécula de ácido desoxirribonucleico que constituye la base de la vida, es un mensaje codificado en forma de doble hélice. Se trata de una estructura perfectamente diseñada para transmitir información y dar órdenes precisas desde el núcleo de las células vivas. Posee la misma estructura que un lenguaje.
Para que sea llamado correctamente lenguaje, debe contener: un alfabeto o sistema de codificación, ortografía correcta, sintaxis (orden correcto de las palabras), significado (semántica) y un propósito específico. Una sola celula humana contiene cuatro veces más información que los trece tomos de la Enciclopedia Británica. ¿Qué o quién podría miniaturizar semejante información y colocar este inmenso número de letras en la secuencia adecuada como un manual de instrucción genética? Los mensajes y los diseños no se crean solos, sino que requieren que exista algún mensajero inteligente. La molécula del ADN lleva el lenguaje genético, pero el lenguaje en sí mismo es independiente de quien lo lleva. Así como los materiales de un libro.
Tinta, papel, etc., son distintos a la información del autor, el gen es un paquete de información, no un objeto. «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas», Salmos 139:16. De todo lo dicho, se desprende que existen huellas susceptibles de ser interpretadas como indicadoras de la existencia del Dios Creador y Sustentador. Todo indica que el ser humano fue diseñado por Dios con dimensiones espirituales, y aunque mi fe no dependa de la ciencia, ella comprueba lo que ya estaba escrito en la Palabra de Dios.